Manuel Mora y Araujo no espera variaciones en las elecciones presidenciales del 23 de octubre respecto a lo que ocurrió en las primarias. El sociólogo y consultor político publicó hace algunos meses un libro interesantísimo para entender los procesos ciclotímicos del país político: "La bipolaridad argentina".
En una entrevista con LaCapital, Mora y Araujo (quien disertó en un encuentro organizado por la Fundación Libertad) asegura que el "progresismo kirchnerista" es otra fase de esa bipolaridad.
-¿Cree usted que podrá haber alguna variación en los resultados de las elecciones del 23 de octubre respecto a lo que sucedió en las pasadas primarias?
-No es esperable una variación. Todo puede suceder, desde luego; pero la probabilidad estimada de un resultado sustancialmente diferente es bajísima.
-¿Qué factores cree que han traccionado más para esta diferencia a favor de la presidenta?
-Primero, la buena situación económica del país. Segundo, la buena comunicación del gobierno. Además, tercero, las falencia casi increíbles de los candidatos opositores.
-Habla usted en su libro de la bipolaridad argentina. ¿En qué estadío de la bipolaridad se encuentran hoy los argentinos?
-Evidentemente estamos en una fase "positiva", por lo menos en un aspecto, el relativo a la satisfacción con el gobierno. La presidente Cristina de Kirchner se encuentra en niveles altos de aprobación. Es imposible saber cuanto durará esta fase, pero es presumible que se trata de un ciclo que está en el punto alto de una curva. Lo que viene será probablemente menos positivo.
-¿La bipolaridad argentina tiene que ver con la teoría del péndulo?
-Desconozco cual es la teoría del péndulo. La opinión pública en general es pendular. Recordemos la frase de Jefferson: "Y el pueblo es otro cada tanto tiempo". Mi percepción es que en la Argentina se pendula más que en otros lugares.
-¿Los argentinos se han enamorado del "progresismo K" o es apenas una nueva fase de la bipolaridad?
-Yo creo que es una fase de bipolaridad. Hace dos años la presidenta estaba con niveles de aprobación muy bajos, inferiores al 30 por ciento. Es difícil llamar a la fase actual "enamoramiento". Por lo demás, en todo caso no es una afinidad con el "progresismo", sino con los buenos resultados de la economía. La gente normalmente no se pregunta por las teorías que eventualmente explican por qué las cosas funcionan o no funcionan.
-¿La economía ha sido la razón fundamental de la victoria de Cristina?
-Sí, razón fundamental. La correlación entre la aprobación a la presidente, y también la intención de voto, y la valoración que hace la gente de la situación económica, es muy alta.
-¿Qué dice su última encuesta sobre el escenario electoral del 23 de octubre?
-No hay más encuestas "mías". Ahora soy nada más que un asesor de Ipsos Opinión Pública. Los datos de las encuestas los entrega directamente Ipsos, es política de la empresa. En términos generales, vienen anticipando tendencias electorales en la línea de lo sucedido.
-¿Qué incidencia tiene el tan meneado "relato" oficialista?
-Creo que el "relato" es una cosa y otra cosa la comunicación del gobierno y de la presidenta-candidata. Podríamos decirlo así: el relato lo narra bien, pero no es tanto la letra lo que se registra sino la música.
-¿Cuál es su mirada sobre la actual oposición política en la Argentina?
-Me parece casi penosa. No hay manual de comunicación política que pueda listar tantos errores juntos: en el plano estratégico, en el del mensaje, en el de la producción creativa de la comunicación... Todo mal. Y, sobre todo, la insistencia sin rectificaciones en las propuestas personalistas, que la sociedad rechaza.
-¿Cree que a partir del 23 de octubre varios opositores deberían dar un paso al costado de la política electoral nacional?
-La mayoría de ellos están en situación de dar un paso al costado. No soy yo quien deba decirles qué tienen que hacer, desde luego. Pero puedo opinar; pienso que la mayoría de ellos ha agotado su ciclo. Rescato de la oposición a Hermes Binner; su irrupción en la política nacional es más reciente y es el único que está mostrando una pendiente de signo positivo, todavía puede crecer. Le veo futuro. En su oferta hay frescura, hay sintonía con demandas del electorado. Creo que ganaría si se permitiera un poco más de libertades en sus propuestas. Ese apego algo excesivo al "progresismo" puede entenderse desde la necesidad de definir una identidad, pero lo restringe innecesariamente a una gran parte del electorado para la cual el progresismo no significa nada. Las sociedades esperan hoy de sus dirigentes innovación en lo que proponen. Para ponerlo en un ejemplo simple: Uruguay pasó de Tabaré Vázquez a Mujica. Tabaré fue un gran presidente y un líder político, pero estaba atado a sus dos orígenes: el progresismo del Frente y el catolicismo que le puso límites en temas familiares; Mujica no tiene límites, se permite pensar con amplios grados de libertad y dice lo que piensa sin remilgos. Es un dirigente más apropiado para esta época.
-¿Le otorga alguna chance a Binner?
-Las chances de dirigentes en este estilo de política personalista no son predecibles. Dependen de circunstancias volátiles. Es como el rating en la televisión. Lo que le falta a la política argentina es organización, canales de participación democrática, construcción de identidades grupales y no sólo de dirigentes, que son como actores televisivos (me gusta/no me gusta). La mayor falencia no es de candidatos sino de líderes políticos capaces de construir organizaciones representativas, eso que solíamos llamar "partidos", una palabra que hoy está en descrédito.