La presidenta se mostró emocionada desde que comenzó su alocución, cuando dijo que la lluvia que caía era "una bendición". Saludó primero a Lula (lo llamó "compañero presidente, porque cuando uno ha ejercido la presidencia como lo ha hecho Lula nunca deja de ser presidente"), luego a Scioli (lo llamó "compañero y gobernador"), y finalmente al intendente local, Mario Ishii y al jefe de Gabinete y candidato a la gobernación bonaerense, Aníbal Fernández.
El momento de mayor efusividad del discurso de la presidenta se produjo cuando se refirió al aluvión de inmigrantes que se dirige a Europa para escapar de la guerra en los países del norte de África y de Medio Oriente. En particular aludió a la foto del nene sirio Aylan Kurdi, que murió cuando intentaba cruzar el mar Mediterráneo junto a su familia.
"Por favor, que nadie nos venga a poner de ejemplo a algunos países del norte. Yo no quiero parecerme a países que dejan morir chicos en las plazas. Eso no es de cristianos, es decadencia cultural. Se andan tirando a los inmigrantes de un país a otro como si fueran bultos. Nosotros, un país de inmigrantes y que recibió a nuestros abuelos, somos un ejemplo", clamó.
Y enfatizó: "No quiero parecerme a nadie que le dice que se tiene que ir a una piba de 15 años que se quiere quedar a estudiar. No quiero parecerme a los que dejan que se muera gente en las bodegas de los barcos. Ni a los que crean un muro a lo largo de su frontera para que no pasen los de al lado, que son los que sostienen el trabajo y la producción del país. Quiero ser como nosotros, trabajadores, jugados por el desarrollo y la industria", clamó la mandataria.
"Por eso, mi querido compañero Lula, por eso Daniel, hay que redoblar el esfuerzo", agregó.