Sol Marchese tiene 20 años y es una de los 5 mil voluntarios internacionales que está trabajando en Qatar. Le toca prestar un “servicio al espectador” en uno de los estadios mundialistas. Está feliz viviendo una experiencia internacional como la que significa el Mundial.
“No importa de qué país sea la gente, acá en Qatar todos quieren que gane Messi”, contó la joven desde el país árabe y agregó que “es una locura lo que mueve Argentina, todos quieren que triunfe en el Mundial”, subrayó.
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De San Genaro. Sol Marchese es una de las 5 mil voluntarios.
Marchese es de San Genaro, pero estudia traductorado de inglés, modelaje y fotografía en Rosario. Está sorprendida por varias cosas que está viviendo en Qatar. Una de ellas es cómo miran a las mujeres occidentales. “Fue un shock”, confesó, “pero me estoy acostumbrando”, dijo y destacó la belleza arquitectónica y la modernidad de los edificios de la capital catarí.
Allí ya se encontró con otros argentinos, que también viajaron como voluntarios. “Somos un grupo muy lindo de entre 15 y 20 de Argentina, donde hay mucho compañerismo y mucho mate”, agregó. Además, resaltó que “hay mucho respeto entre todos los voluntarios, también en la calle donde tanto las hinchadas como los banderazos son más controlados porque no hay alcohol”.
“No puedo creer lo que estoy viviendo”
Francisco Maini es rosarino y es otro de los voluntarios argentinos que está colaborando en Qatar. A él le tocó trabajar en el sector de prensa, y se la pasa escuchando conferencias y pasando el micrófono entre los periodistas de distintas partes del mundo, además de asistir a quien lo necesita. “Me cruzo con los capitanes de las selecciones de distintos países y eso me impresiona muchísimo”, reconoció.
El martes pudo ir a la cancha a ver el partido Argentina contra Arabia Saudita. “Estaba shockeado por estar ahí, no podía creer estar viendo un partido en vivo, creo que estaba atontado”, reconoció el joven que ama el fútbol. “Nadie podía creer el resultado, hubo dolor, tristeza y sorpresa sobre todo”, contó después del enfrentamiento en el que debutó la selección nacional.
Los primeros días, cuando Francisco llego a Qatar, se sorprendió por la cantidad de camisetas argentinas, pero los que las vestían no eran argentinos sino árabes, indios o de otros países. “Acá decís que sos de Argentina y ya te quieren. Es por Messi, les parece lo mejor del mundo, es increíble”, destacó el rosarino fascinado al comprobar que la pasión por el jugador local no tiene fronteras.
Doha está llena de extranjeros y los hoteles colmados de hinchas, y fue tal la demanda que hasta hay cruceros estacionados en la playa que funcionan como alojamientos para extranjeros.
Según contó Maini, hay pequeñas canchas de fútbol construidas cerca de los alojamientos preparados para el Mundial. Uno de estos días los voluntarios argentinos armaron un “mundialito” y jugaron contra chicos de otros países y, para orgullo nacional, ganaron todos los partidos menos uno que lo empataron.
Ahora la expectativa está puesta en el partido de este sábado. Mientras tanto, los rosarinos que están allí disfrutan del show y la puesta en escena del espectáculo mundialista.
Periodista con vuelo propio
Marcelo Godino viajó a Qatar para vivir el Mundial bien de cerca. Es rosarino y tiene 50 años, llegó el domingo en un vuelo bastante directo, y se cruzó con muchos argentinos que llegaron a Qatar con combinaciones exóticas como es el caso de cuatro santiagueñas que hicieron cuatro escalas y se alojan en Oman, un país ubicado a mil kilómetros de Doha, la capital de catarí.
Godino contó a Ovación que se encontró con una ciudad de contrastes: “Es muy limpia y ordenada, y cuenta con un sistema de subtes ejemplar, más moderno que el de Dubai y están manejado por computadora, porque acá no hay choferes”. En cuanto a la seguridad Godino destacó que “es impecable en todos lados, en el subte y también en la cancha y seguramente contribuye la imposibilidad de tomar alcohol”, opinó.
La edificación de Doha, la capital de Qatar, es muy nueva: “No hay edificios construidos antes del 95 y a la vez hay terrenos baldíos en cualquier cuadra”, explicó el rosarino que está disfrutando del Mundial en el país árabe. Eso sí, no se puede pagar con otra cosa que no sea la moneda local, y sin embargo es un problema cambiar dinero. “En una casa de cambio había 25 ventanillas, de las cuales una sola hacía cambio de dinero y trabajaba con una lentitud increíble”, contó sorprendido el rosarino que perdió bastante tiempo en ese lugar.
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Unidos en la pasión. Godino y un hincha saudí en Qatar.
Según explicó Godino, Qatar no es un país futbolístico. “Acá no hay clima de Mundial, la gente acompaña el espectáculo, pero no es la pasión que vivimos en Argentina”, destacó, y puso como ejemplo que el domingo cuando se jugó el partido inaugural, donde los cataríes enfrentaron a Ecuador, en la ciudad se colocaron varias pantallas gigantes, pero finalmente una sola transmitió el partido. “Eso es impensable en Argentina”, acotó.
Como es sabido, en Qatar se construyeron 8 estadios únicamente para el Mundial, que después se van a desarmar. “Los estadios están a 62 kilómetros a la redonda. Argentina jugará el sábado en la misma cancha donde se enfrentó a Arabia Saudita, el estadio Icónico de Lusail, que se encuentra a 20 kilómetros al norte de Doha, en la ciudad de Lusail, creada especialmente para ubicar el estadio.
“Acá el 90% de la población es extranjera”, continuó Godino quien observó que en las áreas de servicio los que atienden son indios, paquistaníes y de Bangladesh. En cambio, los que trabajan en el petróleo son profesionales europeos.
Como todos los rosarinos, Godino fue eufórico al estadio a ver el debut de la selección. “Viví el partido con mucha ilusión en el arranque y después con gran desilusión y triste. Había muchos argentinos en la cancha, pero también muchísimos árabes porque están muy cerca. Ahora está todo puesto para que Argentina defina ante México”, subrayó.
En estos días que ya pasó en Doha, el periodista rosarino se cruzó con muchos argentinos, “más porteños que gente del interior”, aclaró y dijo que se estima que hay 40 mil argentinos allí. Y entre ellos hay de todo, están los que fueron a la primera fase, los que se quedan a todo el Mundial y los que especulan con quedarse. “También me encontré con argentinos que paran en Dubai y viajan hasta Doha para cada partido, lo que significa una hora y media en avión o 600 kilómetros por tierra”.
Desayunar en Doha puede costar entre 8 y 10 dólares, en tanto que una hamburguesa con una gaseosa, no menos de 20 dólares y por ser un país musulmán, no comen cerdo.
En cuanto al clima, entre las 11 de la mañana y las 14 la temperatura puede llegar hasta los 33 grados, pero después de las 17.15 ya es de noche porque ya están a un mes del comienzo del invierno.
En ese clima, los tres a su manera sueñan con un Mundial que empiece a sonreirle a la Argentina. Y a Messi. Como quiere todo el mundo. n