El verano es una estación en la que solemos tomarnos vacaciones y tenemos más tiempo libre. Esto implica cambios en nuestras rutinas que tienden a traer alteraciones en nuestra forma de alimentarnos. Comidas fuera de casa y/o a deshora, poco tiempo en la cocina y mayor picoteo son algunas de las costumbres que favorecen una alimentación incorrecta.
Por estas razones, en esta época del año es recomendable elaborar un calendario para organizar mejor las comidas durante la semana: en la variedad está la clave.
A su vez, es importante reducir el consumo de comidas chatarra (por ejemplo, helados, snacks o hamburguesas) debido a que son ricas en grasa, sodio y azúcares que aportan muchas calorías con poco valor nutricional. Es por eso que a continuación te dejamos algunos consejos para que una alimentación sana en verano.
1. Ingerir alimentos ricos en agua
No es ningún secreto que hay que beber una determinada cantidad de agua al día para hidratarse bien en verano. Lo que mucha gente no sabe es que los alimentos ricos en agua pueden satisfacer hasta el 25% de las necesidades de líquidos de una persona. Nos referimos principalmente a la fruta y la verdura, que, además de hidratar, aportan valiosos micronutrientes.
2. Optar por comida refrescante
Ayuda al organismo a mantener su frescura. Para ello, consumir alimentos que se caractericen por ser refrescantes, dado que muchos de ellos también son ricos en agua. Algunos ejemplos son el tomate, la espinaca, el pepino y, dentro de las frutas, podemos mencionar la sandía y el melón .
3. Comer verduras asadas
La digestión produce calor, algo que los científicos denominan termogénesis de los alimentos. Según este principio, cuanto más difíciles de digerir sean las comidas, más calor producirá el cuerpo. Para evitarlo, en lugar de carne, podemos disfrutar de verduras a la parrilla.
4. No olvidar los minerales
Los deportistas no son los únicos que pierden más líquidos en verano. Incluso sin hacer ejercicio, con el sudor se pierde algún mineral importante y es necesario reponerlo a través de la alimentación y los líquidos que se ingieren.
Para conseguirlo,se recomienda comer muchos alimentos frescos con un buen contenido de carbohidratos complejos, como legumbres, arroz (si es integral mejor), alguna pasta que se pueda consumir fría en ensalada, panes y vegetales.
5. Cocinar también en verano
Las verduras asadas o crudas y las ensaladas refrescan de adentro hacia afuera, pero requieren que el sistema digestivo trabaje más. Para aprovechar esta sensación, conviene mantener un equilibrio entre ingerir alimentos crudos y alimentos cocidos.
6. Optar por porciones pequeñas
Comer varias comidas pequeñas al día en lugar de platos grandes tiene ventajas, especialmente durante los meses más cálidos: el sistema digestivo tiene que trabajar menos y, por lo tanto, se produce un menor calor interno. Consumir porciones pequeñas ricas en agua a lo largo del día nos refresca desde el interior. Un picoteo saludable y pequeñas porciones de fruta son una fuente de salud, que ayuda a evitar los antojos y los atracones de dulces habituales.
7. Una cena ligera
Cuando aumenta la temperatura, puede suceder que nos cueste dormir por la noche. La carne, las papas fritas, la comida rápida y los alimentos con muchas grasas, por lo general, son muy pesados para el estómago. El organismo trabajará más para hacer la digestión, lo cual puede empeorar el sueño.
La hidratación, clave
Las altas temperaturas exponen a los riesgos de la deshidratación, razón por la cual remarcamos que el agua es un nutriente crucial para nuestra vida. Su baja ingesta o reemplazo por bebidas gaseosas, azucaradas y alcohólicas, además, puede favorecer numerosas enfermedades.
La ingesta diaria de 2 litros se considera suficiente en las mujeres y 2,5 litros en los hombres; se deben incrementar cuando las temperaturas son altas y cuando hacemos actividad física ya que se pierde más líquido por la sudoración.
Dra. Jorgelina Ciribé - Medica Nutricionista. GO Medicina Estética