La cara de Mónica Fein lo decía todo: cuando poco antes de las 22, en el Patio de la Madera, los candidatos del Frente Progresista, Cívico y Social salieron en pleno a dar sus números, la sonrisa de la intendenta fue la más amplia de todas. Había logrado dar vuelta una elección que en las Paso le había sido esquiva o al menos más amarga de lo que esperaba. Por eso, tras lo que definió como una campaña “muy difícil y reñida”, en la que primero debió limar asperezas con su adversario interno, Pablo Javkin, y luego disputar la cosecha de su rival del PRO, el triunfo que la llevará a su segundo mandato consecutivo terminó siendo doblemente valioso. Fein no se cansó de repetir que el suyo será de ahora en más “un gobierno realmente de coalición” y afirmó que “Rosario le da un ejemplo al país: que se puede gobernar con diversidad de pensamiento, pero con un proyecto en común”.
El diputado provincial Eduardo Di Pollina fue el encargado de subir al escenario en el búnker del Frente Progresista para proclamar la victoria oficialista en todos los cargos de la elección.
Con los márgenes ultraexiguos que se vislumbraban en el escrutinio provisorio para la categoría de gobernador —hasta ese momento, incluso, levemente adversos— la de Di Pollina no era una tarea fácil.
Por eso, los dos puntos que a esa hora de la noche ya le daban ventaja a Fein sobre Ana Martínez, la candidata del PRO, tuvieron el peso simbólico de traccionar todos los festejos, respaldados además sin medias tintas por la elección del gobernador Antonio Bonfatti a primer diputado, la de Miguel Angel Cappiello a senador y la de muchos otros postulantes a cargos ejecutivos y legislativos en la provincia.
La cara de alegría de la intendenta lo decía todo. Fue, por lejos, la más exultante arriba del escenario.
De entrada, el clima electrizante que había mantenido en vilo a militantes oficialistas pareció aflojarse con las primeras palabras de la intendenta, que arrancó agradeciendo a propios y ajenos.
“¡Buenas noches querida ciudad! Ciudad del trabajo, de los emprendedores, de la cultura, una ciudad que hace tantos años demuestra que se puede hacer política de una manera diferente y que lo sigue haciendo”, dijo la intendenta, quien valoró el “ejemplo democrático que dieron los rosarinos yendo a votar” (de hecho, sufragó mucha más gente que en las primarias).
Y para demostrar que había tomado cabal nota de la lección de las Paso acerca de la necesidad de alcanzar mayores acuerdos dentro del Frente, reiteró sucesivas veces un fuerte agradecimiento a sus aliados (a Javkin, su rival en las primarias, lo nombró en más de una ocasión), así como a todos los militantes de los partidos de la coalición. Que, hay que reconocerlo, no se cansaron de alentarla durante el acto.
Fein también felicitó a sus “adversarios” porque “la democracia que hoy ejercitamos nos obliga a reconocer al otro y a trabajar con el otro”, aseguró, para rescatar el “ejemplo” que Rosario le dio ayer al país: “Que se puede gobernar con diversidad de pensamiento, pero con un proyecto en común”.
De hecho, en diálogo con la prensa unos minutos después, no descartó cambios en su gabinete, incluso antes del 10 de diciembre. “Veremos”, dejó picando, aunque una y otra vez adelantó que buscará ejercer un “gobierno realmente de coalición”.
Fein admitió que los vecinos le “dieron un mensaje” y prometió lanzar una “amplia convocatoria”, consciente además de que le tocará “gobernar con una gran diversidad de fuerzas políticas” en el Concejo.
Aun así, rescató el voto de confianza que la dejará nuevamente al frente del Palacio de los Leones. También pidió una “mirada más integral sobre Rosario” y llamó a “todos los sectores sociales y políticos a defender la ciudad”, en una tácita alusión a las estigmatizaciones que, con y sin razón, pesan cada vez más sobre ella.