"El debate necesario es sobre la nueva impronta del trabajo y no sobre el costo salarial", afirma a La Capital el dirigente, en el marco del XVI Foro Internacional de Ciudad, Comercio y Turismo, realizado días atrás en la Capital Federal.
Acerca de la convocatoria de Macri, Tarrío asegura que asistirá con expectativa. "Veremos qué nos dice (el mandatario). No creemos que hable solamente de economía. Las pymes deben ser fuertemente consideradas porque representamos al sector que más mano de obra genera en la Argentina", advierte.
—¿Qué valoración hace del plan económico y del poder de compra del salario argentino?
—El salario podría decirse que está en una línea de flotación, aunque el gobierno no hizo un ajuste desmesurado, mantuvo planes sociales, se endeudó y lo seguirá haciendo al menos por dos años más. Tendría que crecer mucho la inversión y el mercado interno, hay sectores que en algún momento tendrán que pagar la deuda.
—¿Qué desafío enfrentan las pequeñas y medianas empresa en esta etapa?
—Necesitan modernizarse, están atrasadas. Necesitamos capital de trabajo, ayuda del gobierno. Pero, mientras tengamos Lebac al 28 por ciento, es comprensible que el crédito bancario sea caro en la Argentina.
—¿Ven, al igual que el gobierno, que el salario es un problema para la rentabilidad de las empresas?
—Iremos a la convocatoria del presidente a escuchar lo que proponga, pero tenemos un punto de vista. Sobre todo por la gran presión tributaria que alcanza el 42 por ciento de la facturación total. Respecto del salario argentino, es normal, tal vez no es el más barato de Latinoamérica y, seguramente, a alguna gente no le alcanzará. Pero el problema es el empleo informal, que de pronto le sale más barato al empleador pero más caro al país.
—¿Y cuál es la discusión que le interesa dar sobre el empleo?
—Sobre las nuevas formas de empleo, la tecnología y cómo se adapta un convenio salarial antiguo a los nuevos tiempos. Queremos discutir la nueva impronta del trabajo en la Argentina y no el costo laboral, aunque sabemos que es alto. Pienso en nuevos fenómenos, en el trabajo domiciliario y cómo se regula esa actividad. El tema que planteamos es involucrar a los tres actores: los trabajadores, las empresas y el Estado argentino.
—Según trascendió, en el gobierno de Cambiemos creen que la representación gremial, tal cual la conocemos, no debería continuar...
—Vemos necesario el cambio de las formas a partir del nuevo tipo de trabajo, pero creemos que la representación gremial sigue siendo necesaria, igual que la empresaria, y el gobierno como árbitro u observador. Porque, de lo contrario, se anarquiza todo. Así se llega a acuerdos y el sistema funciona. Corresponde que los actuales actores del mundo del trabajo sigan estando presentes. Por el contrario, creemos que debe modificarse el tema de los juicios laborales. Hay pymes que pierden un juicio de más de un millón de pesos y eso les decreta la muerte.
—Respecto de los juicios laborales, ¿no cree que hay cierta cultura empresaria con inclinación a no pagar los aportes que corresponden, hasta que un día le explota el problema y suele ser tarde?
—Eso último hoy ya no tiene tanta incidencia, aunque es cierto: hay en la naturaleza humana una actitud de pagar lo menos posible. En eso colabora la alta presión tributaria de la Argentina. Respecto de la informalidad, perjudican los planes de ayuda social, porque eso favorece el trabajo en negro para no perder la ayuda estatal.
—Con las medidas que asoman, queda en claro que se apunta a un impuesto clásico de las provincias argentinas: ingresos brutos.
—Ingresos brutos es el impuesto más regresivo. Usted fabrica un vaso y se aplica ingresos brutos tres veces, en el distribuidor, el mayorista y el minorista. Y, a veces, hay más actores en la cadena. En la Came estamos elaborando una propuesta integral tributaria y también sobre la reforma laboral. Pero no quiero adelantar su contenido porque todavía faltan detalles, la están trabajando los contadores.
—Pasando en limpio la reforma laboral que propondrán, ¿el salario de bolsillo del trabajador se mantiene, baja o sube?
—No, ninguna reforma laboral admite que bajen los salarios, esa es la verdad.
—Pero si hay fuerte presión sobre las paritarias, y crece la desocupación, existe inflación y los salarios pueden ir a la baja de todos modos...
—Tenemos que estar expectantes sobre qué inflación viene para trabajar los aumentos de precios. Días atrás me contaban que en un país de Asia un primer ministro expresó que el aumento de sueldo debe ser el Indec (inflación oficial) más el dos por ciento, al menos por los primeros cuatro años, y luego un punto más. Nos parece algo muy razonable.
—Si la inflación estuviera bien medida, posiblemente muchos trabajadores acepten esa propuesta. Pero no es, en promedio, lo que viene ocurriendo en 2016 ni en 2017.
—Tenemos el caso de Empleados de Comercio, con el que firmamos un 20 por ciento. Pero calculo que habrá una actualización de unos 4 puntos por cláusula gatillo. La inflación estaría terminando el año en un 24 por ciento.
































