Hoy, con 42 años, Santoro es legislador porteño por Unidad Ciudadana y polemista televisivo. Y le advierte a La Capital sobre los desafíos de la oposición y las fortalezas del macrismo. "La centroizquierda no tiene nada que esperar de la UCR", define el dirigente.
—Como legislador de la oposición, ¿qué visión tiene sobre la hegemonía política del PRO, que ya lleva más de una década gobernando la Capital Federal?
—Creo que tienen gestión profesional en algunas áreas, con todos los recursos de una ciudad muy rica, y que a su electorado natural de centroderecha, los sectores favorecidos de la ciudad, se agrega una intervención fuerte en el último decil, en las villas. Las están urbanizando y ponen recursos de contención social. Ganan las elecciones también ahí. Los gobiernos neoliberales, no sólo el macrismo, han aprendido que sus políticas generan necesariamente exclusión. Por lo tanto, se da una política de Estado presente para los sectores más perjudicados, mientras se da un empobrecimiento paulatino y permanente del gran parte de la sociedad. El macrismo va midiendo todo el tiempo el conflicto social, de manera que no los sorprenda una crisis.
—El menemismo, también constituyó una alianza socioeconómica sólida entre la base de la pirámide social y las clases medias favorecidas y altas. ¿El macrismo también consigue capturar sectores populares de tradición en peronista?
—En la Ciudad de Buenos Aires se da ese fenómeno. En el resto de país, tal vez menos. La diferencia es que Carlos Menen tenía un acuerdo explícito e institucional con el PJ oficial y sectores sindicales. El macrismo consiguió una alianza social algo oculta, pero muy eficaz con los más pobres. Además, el discurso de los medios privados oficialistas penetra con mucha potencia, incluso entre los sectores que son las víctimas principales de la concepción económica dominante.
—La dirigencia radical actual sostiene la políticas de Cambiemos, aunque sean totalmente contrarias al programa histórico de la UCR, y no se produce ninguna crisis. ¿Leopoldo Moreau y usted tuvieron un mal cálculo en ese sentido?
—No interpelamos al partido ni a los militantes de la UCR. Nosotros, que nos reivindicamos alfonsinistas, nos dirigimos a las nuevas generaciones. La UCR ya puso a Domingo Cavallo como ministro en 2001, ahora acepta a un hombre de la Shell como titular de Energía (Juan José Aranguren), siendo el partido que nacionalizó el petróleo y creó YPF. La centroizquierda no tiene más nada que esperar de un partido que se asumió como partido del poder. La UCR tomó lo peor del peronismo y define una presunta contradicción deportiva, peronismo-radicalismo, que no expresa el verdadero conflicto político de la Argentina.
—El PJ y sus aliados comenzaron a discutir una posible estrategia de unidad para 2019. ¿Con qué discurso deberían plantarse: ambiguo y conciliador con sectores que han apoyado al gobierno durante dos años o netamente opositor?
—Siempre es mejor decir lo que pensás, lo contrario es antiético y políticamente ineficiente, la gente se da cuenta. Sin embargo, hay que hacer una correcta evaluación política: es cierto que la sociedad mayoritaria se empobrece, que el sector externo argentino empeora, pero también que el bloque de poder que sostiene a la coalición gobernante está sólido. El macrismo no está en crisis. Genera algunas decepciones, hay fisuras, pero crisis es una caída abrupta, una ruptura de la realidad y eso no está ocurriendo de manera generalizada. Muchos argentinos que hoy retroceden lo perciben, se van readaptando. Incluso perciben que el año próximo tampoco van a mejorar. Pero conservan una expectativa de largo plazo. La idea de la "ilusión" está presente y sería un error soslayarla. De todos modos, la crisis llegará, tarde o temprano, como respuesta al programa del gobierno. Pero hoy no hay crisis.
—Y retomando la idea de unidad opositora...
—Esa unidad no es de los dirigentes, de arriba para abajo. Debe ser la unidad de los sectores agredidos por el actual modelo, de abajo hacia arriba. Pero, por ahora, no se ve un salto político significativo de esos sectores. Si no, deberíamos tener mucho más conflicto político en el Gran Buenos Aires o en Rosario. Hasta hoy, la protesta activa por las tarifas de la clase media no constituye un conflicto político que ponga en crisis al macrismo. Cuando se habla de unir al kirchnerismo con Sergio Massa o Miguel Pichetto para ganar en 2019, advierto que, al menos hasta ahora, la segunda opción electoral del votante de Massa y afines está más volcado a Macri que a una oposición consistente.