Pretoria.- Menos de cincuenta barrabravas argentinos quedan en la escuelita de Pretoria donde se llegaron a alojar casi trescientos que arribaron días antes de comenzar el Mundial de Sudáfrica.
Pretoria.- Menos de cincuenta barrabravas argentinos quedan en la escuelita de Pretoria donde se llegaron a alojar casi trescientos que arribaron días antes de comenzar el Mundial de Sudáfrica.
“Exactamente quedan cuarenta y siete barras”, dijo un integrante del cuerpo de efectivos de seguridad enviados desde la Argentina para monitorear a los hinchas y colaborar con la policía sudafricana.
El éxodo se produjo por distintos motivos, entre ellos las razias que hubo con asiduidad en el Christian Progressive College, algunas en horas de la madrugada, cuando irrumpieron policías con intimidantes itakas.
En una de esas intervenciones 17 barras fueron detenidos y deportados virtualmente, dos al día siguiente y otros quince luego de pasar una semana en el Lindela Holding, un centro de alojamiento de demorados para ser enviados a sus paises.
La mayoría de los que quedaron son barras de Independiente, que se unieron a Pablo Moyano cuando el dirigente camionero estuvo en Sudáfrica para asistir al partido ante Grecia en Polokwane. Allí se lo vio al sindicalista y los barras juntos en un sector de la tribuna.
Ellos llegaron con las entradas para los partidos, mientras que otros se quedaron sin entradas, sin plata y en un ambiente pesado, ya que si bien la escuelita está en el centro de Pretoria, es una zona que de noche es tierra de nadie.
Los barras comprobaron, según dijeron dos de ellos, en los primeros días, cuando a eso de las 3 de la mañana intentaron comprar alcohol en un bar ubicado a algunas cuadras y se encontraron con una patota armada, a la que detectaron varios metros adelante, lo cuallos hizo volver a su hospedaje.
Mientras algunos con resto monetario consiguieron otro tipo de alojamiento, molestos porque les cierran la puerta con candado a las 10 de la noche, otros barras fueron pegando la vuelta porque el organizador de las Hinchadas Unidas Argentinas (HUA), Marcelo Mallo, retornó al país poco tiempo después de iniciarse el mundial, y muchos se quedaron sin dinero.
Mientras algunos barras sostienen que Mallo se abrió cuando el gobierno se le volvió en contra de HUA, todos aseguran que no hay problemas entre el sector de los moyanistas y los que quedan de las hinchadas kirchneristas.
“Cada uno hace la suya y no hay bardo”, afirmó un barra de Independiente.
En tanto, pasan sus horas chateando en algunas de las 60 computadoras con monitor plasma que hay en esa escuela, y que ellos dicen que fueron compradas con los aportes que hicieron para pagar la estadía.
Al principio del Mundial, la pequeña puerta de ingreso a la escuelita ubicada sobre la avenida
Andrew era una romería, ahora se ve algún que otro barra pasando el rato.