Maximiliano Pullaro patea el territorio provincial con un ojo en la crisis y otro en el calendario electoral.
Por Mariano D'Arrigo
Maximiliano Pullaro patea el territorio provincial con un ojo en la crisis y otro en el calendario electoral.
En octubre, el presidente del bloque de la UCR en la Cámara de Diputados de Santa Fe realizó dos giras: una por el sur y otra por el centro-norte de la provincia.
Más allá de las particularidades de cada distrito las demandas de los dirigentes se repiten. La primera es económica. “Los recursos no están llegando a los municipios y comunas —advierte Pullaro—. De los 3.500 millones de endeudamiento del gobierno provincial, solamente llegaron 600 millones”.
El segundo pedido de los caciques radicales es político: que los dirigentes gambeteen las peleas. Que cedan y se pongan de acuerdo.
Al calor de la crisis el ex ministro de Seguridad fue puliendo un perfil opositor duro. Dice sobre el gobierno de Omar Perotti: “Es muy malo, pésimo, no se involucró en ninguna de las principales problemáticas de la provincia, las transfirió a los gobiernos locales o planteó la imposibilidad de resolverlo. Así lo hizo con las quemas en las islas, la pandemia, la deuda del Estado nacional con la provincia. Es un gobernador muy raro, al que le cuesta mucho tomar decisiones, y no tiene un programa para Santa Fe”.
El jueves, el secretario de Articulación de Políticas Públicas de la provincia, Marcos Corach, lo chicaneó en Twitter: “Como ministro se ocupó de agravar cuanto problema se cruzó por su camino. Ahora, como opositor, se encarga de detectar supuestos problemas de gestión del gobierno”. “Le gustan los problemas al diputado. A nosotros, en cambio, nos gustan las soluciones. Eso es lo que nos diferencia”, disparó el rafaelino.
Ampliar la coalición
Pullaro considera que el 2021 es importante, pero que el 2023 es definitorio. “Tenemos que repensar el marco de alianzas del radicalismo”, sostiene.
La tarea es armar una coalición amplia. Evita la expresión “frente de frentes”. ¿Puede entrar Amalia Granata? Pullaro no le cierra la puerta: “Tengo muy buena relación con ella en la Cámara, como la tienen todos los legisladores. Es una persona muy trabajadora, le daría potencia a un frente opositor”.
Y agregó: “En la Cámara votamos la mayoría de las cosas con Amalia, Cambiemos, y el bloque de Mayoraz. No me parece mal si nos ponemos de acuerdo en cinco políticas de Estado, como obra pública, educación, seguridad, reforma del Estado y salud”.
No es el único interesado en sumar a la ex mediática. También desde la casa matriz del PRO buscan sumar a la ex mediática para encabezar la lista de diputados nacionales por Santa Fe.
La diputada provincial tiene varios activos para ponerse sobre la mesa en una eventual negociación: no necesita instalación ante la opinión pública y en su primera experiencia política consiguió 287 mil votos y casi deja tercero al peronismo.
Es cierto que el bloque celeste se partió en tres y Granata quedó en un bloque unipersonal, pero eso no quita que sea una figurita tentadora de cara a unas elecciones que determinarán la composición del Congreso en la segunda mitad del mandato de Alberto Fernández.
En el socialismo creen que la invitación a Granata es un fuego de artificio. Una provocación, una forma de estar presente en la agenda.
Igual, en el PS reconocen que Pullaro dio un salto en su carrera política. “Primero pasó de ser un joven dirigente radical a ministro de Seguridad, y ahora se consolidó como un referente provincial”, elogian en el partido de la rosa.
Objetivo 2023
De todos modos, cerca de Lifschitz consideran que la hipótesis de la UCR como estructurador de un gran frente opositor chocó contra la realidad. “Mucho de lo que vaya a suceder se define en Buenos Aires, como la interna del PRO y del radicalismo, a lo que hay que agregar los pedidos de los intendentes; son muchos factores que no son ordenables”, analizan. La apuesta, subrayan, es consolidar y ampliar el Frente Progresista.
Así, los caminos de Pullaro y del antecesor de Perotti parecerían bifurcarse. Sin embargo, el dirigente radical reconoce que habla mucho con el presidente de la Cámara baja y desliza: “No me imagino al radicalismo por un lado y Lifschitz por el otro, imagino algo más grande. Por más que tengamos enfrente un gobierno de tres puntos si no tenemos potencia electoral y organización es difícil ganar. El peronismo es un hueso duro”.
Lo cierto es que más allá de la estrategia electoral que cada uno adopte todos coinciden en el objetivo: volver a la Casa Gris.
Desde diciembre Pullaro trabaja su proyecto para ser gobernador. Por ahora no dice si en ese trayecto habrá una escala en el Congreso: la provincia elige nueve diputados y tres senadores.
“Voy a colaborar en un armado electoral para ganar —sostiene—. No quiero ser funcionario, diputado. Quiero estar en la primera fila cuando volvamos a la Casa Gris, ser parte de la generación que recupere el gobierno de la provincia y no lo pierda nunca más”.