A casi tres semanas de las Paso, Maximiliano Pullaro busca posicionarse en la concurrida interna de Juntos por el Cambio -donde compite contra Federico Angelini, José Corral y Carolina Losada- con dos ideas fuerza: experiencia de gestión y territorialidad. Ubicado en el mapa del principal conglomerado opositor en la zona de influencia de Martín Lousteau, el diputado provincial y el senador nacional compartieron una gira por el sur de la provincia que pasó hoy por Rosario.
Todavía con olor a pólvora en el aire, el ataque al Centro de Justicia Penal dominó la conferencia de prensa que compartieron en un hotel céntrico de la ciudad. Pullaro, ministro de Seguridad durante el gobierno de Miguel Lifschitz, planteó que “tiene que haber una respuesta contundente” en la lucha contra los grupos criminales. “No me van a encontrar como Perotti y el peronismo tratando de sacar ventaja”, sostuvo el precandidato a senador nacional.
En el encuentro con la prensa -del que también participaron otros precandidatos, como Carolina Piedrabuena, Gabriel Chumpitaz y Anahí Schibelbein- Pullaro apuntó varias veces hacia la Casa Gris. Advirtió que Perotti subestimó la complejidad del problema de la inseguridad y que la consigna “paz y orden” es “la mayor mentira del ‘83 a la fecha”.
https://twitter.com/maxipullaro/status/1428403952119427083
También hubo guiños al Frente Progresista: Pullaro calificó a Lifschitz como “el mejor gobernador” y Lousteau propuso un Juntos por el Cambio “distinto, más amplio”, pero indicó: “Yo voté dos candidatos a presidente del Frente, pero los problemas en la Argentina no son locales, son nacionales”.
Terminada la conferencia, La Capital mantuvo este diálogo con Pullaro sobre la situación de la provincia, la interna del PJ y la oposición, y el escándalo político que desató el festejo de Fabiola Yáñez en Olivos.
—¿Cuál es el humor social que encuentra en las recorridas por la provincia? ¿Bronca, tristeza?
—Se percibe mucha angustia en la sociedad por el momento que se está viviendo: el impacto económico y el cierre de empresas por falta de previsibilidad, y en el interior y las grandes ciudades está la cuestión de la inseguridad. Son problemas grandes.
—Del 1 al 10, ¿qué puntaje le pondría al gobierno de Omar Perotti?
—Dos, es el peor gobierno que tuvo la provincia: con gritos, conflicto, doble comando. Claramente es un gobierno que llegó sin saber qué hacer en ninguna de las áreas. Mi mirada es que creían que iban a perder: trabajaron en slogans fuertes pero no en proyectos. Llevamos dos años de parálisis del gobierno, no sólo por la pandemia.
—¿La interna del peronismo puede poner en riesgo la gobernabilidad de la provincia?
—A Perotti le quedan dos legisladores en la Cámara de Diputados y cuatro en el Senado, no es un tema sencillo. Hay claramente una crisis institucional, con ministros que no responden al gobernador y denuncias cruzadas sobre uso de recursos públicos en la campaña. Ojalá que se resuelva de la mejor manera, nosotros estamos siempre para colaborar.
Foto: Celina Mutti Lovera
—En la interna de Juntos por el Cambio hay cuatro listas, ¿cuál diría que es el activo de la que usted encabeza?
—Uno es la experiencia en la gestión pública: la Argentina y la provincia tienen problemas muy graves y no alcanza con buenas intenciones para resolverlos, hay que tener recorrido y formación política. El otro es la territorialidad: mucha gente acompaña este proyecto político, en el interior hay 200 listas que no están apoyando.
—¿Hay diferencias de fondo con las otras listas?
—No, hay un sistema de ideas que todos queremos derrotar, que es el kirchnerismo. Después cada uno de los candidatos tiene perfiles diferentes, a veces escucho maquillaje y poca profundidad. Acá lo que estamos discutiendo es cómo encauzar a la Argentina, y no todos los candidatos tienen la capacidad para plantear algunas cuestiones para resolver los problemas.
—Uno de sus rivales en la interna, Federico Angelini, impulsa el juicio político al presidente por el escándalo del festejo en Olivos, ¿comparte esa posición?
—Desde lo institucional es muy grave lo que sucedió. Con qué cara mira el presidente a los padres de los pibes que no fueron a la escuela, a los comerciantes que se fundieron, a los empresarios que tuvieron que pagar sueldos durante meses sin poder producir, a los enfermeros y médicos que estuvieron sobrecargados de trabajo durante este tiempo, a las fuerzas de seguridad que hicieron un esfuerzo enorme, mientras él violaba en Olivos todas las restricciones. Por el otro lado, está la pérdida de autoridad: ¿Cómo saca un decreto para cerrar si llega la variante Delta? De todos modos, con el juicio político no quiero caer en la trampa de La Cámpora y el kirchnerismo más duro: si el presidente deja de serlo la presidente va a ser Cristina, y sería peor el remedio que la enfermedad.