A fuerza de desmentidas y monosílabos, Miguel Lifschitz sorteó ayer con habilidad la presión mediática que se le abatió ni bien ingresó al Teatro Municipal de Santa Fe para recibir el diploma oficial que lo acredita como gobernador santafesino para el período 2015-2019.
El actual senador rosarino negó haberse reunido con el candidato presidencial del FpV, Daniel Scioli, (fuentes consultadas ratificaron ayer lo publicado el domingo por La Capital) con el secretario de Seguridad de CFK, Sergio Berni, o que su futuro ministro de Seguridad vaya a ser el radical Maximiliano Pullaro, pero tampoco descorrió ningún velo sobre su elenco de colaboradores, en cuyos nombres muchos creen que se verá no sólo la nueva relación de fuerzas dentro del Frente Progresista surgido a la luz de las estrechas cifras comiciales obtenidas, sino la de la propia interna del Partido Socialista.
Nada hay más desmentido en la provincia de Santa Fe que Bonfatti, Binner y Lifschitz son exponentes de la fenomenal trifulca socialista que a duras penas logran mantener en sordina.
A punto tal que una de las noticias que ayer desmintió (¿desmintió?) el gobernador electo fue titulado por un portal de noticias nacional afirmando que "para diferenciarse de los errores de su antecesor" Lifschitz pondría de ministro de Seguridad "a un radical enemigo de Binner".
La entrega de diplomas a las nuevas autoridades elegidas por el voto popular es uno de los actos simbólicos por excelencia. A diferencia del más importante —el de la asunción, en el que el gobernador recibe los atributos del poder y jura— en la entrega que hace el Tribunal Electoral están todos juntos. De todos los partidos y en un pie de igualdad. Una especie de "acá están, estos son".
Claro que siempre los aplausos se los lleva el primus inter pares, o sea el principal referente del partido que hubiere ganado las elecciones a las que refieren los diplomas.
Y ese fue el caso en el Teatro Municipal, ayer, de Lifschitz, no de su antecesor Hermes Binner, quien, en plena campaña por su senaduría nacional, fue sentado en primera fila.
Antonio Bonfatti no fue ayer a retirar su diploma de diputado provincial. Estuvo presidiendo un acto por el Día de Industria a pocas cuadras de allí.
El Tribunal Electoral, presidido por Roberto Falistocco, entregó en la categoría gobernador y vicegobernador sus diplomas a Roberto Miguel Lifschitz y a Carlos Alcides Fascendini; a los 19 senadores departamentales titulares electos; a los 50 diputados provinciales electos (28 por el Frente Progresista, 10 por el Frente Justicialista para la Victoria, 10 por Unión PRO Federal y 2 por el Frente Social y Popular).
Sentido común. "Los cambios van a ser con sentido común, diálogo y racionalidad. Yo quiero sentar en una mesa a las máximas autoridades de la policía, a los referentes del Poder Judicial y a los legisladores. Tenemos que ponernos de acuerdo para mejorar la situación de seguridad", fue uno de los alardes que hizo ayer Lifschitz de su habilidad para generalizar eludiendo responder una y otra vez por definiciones que la prensa buscó sacarle sin éxito, tras aseverar que tiene claro que la seguridad es el desafío que lo espera sobre el escritorio de gobernador no bien se siente en él.
Aunque deslizó que "hay varios temas apremiantes", que pasan por "profundizar cambios y también por hacer los ajustes que sean necesarios".
"No hemos empezado aún las reuniones con el radicalismo, así que todavía no tenemos definiciones", mensuró el gobernador electo, y le respondió al diputado peronista Omar Perotti negando que "exista vacío de poder en la provincia".
Lifschitz evitó traslucir lo mucho que lo enojaron los papelones sucesivos del gobierno de Bonfatti en materia de conmutaciones de penas (Caso Mattioli), limitándose a opinar que se trata de una cuestión en la que se debe "ser prudentes" y que está de acuerdo con el decreto de autolimitación que firmó el Ejecutivo como salida política improvisada.
Quizás el dato más relevante de la jornada de ayer es que confirmó que hoy se reunirá con el presidente del comité provincial de la UCR, Mario Barletta, en una entrevista que —se piensa— estará destinada a pasar el peine fino sobre los nombres del futuro gabinete provincial.