Oscar González asumió la Secretaría de Relaciones Parlamentarias, la segunda
línea en una estructura clave del gobierno nacional como la Jefatura de Gabinete de Ministros, a
cargo de Sergio Massa. González tomó el desafío de integrarse al gobierno nacional justo en un
momento de relativa debilidad, a partir de la derrota parlamentaria por la resolución 125. Su tarea
será hacer más "amigables" las relaciones entre la Casa Rosada y el Congreso.
El funcionario fue secretario general del Partido Socialista (PS) en la misma
conducción que integraban Hermes Binner y Rubén Giustiniani, pero en 2007 comenzó una divisoria de
aguas en el partido que colocó a su sector bonaerense en minoría. El próximo sábado, en un nuevo
congreso extraordinario del partido, se concretaría la intervención del distrito provincia de
Buenos Aires, la última instancia institucional a la que se aferran los socialistas K. Y todo
indica, se empieza a concretar una nueva fractura en el mil veces divido PS argentino. "Todos los
partidos socialistas del mundo tienen debates, disidencias, pero el sector mayoritario actual del
PS pretende un partido blindado, sectario, al cabo, un partido stalinista", apuntó González a
LaCapital, desde sus amplias oficinas en el edificio de la Jefatura de Gabinete, en Diagonal Sur y
Belgrano, de la Capital Federal.
—Usted es socialista, ¿por qué se sumó al gobierno de Cristina Fernández?
—Porque el socialismo tiene que estar en este lugar; entendemos que este
gobierno tiene una sensibilidad especial hacia la necesidad de construir crecimiento con mayor
inclusión social, en plena coincidencia con los postulados históricos del socialismo. Queremos ser
propositivos en este proceso.
—Sin embargo, la línea mayoritaria que controla al PS dice que usted se sumó a un
gobierno que antes criticó.
—No es cierto, nunca criticamos la política de derechos humanos de este
gobierno, ni la movilidad de las jubilaciones, ni el aumento del salario mínimo, ni la política
internacional independiente respecto de los grandes centros de poder. Nos sumamos al gobierno por
las políticas progresistas pero estamos conscientes de las demandas insatisfechas y de la brecha
social insoportable que hay que modificar desde la gestión.
—El PS es opositor y usted oficialista, ¿no hay punto de encuentro?
—La mayoría del partido aplica hostigamiento, obstruccionismo, crítica
fundamentalista, coincidiendo con la derecha política que llega hasta la extorsión, como se
demostró en la crisis del campo, donde se solidarizó con el capital agrario. Me pareció doloroso
ver cómo votaron los legisladores de mi partido ante la crisis del campo. Si los socialistas
tenemos una bandera clara en el mundo entero es por la intervención del Estado en la economía, a
favor de evitar los desequilibrios entre los muy ricos, y los pobres.
—El socialismo tiene un gobernador y 11 legisladores nacionales, la máxima
representación en los últimos 60 años. En ese contexto, las autoridades de su partido ya anunciaron
que el próximo sábado intervendrán el PS de la provincia Buenos Aires, ¿qué hará su
sector?
—Sería un grave error político, una muestra de intolerancia que puede
terminar fracturando un partido que logramos reconstruir entre todos hace pocos años. Siempre las
fracturas demoraron años en reconstruirse. Nosotros daremos batalla política y judicial si llegan a
esa instancia. El argumento para la intervención de la provincia de Buenos Aires es por la línea
política adoptada. El congreso del sábado tiene dos puntos en el orden del día: reforma de la carta
orgánica y la situación de la provincia de Buenos Aires, se trata de una convocatoria ilegítima e
inaudita.