Mariano Torcal | Bío | Politólogo, profesor de la Universidad Pompeu Fabra de Barcelona y de numerosas universidades europeas y estadounidenses. Vino a Rosario invitado por la Facultad de Ciencia Política de la UNR
Mariano Torcal | Bío | Politólogo, profesor de la Universidad Pompeu Fabra de Barcelona y de numerosas universidades europeas y estadounidenses. Vino a Rosario invitado por la Facultad de Ciencia Política de la UNR
Con inconfundible acento catalán, Mariano Torcal diagnostica sobre el nuevo populismo global: "Todos estos nuevos partidos, sean de izquierda, derecha o centro, tienen un factor común. Son un aglutinador de las críticas contra el sistema de representación político". Torcal, profesor de la Universidad Pompeu Fabra de Barcelona, vino a Rosario invitado por la Facultad de Ciencia Política para participar de un coloquio internacional. Habló con La Capital en una mesa de un restaurante después de dar una conferencia en la "Siberia" de título extenso pero explicativo: "La politización de la confianza en las instituciones de representación. La institucionalización inestable". Su análisis, como se ve, pasa siempre por este meridiano: cómo absorben, cómo metabolizan, las instituciones de la democracia representativa los shocks que significan figuras como Trump o Bolsonaro y las razones del desapego ciudadano por las instituciones que se corporiza en esas figuras algo repelentes.
Por suerte, dentro de ese diagnóstico hay cierto lugar para el optimismo, o al menos, el alivio. Estos nuevos actores "no se atreven a cuestionar a la democracia, pero sí a los mecanismos de representación", acota Torcal, que remarca que estos populistas pueden ser de "izquierda, de derecha o de centro", a diferencia de quienes han descubierto con escándalo recién ahora el populismo, cuando viene con el signo de derecha.
—Estos actores cuestionan a "la política" pero ellos son nuevos políticos. Este sería el truco. Se presentan como "outsiders" aunque Bolsonaro tenga 27 años como diputado federal.
—Sí, pero todos venden la misma historia. Esto va creciendo desafortunadamente cada vez más, a partir de un descontento generalizado, aunque el término correcto es "desafección". En Europa se lo llama voto de protesta. Antes había participación de protesta pero esto ha ido aumentado y ahora hay un voto de protesta.
—Pero en algunos casos el sistema de partidos se sostiene, como en España, donde después de todo hoy gobierna el PSOE. Y hay otros casos, como Italia, donde el sistema de partidos ha colapsado.
—En España no ha habido colapso porque existen partidos muy cimentados; pero sí se plantea una paradoja muy fuerte. Porque frente a partidos que se han consolidado con una ley electoral muy mayoritaria, el que vote por fuera sabe que está tirando su voto. Y sin embargo se sigue apostando por partidos que están infrarrepresentados, como Ciudadanos (cuarto partido nacional), pero los votan de manera consciente frente a la lógica del equilibrio mayoritario del sistema de partidos ("equilibrio duvergiano", precisa el profesor Torcal). Esto de por sí es sintómatico y grave, nunca había pasado. Y que los votantes estén dispuestos a sacrificar su voto en partidos mal representados, a pagar el costo transaccional de votar a una opción que será castigada, demuestra el nivel de cambio que existe. Hay sistemas que han colapsado, como en Italia, que es un proceso de larga historia, ya había habido un primer colapso en el año 94. Luego el sistema se reestructuró con la coalición de centroderecha de Forza Italia y El Olivo de centroizquerda, parecía que se había estabilizado pero de pronto ha vuelto la crisis. Hoy queda solo el Partido Demócrata, que ha sobrevivido, pero vamos...
—En Francia ha colapsado el histórico Partido Socialista, y algo parecido está pasando en Alemania con el SPD...
—Se juntan varios problemas, el más básico es que los Estados nacionales no han sabido generar instancias de gobernanza supranacional, en donde la ciudadanía juegue un papel. Inventamos las reglas democráticas para los Estados nacionales, y cuando a estos Estados se los está vaciando de contenido, tomando decisiones que generan muchos perdedores, con la globalización, llega un momento en que esto tiene que estallar. El ciudadano no encuentra una opción política, prueba con una nueva, luego otra, tampoco funciona, ¿qué queda? Bueno, el voto de protesta.
—La globalización es el factor común de estos procesos. En el caso europeo es manifiesto, pero en América latina, que se benefició en los años 2000 como exportadora de bienes primarios, también aparecen estos fenómenos.
—Claro, naturalmente. En Europa es mucho mas agudizado, porque si bien tenemos un mecanismo de gobernanza supranacional, la Unión Europea, los ciudadanos no se sienten parte de ella. El problema, en su naturaleza es muy semejante. Incluidos los Estados Unidos.
—Trump es un antisistema pero es un republicano.
—Eso es muy peculiar del sistema norteamericano, con unas primarias muy abiertas. Con Trump ocurre que ninguno de los dos partidos se lo tomó en serio, pensaron que sería un fenómeno que iba a morir por el camino. Cuando de repente se convierte en el candidato (republicano) lo que no puede ya es perder la presidencia y menos con Hillary Clinton, y allí se activa un mecanismo de identificación partidista. Mucha gente votó por Trump pero otra lo hizo porque era el candidato republicano. A la vez, dentro del partido es muy contestado, de momento lo aguantan porque no les queda otra. Una hipótesis que tengo es que el Partido Republicano tiene miedo a que plantee: "No me deja trabajar el Partido Republicano, rompo, hago mi partido", que lleve a una fractura o un nuevo partido. Da mucho miedo, sería un proyecto político viable.
—Pero habitualmente percibimos que eso en EEUU no va a ocurrir, que el bipartidismo es casi eterno...
—Sí, pero puede pasar porque ha pasado en la historia estadounidense. Por ejemplo en 1866, en 1896, ha habido fracturas que han generado realineamientos. Ahora, desde el poder y la victoria electoral de Trump, esta alternativa es viable. El es la élite de la élite pero juega al líder contra la élite y le funciona. Puede plantear el "no me dejan": con el muro, con otros temas, ir contra el Partido Republicano y activar una escisión junto al sector más duro o una posiblidad de refundar. Es muy claro, el establishment del partido le tiene mucho miedo a Trump. Por eso de momento tiene su respaldo, creo que acabaría si en las elecciones intermedias de ahora, tiene un fracaso enorme,eso daría legitimidad al partido para comenzar a distanciarse de Trump.
—Por lo que se sabe, estas elecciones intermedias no serán fáciles para Trump.
—Yo era más optimista, dado que a mí no me gustaría que Trump siguiese como proyecto político viable, ahora no lo soy tanto, creo que se está estabilizando. En la Cámara baja puede que sí (que ganen los demócratas), en el Senado lo dudo. Hay Estados donde puede que los republicanos estén perdiendo pero no lo suficiente para perder a su senador o congresista. Entonces el escenario de cambio tiene que ser mucho más radical que el que se observa. El otro día vi un estudio de un señor que contabiliza las mentiras de Trump en Twitter y otras redes sociales. Iba por más de cinco mil, todas comprobadas. Pero él sigue allí, incombustible. En cambio a Bill Clinton casi lo fusilan. Hay mucha polarización y esta finalmente también beneficia a Trump. Por más mentiras que le presenten, el que ya es de Trump, lo será aún más.
visitante. "Hay un descontento generalizado, que desafortunadamente va creciendo"