Mientras la veda impone una paz breve antes de las Paso, los candidatos y los espacios políticos ponen a punto su tablero de control y se preparan para la batalla interpretativa que se abrirá después del escrutinio sobre quiénes son los ganadores y los perdedores de las primarias.
A diferencia de lo que sucede en una elección presidencial, en las elecciones legislativas no hay un vencedor, sino -como mínimo- 24: al menos uno por cada provincia. Y eso será recién en noviembre, cuando se defina la distribución de bancas del Congreso. Mañana se dirimirán candidaturas y los equilibrios de poder interno en cada partido o alianza.
Como sucede desde hace dos décadas, el resultado de la provincia de Buenos Aires marcará el pulso nacional de la elección. Allí el comando central del Frente de Todos apuesta a que la lista que encabeza Victoria Tolosa Paz sume más que la suma de los votos de los dos rivales internos en Juntos por el Cambio: Diego Santilli y Facundo Manes.
Sin embargo, Santa Fe es un distrito clave -se eligen este año nueve diputados y tres senadores- y la competencia interna en las tres principales alianzas le inyecta otro atractivo a las primarias.
En los distintos búnkers locales del peronismo, JxC y el Frente Amplio Progresista aseguran que están enfocados en su interna. Además de los votos de cada lista, prestarán atención a los votos totales de la alianza y los contrastarán con los de sus rivales en las generales.
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Aquí cada cual se aferrará al dato que más le convenga mostrar: ser el precandidato individual más votado o el que recibió más apoyos dentro del espacio que conquistó más votos en total.
También prestarán atención a una serie de datos que inquietan en los laboratorios electorales: la asistencia electoral -que se prevé más baja respecto a Paso anteriores-, el voto en blanco y el voto nulo, tres síntomas de malestar con la dirigencia política.
Las Paso definirán los candidatos para las generales y ganadores y perdedores en las 24 provincias.
Hipótesis
“El primer paso es ver cómo queda configurado el poder dentro de cada una de las listas, ver cuáles son los liderazgos dentro de cada espacio”, dice un dirigente del peronismo, atravesado por la pulseada entre Agustín Rossi y Omar Perotti.
Con el correr de los días vendrán análisis más finos, señala un integrante de la cocina electoral de un espacio opositor. Por ejemplo, medirán la “rentabilidad electoral” -que surge de comparar el nivel de conocimiento con los votos obtenidos-, pondrán la lupa en los distritos donde la cosecha electoral estuvo por debajo del promedio y tratarán de identificar el perfil del voto de los rivales -tanto internos como en otras coaliciones- para ir a la pesca de cara a las generales.
Antes de las elecciones -y con un resultado abierto en las tres principales alianzas- las hipótesis sobre la estrategia post 13 de septiembre son poco más que dibujos en la arena.
Tanto en el espacio que aglutina al PRO, la UCR y la Coalición Cívica como en el Frente Progresista creen que según el resultado en Juntos por el Cambio -sobre todo, si la lista final es muy amarilla- una parte del histórico voto frentista podría migrar al FAP.
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En JxC apuestan a compensar eventuales fugas con el aporte de quienes se quedan en la casa en las primarias y finalmente participan en el tramo decisivo. “El votante que no va a las Paso y se suma en las generales es mayormente nuestro”, sostienen.
En el peronismo lo relativizan. “Es la primera vez que tienen primaria para definir candidatos, hay que ver si de esta elección sale un piso o un valor razonable en función de que tuvieron una interna de cuatro listas”, deslizan desde el PJ.