Nos ordenamos. Los que tengan palos pasen adelante. Avancemos. Tres órdenes con
un megáfono bastaron para que, poco después las 12, una columna de aproximadamente 500 personas
identificadas con remeras amarillas de la Asociación de Trabajadores de la Industria Láctea de la
República Argentina (Atilra) avanzara como por un viaducto desde el Patio de la Madera hasta San
Luis e Iriondo. Allí se enfrentó ferozmente con dos centenares de militantes de la seccional local
del gremio, que defendieron la sede sindical de lo que denunciaron como un intento de toma
organizado por la conducción nacional. La batalla duró 40 minutos, con la policía como espectadora,
e incluyó palos, cadenas, piedras, bombas y balas. Terminó con un muerto y 18 heridos, tres de
ellos de bala.
El enfrentamiento entre el sindicato que representa a los trabajadores de la
industria láctea de la zona de Rosario con el consejo directivo nacional del gremio es de vieja
data. Pero en los últimos días ganó en violencia. Los dirigentes del gremio local denunciaron que
el jueves pasado unos 200 manifestantes alineados con el consejo directivo que dirige el
sunchalense Héctor Ponce llegaron desde distintos puntos del país al centro de distribución de
Sancor en la ciudad, donde irrumpieron sin obstáculo y apalearon a los delegados gremiales de esa
planta, todos alineados con Atilra Rosario. El objetivo final, señalaron, era forzar un cambio en
esa representación.
La regional local que conduce Víctor Vega organizó ayer una asamblea para
repudiar ese ataque y prevenir lo que era un secreto a voces en ese ámbito: la movilización de
militantes de Atilra desde distintos puntos del país a Rosario para "aleccionar" a la única filial
discordante con la línea del gremio nacional. Así se lo hicieron saber el lunes en una nota al
secretario de Seguridad provincial, Carlos Iparraguirre.
Que el escenario era de conflicto quedó claro en la concentración, desde las 9
de la mañana, de militantes de distintos gremios y organizaciones sociales (Amsafé, ATE, Aceiteros,
APDH, entre otros) frente a la sede sindical de San Luis entre Veramujica e Iriondo, en apoyo de
Atilra Rosario. La inquietante presencia, a pocas cuadras, de una veintena de personas denunciadas
por los gremialistas locales como integrantes de la barrabrava de Central, aportó lo suyo.
Pero el fuerte dispositivo dispuesto por la policía de la provincia para
acompañar el acto fue la evidencia más fuerte de que la cosa había sido tomada en serio. Incluso,
pasadas las 11 de la mañana, cuando se confirmaban las noticias de que las columnas de colectivos,
trafics y autos particulares fletados por Atilra nacional desde Córdoba, Sunchales, ciudad de Santa
Fe, Buenos Aires y Entre Ríos se aproximaban a la zona de la Terminal, el operativo se amplió y los
efectivos cortaron los accesos en un radio de al menos dos cuadras a la redonda. Uno de los retenes
se instaló en Córdoba y Cafferata, pero no impidió el paso de los manifestantes, que bajaron frente
al club Plaza Jewell’s, formaron y avanzaron.
Como en un ring. Así, el cerco policial se convirtió en los límites de un ring,
y el pasaje Gould y la calle Iriondo en una carretera por la que el ejército de remeras amarillas
avanzó sin obstáculos hasta San Luis, donde los esperaban, en guardia con palos y piedras, los
"verdes" de Atilra Rosario. No hubo previa. El choque fue mano a mano, intenso y sangriento. Los
policías formaron un cordón, pero cincuenta metros al costado, hacia el lado de Cafferata. Filmaban
y resistían estoicamente los reclamos de intervención de un grupo de dirigentes de la CTA que
directamente los acusaba de haber creado una zona liberada.
La guardia verde, mientras tanto, logró repeler a los amarillos. En el repliegue
por Iriondo, hacia Córdoba, la lluvia de piedras fue acompañada de balazos y bombas. En el medio
ardió una Ford Ecosport, episodio que detonó finalmente la intervención policial y de los bomberos.
En la calle Rioja, a la altura del 3400, quedó el cuerpo de Héctor Cornejo, un cordobés que formaba
parte de la columna de Atilra nacional, herido de muerte por una bala que le atravesó el pecho