El director de Poliarquía, el sociólogo Eduardo Fidanza, reveló que de acuerdo a la consultora de opinión, Rubén Giustiniani encabeza la interna del Frente Progresista sobre Antonio Bonfatti y Mario Barletta “en términos de mayor nivel de conocimiento, mayor nivel de aprobación y reconocimiento de la trayectoria”. Sin embargo, en una entrevista con La Capital, dijo que avizora un final “muy parejo” entre los contendientes.
—¿Cómo explica la renuncia de Ernesto Sanz a la interna radical?
—No tengo el ánimo de absorber al radicalismo pero sí de ponerlo en contexto. Se critica a los radicales por su tendencia al internismo, pero hay que recordar que (tal vez junto al socialismo) son orgánicamente comparables a partidos organizados de otras democracias del mundo. Y en ellos son normales los procesos internos. Lo que sucede aquí es que el partido dominante (o el movimiento) resuelve con contundencia y con métodos “sui géneris” sus cuestiones internas. Los partidos que lo hacen más racionalmente son acusados de internismo. Dicho esto, reconozco que evidentemente el proceso interno de la UCR no lo favorece porque acentúa el estigma y se ven conductas muy poco consistentes. No se explica cómo el senador Sanz, después de haber pedido las internas, se baja de ellas. Esas inconsistencias, que algunos llamarán traiciones, son penadas por el electorado.
—¿Pero qué es lo que pide concretamente el electorado?
—Actitudes claras, programas claros, franqueza. Adicionalmente, Alfonsín se apresuró un poco con su candidatura presidencial. Y lo que tenemos ahora es a Julio Cobos pensando, a Alfonsín también reflexionando. Creo que después de esto Sanz queda afuera.
—Pino Solanas dice con los socialistas sí, con los radicales no. Los socialistas están en plena interna. El Peronismo Federal podría ir con Macri pero Macri no quiere ir detrás del Peronismo Federal. Parece un rompecabezas con pocas garantías para el electorado.
—La gente no está viendo alternativas, y hay que considerar que las cuestiones ideológicas son secundarias. La gente busca liderazgo de gobierno. Entonces, más allá del aprecio al kirchnerismo, ve en la presidenta capacidad de gobernar, y en la oposición no la ve.
—¿Cuáles son los problemas de la oposición?
—Uno es de orden programático. La clase política argentina tiene muchos más acuerdos de fondo que los que pareciera representar esta polémica permanente. Pero hay una especie de corte con la centroderecha, representada por Macri, y eventualmente un centroprogresista representado por la UCR y el socialismo. Pero mire, vayamos al plano del capricho: hay mucha mezquindad con el tema de que todos quieren ser candidatos. Si al menos el 50% de los electores no va a votar al kirchnerismo, ese porcentaje merece generosidad política.
—Parece un escenario parecido al de 1995, con el famoso voto cuota.
—Claramente. Cuando analizamos los factores en que se sustenta la popularidad de la presidenta y la intención de voto vemos una vertiente que se parece al 95, que es el consumo. Los que consumen más tienen una mejor imagen del gobierno, pero también se advierten fenómenos de adhesión acentuados después de la muerte de Néstor Kirchner, fundamentalmente en sectores juveniles. Ahí la oposición está en deuda, el kirchnerismo parece haber encontrado no sólo contenidos sino lenguaje y tecnología más atractiva para los jóvenes que los que ofrece la oposición.
—También funciona bien el marketing del gobierno a la hora de plasmar ese discurso.
—Sí. Han encontrado formas atractivas (a veces equívocas) de presentar los acontecimientos. Por momentos atractivas pero no del todo honestas.
—¿Qué le llama la atención de la campaña santafesina?
—Santa Fe, después de haber tenido uno de los sistemas electorales más retrógrados, hizo un giro muy importante y pasó a tener un sistema electoral que hoy es el modelo de lo que eventualmente va a ser la primaria nacional.
—¿Qué dice la encuesta de Poliarquía?
—Poliarquía está trabajando con el senador Giustiniani, que nos ha pedido asesoramiento. La encuesta la hicimos hace un par de meses, cuando el proceso no se había iniciado. No preguntamos intención de voto porque era lejano pero sí lo que tenemos es una ventaja de Giustiniani sobre Bonfatti y Barletta en términos de mayor nivel de conocimiento, mayor nivel de aprobación y reconocimiento de la trayectoria. Esto planteado en el contexto. Creemos en Poliarquía, sin embargo, que terminará siendo una elección muy pareja porque Bonfatti no es conocido ni es relevante, pero ser el postulante del gobierno le da una ventaja relativa para compensar. El radicalismo también tiene sus aspiraciones con Barletta, quien es intendente de Santa Fe. Sin embargo el candidato más apreciado en esta campaña es Giustiniani.
—¿Y cómo están Rossi, Bielsa, Perotti y Mercier?
—Quiero decirle algo: en el momento de esta encuesta el peronista mejor posicionado era el que después no participó, Obeid. Va a ser muy interesante esa primaria, y el desafío será saber, y es difícil, cuál de las dos internas va a convocar más gente. Sabemos que esa convocatoria puede ser el preludio de quién puede estar adelante en una elección general. Insisto con lo que dije: tenemos esos datos a favor de Giustiniani, pero consideramos que será una competencia muy pareja. Se trata de una competencia que se gana con mejor estrategia, con más habilidad.
—En el plano nacional, lo que parece reflejarse ahora es que ningún partido opositor llega al 30 por ciento.
—Tal cual. Tenemos a Cristina entre 40 y 45 puntos y a la oposición lejos, en el orden de 20 puntos, con una leve ventaja de Macri pero de ninguna manera decisiva. Y con una gran fragmentación. Pienso que es indefectible que la oposición vaya a una condensación de la oferta. Hay mucha lógica en restablecer lo que se llamaban tres tercios en el 2010. Eso lleva a una confluencia del socialismo, el GEN, la UCR y algunos más. Por otro lado, si hay una conjunción de la centroderecha, será con la bandera y el programa del PRO y con Macri. Y ahí el Peronismo Federal, si quiere estar, quedará en un plano secundario.
—Es extraño ver a los peronistas como furgón de cola.
—Sí, pero el Peronismo Federal tuvo dos problemas: la muerte de Kirchner, que le sacó el partenaire ideal, y el escándalo de Chubut, algo que está desfasado en cuanto a sistema electoral.