—¿Eso implica que el vice sea un radical del interior?
—La fórmula tiene que expresar lo que uno quiere proyectar como gobierno, y esos son dos condimentos. El hecho de que haya alguien de otro partido y de otra región serían atributos muy positivos para una fórmula, pero todavía es muy temprano para ponerle nombre a eso.
—Pensando en un votante que puede estar pensando a quién elegir en la interna de Juntos por el Cambio, ¿por qué debería inclinarse por Rodríguez Larreta en lugar de Patricia Bullrich?
—En primer lugar, en términos de credenciales de buen gobernante —y los números de aprobación y reconocimiento así lo indican— en sus ocho años como jefe de gobierno Horacio Rodríguez Larreta hizo grandes transformaciones en la ciudad. No sólo en materia de infraestructura, que son muy evidentes –las ves desde el Paseo del Bajo hasta los viaductos—, sino en temas que hacen a los bienes públicos esenciales que uno espera de un gobierno, como salud, educación y seguridad. Vamos a terminar el mandato con la tasa de mortalidad infantil más baja de toda la historia de la ciudad y la más baja del país. Los índices de seguridad son los mejores de los últimos 27 años en la ciudad, producto de una gran transformación en la policía y la incorporación de tecnología. La cantidad de días efectivos de clases es 192, la más alta del país. Esa credencial de buen gobernante se proyecta al resto del país. En segundo lugar, es alguien muy preparado para ser presidente. Toda una vida trabajó para esa oportunidad. Tiene una visión de país, cree en la formación de equipos, no en el personalismo de que una persona puede cambiar todo. En tercer lugar, y esta es la propuesta de valor más disruptiva en la política Argentina, él cree que para el tipo de transformaciones que tiene que llevar adelante la Argentina se necesita de un gobierno que tenga un apoyo político muy amplio. Horacio tiene una frase muy ilustrativa: dice que en cualquier país, también en la Argentina, con el 50% de los votos lográs ser presidente pero no te alcanza para gobernar y llevar adelante las transformaciones que hay que hacer. Esto significa no solamente aprobarlas un día, como podría ser una ley del Congreso, sino que ese cambio dure en el tiempo, una idea que incluyó en su video de lanzamiento. Es verdad que es muy difícil, que nunca se hizo en la Argentina esta suerte de gran coalición a favor de un programa de reformas y de un programa de desarrollo para la Argentina. Pero el otro camino, el de pensar que por ganar una elección y contar con una porción de la sociedad, podés arremeter contra intereses arraigados, ya mostró que tiene recorrido corto. Podés tener algún episodio de reformas, pero tiempo después hay un contra episodio de contrarreforma que te deja dos pasos atrás. Cuando mirás la experiencia internacional, que es un poco el sesgo que yo tengo para todo, ves en la región ejemplos muy buenos de países que en algún momento tuvieron un punto de inflexión. Brasil entre los dos gobiernos de Fernando Henrique Cardoso y el primero de Lula. Chile, a la salida de la dictadura con la Concertación. Uruguay, en la tríada de gobiernos de Tabaré, Mujica y Lacalle Pou. Son gobiernos con signos ideológicos distintos, pero con un mismo programa de desarrollo. Horacio plantea que un buen presidente sería aunar los acuerdos para que Argentina tenga un plan de desarrollo, que trascienda en el tiempo más allá incluso de su propio gobierno.
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—En el mensaje de este lunes Rodríguez Larreta dijo que iba a apoyar en Caba a un candidato del PRO en la interna. ¿Ese nombre es Jorge Macri o puede ser otro?
—Efectivamente, él ya había anunciado que él, como integrante y gobernante del PRO, va a trabajar para que el PRO siga gobernando la ciudad. Y, por lo tanto, para llegar a un candidato único que se enfrente con Martín Lousteau, que hasta hoy es el otro precandidato por el radicalismo. El PRO hoy tiene tres candidatos: Jorge Macri, Fernán Quirós y Soledad Acuña. En las próximas semanas vamos a trabajar dentro del partido y en interconsultas con todos los líderes del PRO para ver quién es el mejor candidato. Tenemos toda la voluntad de conversar para tener un solo candidato y poner todo el apoyo político detrás suyo, empezando por el de Horacio y el de todos los integrantes del gobierno, para que gane la elección.
—¿Cómo toman el hecho de que Macri, siendo el fundador del partido, la relación que tiene con Rodríguez Larreta y el rol dentro del espacio, haya hablado de “desilusión” respecto a las elecciones concurrentes? Es una palabra fuerte.
—Es una expresión muy genuina del presidente Macri, que marca como siente una decisión que correspondía al rol institucional del Jefe de Gobierno. En este caso, fijar la fecha de la elección en la ciudad. Lo que se buscó, en primer lugar, en un momento donde hay fatiga con la política y una expectativa de mucha austeridad, es ahorrarle a los porteños la posibilidad de tener que ir seis domingos distintos a votar si se hubieran separado las elecciones, esto nos hace votar tres veces en vez de seis. En segundo lugar, lo que hizo Horacio fue estrictamente cumplir con la ley: hay un Código Electoral de la ciudad que establece que las candidaturas para los cargos de la ciudad se realizan con boleta única, papel o electrónica; lo hicimos en 2015. Estrictamente, lo que hizo fue unir las dos cosas: elección unificada y que cada grupo de cada elección se realice con su sistema de voto. Así ocurre en Santa Fe, que hace varios años que tiene la boleta única en papel, en Córdoba, en Salta, en Neuquén. Creo que pasados estos días de mayor expresión de diferencias en torno a esta decisión va a resurgir lo más importante que une a Rodríguez Larreta, Mauricio Macri y María Eugenia Vidal: cómo la Argentina tiene una agenda de crecimiento. Somos muy conscientes de que el sistema de votación no está entre las primeras preocupaciones de los ciudadanos, que quieren poder elegir a quien quieran y que esa persona tenga una visión de país.
—Algunos dicen que habiéndose pronunciado Macri y Bullrich en contra, esta decisión de Rodríguez Larreta era la prueba de autoridad que debía dar.
—Esa misma inquietud la escuché cuando Horacio se plantó ante el gobierno nacional para mantener las escuelas abiertas, cuando se plantó ante el gobierno nacional para defender los recursos de la ciudad en materia de seguridad y ahora lo escuchamos con esto. En realidad, son todos episodios de un ejercicio de autoridad muy firme que tiene Horacio. Sin la estridencia de gritar o adjetivar personalmente, pero siempre ejerciendo su rol de gobernante, pensando en qué es lo que más conviene a los vecinos de la ciudad y ateniéndose a la ley. Esta es otra decisión dilemática que, como pasó en otras oportunidades, el jefe de gobierno asumió y demostró tener toda la firmeza y el carácter para tomar la decisión que entiende es la más beneficiosa para los vecinos de la ciudad. Sabiendo que siempre, en toda decisión de este tipo, hay alguien que puede no estar de acuerdo.
Foto: Celina Mutti Lovera / La Capital
—Un interrogante, que habrá que ver cómo se resuelve entre las Paso y las generales, es cómo retener votos de Bullrich y que no migren hacia Milei en el caso de que Rodríguez Larreta gane la interna. ¿Es una discusión en el laboratorio de Larreta?
—Es muy importante que en el trayecto hasta las Paso y de las Paso hasta la primera vuelta Juntos por el Cambio evidencie una unidad que trascienda el resultado de las primarias. Más allá de que obviamente de cara a las Paso cada uno defenderá su posición, es muy importante que todos los dirigentes tengan un sentido de responsabilidad colectiva. En la medida en que hagamos eso, un porcentaje mayoritario no solo de la coalición sino de la sociedad entenderá que Juntos por el Cambio es la única opción opositora al gobierno que tiene la dimensión, la escala, la representación territorial en todo el país y el liderazgo —que yo aspiro a que sea el de Horacio Rodríguez Larreta— para llevar adelante las transformaciones que la Argentina necesita. La sociedad es cada vez más consciente de que la elección se juega el domingo —donde puede dar un mensaje de enojo, frustración o vocación de cambio— sino también el lunes a la mañana: la pregunta es quién se va a hacer responsable por gobernar. Ahí es donde Juntos por el Cambio sigue teniendo una ventaja respecto a cualquier otra opción opositora.
—Hablando de enojo y frustración, la semana pasada vimos el ataque a Berni después del asesinato del chofer de colectivo. ¿Ven la posibilidad de un estallido tipo 1989 o 2001? ¿Se pueden canalizar electoralmente esos sentimientos?
—El nivel de pobreza e indigencia, de deterioro social y de falta de trabajo que generó el gobierno de Alberto Fernández alimenta una dinámica de frustración y angustia social muy grande, que incluso a veces la expresan opciones más extremas dentro del sistema político. Sin embargo, a diferencia de otros periodos de la Argentina, en la oposición está Juntos por el Cambio, que es una fuerza muy responsable para mantener la cohesión social y evitar la anomia. Dimos una muestra de esto cuando fuimos nosotros los que ayudamos a aprobar el acuerdo con el FMI. De no haber sido aprobado, Argentina hubiera entrado en default y una dimensión desconocida. La sociedad está muy impaciente en ver un cambio y la política tiene que ser también muy responsable en no meterse en discusiones que alimentan esa frustración. Para la gente las discusiones importantes son cómo tener más trabajo, cómo hacer que tu hijo en busca de oportunidades no se vaya del país. Horacio Rodríguez Larreta dice que la primera prioridad del próximo gobierno es estabilizar la economía y darle a la sociedad el primer bien público: la capacidad de planificar con tu sueldo. Para eso va hacer falta mucho acuerdo entre las fuerzas políticas. El año pasado con Horacio fuimos a Israel. Nos entrevistamos con todos los responsables del plan de estabilización. En la década de 1980 Israel tenía 500% de inflación anual. Como decían algunos, era parte del paisaje. Shimon Peres, y está el documental de Netflix para verlo, generó un gran acuerdo entre las fuerzas políticas para definir a la inflación como un enemigo nacional. Si nosotros hacemos eso y le mostramos a la sociedad que la política se puso los pantalones largos para estabilizar la economía y tener reformas progresivamente van a volver a confiar en los gobiernos.
Foto: Celina Mutti Lovera / La Capital
—En Santa Fe se está por lanzar el frente de frentes, ¿Rodríguez Larreta tiene algún candidato predilecto en la provincia?
—En Santa Fe, nuestro partido está muy bien representado en distintos liderazgos: Anita Martínez, Gabriel Chumpitaz, Gisela Scaglia y, por supuesto, Federico Angelini. También quiero mencionar muy especialmente a Jorge Faurie, un santafesino que anduvo mucho tiempo por el mundo. Pero igual que en la ciudad de Buenos Aires, nosotros entendemos que en Santa Fe la fortaleza como oposición y alternativa de gobierno está en reforzar la unidad de Juntos por el Cambio e incluso ampliarlo con el frente de frentes. Por eso tenemos un diálogo permanente con Pablo Javkin, con quien entendemos que está haciendo todo lo que está a su alcance para luchar con el gran flagelo del narcotráfico. También tenemos un gran diálogo con el radicalismo, porque entendemos que hoy la sociedad demanda esfuerzos de unidad. Vamos a hacer todo lo posible para que en la provincia de Santa Fe nuestros candidatos del PRO tengan una opción pero mirando siempre a la unidad de Juntos por el Cambio y del famoso frente de frentes, una idea que Horacio Rodríguez Larreta viene planteando hace mucho tiempo, porque vimos en la ciudad de Buenos Aires las grandes ventajas de construir una coalición fuerte.
—Le pregunto sobre su mirada del escenario internacional. Es un mundo turbulento, en transición. ¿Qué oportunidades y amenazas ven para la Argentina?
—Es un mundo muy distinto al que le tocó gobernar a Mauricio Macri. Es un mundo más exigente por la tensión entre Estados Unidos y China. Está impactado estructuralmente por la invasión de Rusia a Ucrania, que rompió el orden internacional. Con toda la inestabilidad y el drama que esto supone, la Argentina tiene una gran oportunidad de protagonizar algunas cadenas globales de valor. En primer lugar, la Argentina tiene un motor de crecimiento posible en alimentos. La invasión de Rusia a Ucrania quitó de la perspectiva de producción a todo lo que se llama la pampa ucraniana, con lo cual la demanda de alimentos en el mundo se volvió más dramática; de hecho, se instaló el concepto de seguridad alimentaria. Ahí la Argentina tiene un rol para cumplir. Por empezar, esta provincia, que explica casi el 25% de las exportaciones de la Argentina y esta zona, el gran Rosario, es el segundo puerto de embarque de alimentos más grande del mundo, después de Nueva Orleans. Segundo, la demanda de energía: Rusia dejó de ser un proveedor confiable de gas y la Argentina, tiene una oportunidad clarísima para licuar el gas y exportarlo en barcos. Tercero, minerales: producto también de la aceleración de las consecuencias del cambio climático, el mundo va hacia modos de energía renovable. Europa acaba de sacar una medida que plantea que para el 2035 no van a funcionar más autos a combustión. Van a usar baterías eléctricas, que llevan litio, y nosotros tenemos la segunda reserva más grande junto a Chile y Bolivia. Cuarto, turismo: somos una zona de paz y tenemos todas las bellezas climáticas que ya sabemos, pero nos falta conectividad. Quinto, las industrias basadas en el conocimiento: hoy la Argentina tiene las condiciones para ser una potencia global en este sector. No solamente las puntocom; hoy Rosario tiene industrias basadas en biotecnología y la ingeniería que está demandando el mundo, por la buena combinación entre la producción agroindustrial, el complejo universitario y el capital humano que viene a emprender a Rosario. En síntesis, es un mundo que va a exigir mucha mayor consistencia en posiciones de política exterior.
—¿Cuáles deberían ser los ejes de la política exterior?
—No se puede, como hace el gobierno de Alberto Fernández, decirle a cada uno lo que quiere escuchar porque terminás quedando mal con todos. Al mismo tiempo, se requiere una política exterior que tenga como imperativo el desarrollo de Argentina, no la ideología oel prejuicio. Tenemos que comerciar con China y aprovechar todas las oportunidades que tengamos, y al mismo tiempo dejar en claro al mundo que nosotros somos un país democrático, que defiende los derechos humanos, que tenemos un compromiso con la democracia en la región, sin peros. Entonces, hay que condenar a Cuba, Nicaragua y Venezuela, que son dictaduras. Tenemos temas de seguridad nacional que requieren una conversación más profunda con China. Por ejemplo, alrededor de temas del Atlántico Sur, la pesca ilegal en la milla 201, su presencia en una posible base logística de en Tierra del Fuego. Hace falta una política exterior mucho más seria y consistente que la actual, que es pura improvisación.