La fragmentación social y política argentina quedó estampada ayer en dos
postales antagónicas con sendos actos multitudinarios, cobijados por la misma bandera y en ambos
invocando a la figura del "pueblo" que los sectores en pugna dicen representar. Suena anecdótico
contabilizar a la masa que nutrió cada concentración. El país quedó escindido, partido al medio,
como se encargó de graficar la televisión, rayando la pantalla en las imágenes simultáneas en la
plaza de los Dos Congresos y en el Monumento a los Españoles.
Los dos actos fueron demostraciones de fuerza en la
antesala de la crucial votación en el Senado, que debe aprobar la ley que sancionó Diputados sin
modificaciones, como aspira el oficialismo, o rechazarla y abrir el debate para su modificación,
como pretenden la oposición y parte de un peronismo que se asomó rebelde a la Casa Rosada. Hasta
ayer, unos y otros decían contar con la mayoría, pero ello se develará recién hoy en la Cámara
alta, que deberá sesionar bajo la presión que impuso la calle en ambos márgenes de la vereda.
En las dos tribunas no hubo lugar para el medio tono e
imperó, como a lo largo de estos tres meses de conflicto, la estridencia. Gritó Néstor Kirchner
desde el palco montado a espalda del Congreso. Lo mismo hicieron Alfredo De Angeli y Eduardo Buzzi
desde el escenario armado en el bucólico Palermo.
El ex presidente y titular del PJ volvió a ligar el reclamo
del campo con actitudes "golpistas". Apeló, nuevamente, a la anatematización del noventismo y a las
políticas neoliberales para contrastar los logros conseguidos en su gobierno.
La otra tribuna. A 50 cuadras de allí y subido a la otra tarima, el presidente
de la Federación Agraria sostenía que el gobierno de los Kirchner sigue privilegiando "a los que se
enriquecieron en los noventa". Verbigracia: con el menemismo.
Tronó también la voz ronca de De Angeli, encargado de abrir
el fuego de los ruralistas. Dijo, en tono de advertencia o amenaza, que los senadores que voten por
el oficialismo no van a poder volver y caminar tranquilos cuando retornen a sus pagos.
Desde ambas tribunas también se hicieron constantes
apelaciones al poder de los jóvenes, a la construcción de un futuro y a un país que merezca ser
vivido, al valor de la democracia y a la defensa de los alimentos de los argentinos.
Kirchner dijo que, fuera cual fuere el resultado de hoy en
el Senado, esa decisión se tiene que respetar. Los ruralistas contestaron, a la distancia, que si
no se archiva la resolución 125 (la que impuso las retenciones móviles) el conflicto sigue.
Si hubo algo en común en las dos manifestaciones fue
composición transversal. En ambos confluyeron partidos de izquierdas, piqueteros, referentes
peronistas, sindicalistas gordos y flacos, dirigentes probos y de los otros; los infaltables
arribistas.
En un momento, el tema de las retenciones y qué se hace con
el dinero que se recauda, pareció situarse en un segundo plano. Fue Buzzi, en su discurso, el que
lo ubicó en su dimensión política. Dijo que "del corazón sojero salen las retenciones, pero la obra
pública no se hace. La autopista Rosario-Córdoba hace años que debería estar hecha".
Sería exagerado afirmar que la Argentina tocó fondo, porque puede ser que
se haya sacado hasta al fondo, por lo que la caída puede ser indefinida si no prima la sensatez y
el sentido común: un recurso, que a diferencia de la soja, no abunda. l