De esta competencia y de los días agitados del G 20 porteño salieron recién horneados varios acuerdos con Argentina, dos al menos con beneficios directos para Rosario y la región. Con Estados Unidos se acordó el financiamiento de un poliducto que unirá Vaca Muerta con San Nicolás. Habrá más energía abundante en la región. De nuevo: el proyecto existía hace tiempo, se iba a hacer igual, pero el G 20 aceleró la firma de la ayuda financiera de Washington. China no se quedó atrás, al contrario. Su empresa ferroviaria estatal CRCC invertirá 1.089 millones de dólares para renovar las vías del San Martín Cargas, que van de Cuyo a Rosario. Son 1.020 km que traerán con más agilidad cargas al puerto local.
En el plano nacional, China amplió el swap de monedas y Trump, como se sabe, fue clave para que el FMI aprobara el auxilio de 57 mil millones de dólares que permite al país no entrar de nuevo en default. De nuevo, la puja global de las dos superpotencias se aprovecha desde Buenos Aires.
Argentina, además, fue el escenario de un armisticio logrado in extremis en la guerra comercial que sacude al mundo, la declarada entre Estados Unidos y China, precisamente. Es claro que más allá de este accidente de calendario y geografía, el gobierno de Macri ha sabido ubicarse en el punto medio del conflicto geopolítico del momento y hasta ahora sabe sacarle provecho al choque de titanes. A cada uno le pide una inversión, y hasta ahora las consigue. Es lo que corresponde hacer a un país chico como Argentina, que por tamaño de su PBI no podría figurar en el G20 como señalan con saña y furia muchos fuera y, lo más sorprendente, dentro del país.
En cuanto a la ansiada declaración final, al leer sus 31 puntos no pocos se preguntan a qué vino tanta tensión y expectativas y para qué tanto ir y venir de los "sherpas" de las cancillerías. Valga como ejemplo el punto 7. "Tomaremos acciones para erradicar el trabajo infantil, el trabajo forzado, la trata de personas y la esclavitud moderna en el mundo del trabajo, incluso mediante el fomento de cadenas de suministro sostenibles". Los estadistas también destacan "la importancia de la educación de las niñas" y "la coordinación entre el empleo y las políticas de equidad y calidad educativa". Y el punto 22, sobre energías: "Reconocemos el papel crucial de la energía para ayudar a dar forma a nuestro futuro común y alentamos transiciones energéticas que combinan el crecimiento con la reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero hacia una energía más limpia, sistemas más flexibles y transparentes, y cooperación en materia de eficiencia energética". Todo el temario se trata en este tono genérico y evocativo. Por esto nadie se acuerda de estas declaraciones a pocas horas de ser presentadas con pompa magna ante el mundo entero.
Como asunto de fondo, el G20 y otros foros multinacionales más o menos institucionalizados son "lo que hay", en cuanto a gobernanza global. A casi un siglo de la fallida Sociedad de las Naciones, la ONU y este tipo de grupos sin sede ni staff permanentes es lo que ha podido lograrse. El sistema internacional seguirá dominado por las dinámicas bilaterales, con China vs EEU como pelea de fondo que de las próximas décadas. El sistema de Estados-nación está lejos de disolverse paulatinamente en una legalidad supranacional.