El pasado 14 de febrero se celebró el Día Mundial de las Cardiopatías Congénitas. No es casualidad que haya sido elegido el mismo día que San Valentín, ya que el corazón es uno de los símbolos más reconocidos. El principal objetivo de este día es poder informar a la población de los avances en el diagnóstico, los tratamientos y pronósticos de este tipo de afecciones.
Las cardiopatías congénitas son alteraciones en la anatomía del corazón, ya sea de las cavidades cardiacas, de los tabiques que separan las cavidades, de las válvulas o de los vasos que salen del corazón. Además, se denominan congénitas porque se nace con ellas.
Se estima que 1 de cada 100 recién nacidos nacen con una cardiopatía congénita. En la Argentina nacen 7 mil niños con cardiopatías al año, lo que equivale a unos 20 por día.
Tanto el conocimiento como los avances que existen en las técnicas de diagnóstico prenatal mejoraron mucho en estos últimos tiempos. Cuando se sospecha una cardiopatía congénita, se debe realizar un ecocardiograma fetal entre la semana 18 y 24 del embarazo, en manos de expertos especialmente capacitados en el diagnóstico prenatal. Esto es esencial ya que muchas de las cardiopatías también se diagnostican en edades adultas por lo que la detección temprana cobra gran importancia.
Como complemento se deberá realizar una ecografía morfológica detallada y un estudio genético.
En una primera instancia, el diagnóstico prenatal permite a la familia asimilar la enfermedad que va a tener su hijo, además de poder realizar los controles en el embarazo correspondientes. Esto nos permite poder planificar el parto en centros especializados en cardiopatías congénitas donde haya cirugía cardiaca y hemodinamia infantil, y donde el bebé puede acceder a una atención precoz.
Simples y complejas
Las cardiopatías congénitas se pueden dividir en dos grandes grupos: las simples y las complejas. Las simples -que en su mayoría son de excelente pronóstico- muchas veces se resuelven en forma espontánea a lo largo de la infancia conforme el niño crece, por ejemplo, una comunicación interauricular pequeña o un ductus arterioso. Muchas suelen pasar desapercibidas a lo largo de la infancia y se diagnostican de adulto.
Las complejas, en cambio, son aquellas que tienen un pronóstico variable y que requieren al menos una cirugía durante su vida para corregir el defecto. Suelen dar síntomas en los primeros días de vida. Estos pacientes necesitarán controles de por vida porque no están exentos de tener algún tipo de complicación que pueda requerir alguna intervención o procedimiento.
En el 10% de las cardiopatías congénitas no se puede realizar una cirugía correctora pero sí cirugías paliativas. Éstas son cirugías temporales que alivianan la sintomatología del paciente y les mejoran la calidad de vida.
Actualmente, más del 80% de los niños con cardiopatías llegan a la vida adulta. Son pacientes que deben vivir con esta enfermedad desde que nacen hasta que envejecen, con controles cardiológicos frecuentes y pudiendo requerir intervenciones por lesiones residuales. Es por eso que se debe abastecer al sistema de salud con profesionales capacitados que puedan asistir a estos pacientes.
Es imprescindible la detección precoz de las cardiopatías y el acceso a un tratamiento oportuno para mejorar el pronóstico y disminuir la mortalidad de los pacientes que padecen estas enfermedades y permitirles llegar a la adultez con una muy buena calidad de vida.
Dra. Carolina Arce. Cardióloga especialista en cardiopatías congénitas del niño y del adulto. Grupo Oroño