Llega al Senado a las 7 de la mañana. Pero sus compañeros de la casa ya le hicieron saber: "Aquí en el Senado al que madruga, Dios no lo ayuda, lo mira con asombro", comenta, entre risas, a LaCapital. En el despacho de Aníbal Fernández, en la planta baja del Palacio del Congreso, seis pantallas de televisión de dimensiones generosas que ocupan una pared casi completa, lo mantienen informado. Un temperamento que el actual senador heredó de sus tiempos de ministro del Interior, cuando controlar el minuto a minuto de la calle era imperativo.
—Entre los precandidatos del Frente para la Victoria sobresale Daniel Scioli, ¿lo ve como un candidato conservador?
—Scioli es un hombre del peronismo. Si me preguntas dónde sitúo al peronismo, te digo que no tengo nada que ver con lo que hizo Menem de adherirse a la UDI (Unión Democrática Internacional, estructura liberal ligada a Margaret Thatcher, al inicio de los años 90). Ideológicamente el peronismo es la centroizquierda, progresista y popular. Si yo no supiera colocar al peronismo en ese lugar, entonces no sabré hacer nada. No podría estar en política para hacer otra cosa. También digo que no me conmueve la lucha de clases. No me molesta la gente que le va bien, al que gana dinero lo aplaudo. Pero atención, todo en el marco del derecho.
—¿Cómo surge su decisión de lanzarse como precandidato a la Presidencia?
—Primero porque aparezco en las encuestas de manera espontánea, sin haber movido ni un solo dedo. Trabajé siempre por lo mismo, soy peronista de la cuna: nací seis meses después de la revolución de junio del 55, y me pusieron Aníbal Domingo. Los más humildes son mi preocupación principal, he puesto todo que tuve en esa dirección. Ocupé el cargo de jefe de Gabinete cuando (Sergio) Massa fue despedido. Y lo hice con pericia hasta el final del mandato. Y luego fui premiado como candidato a senador por la provincia de Buenos Aires.
—Se insinúa un debate al interior del FPV sobre el carácter que debería tener una posible sucesión de CFK.
—La continuidad del proyecto kirchnerista debe mantener la sustancia intacta: Néstor y Cristina representan el peronismo puro, aunque tal vez no sean amantes de la liturgia del peronismo, ni cantan todo el tiempo la marcha. Pero, desde la época de Perón, ningún gobierno ha sido tan peronista cómo este.
—Cuando lo convoca Néstor Kirchner en 2003 ¿imaginó que se venía un gobierno completamente disruptivo respecto de la década anterior?
—Néstor me manda a llamar, y yo le dije: "Ahora estoy trabajando con De la Sota". Quedamos que si De la Sota se bajaba (no le daban los números), yo me sumaba. Eso sucedió, y entonces yo me sumé. Ahí me encontré con un Néstor con un determinismo tremendo. Lo único que hablaba era de las cosas que iba a hacer cuando gobernara. Y las hizo.
—Si Néstor y Cristina recuperaron el peronismo originario, ¿cómo define a los que hoy también se dicen peronistas pero adversan contra el gobierno? Pienso en Massa, en Adolfo Rodríguez Saá, por dar un par de precandidatos presidenciales.
—Con todo el respeto que le tengo a Adolfo, se trata de una candidatura ocasional. Y Massa no es peronista, está a la vista. Fíjese, en la lista de diputados la puso tercera a Mirta Tundis que no sabe ni cuándo es nunca. Cuarto Felipe Solá, que exhibe una posición que nada tiene que ver con el peronismo real. Solá entró siete veces a la Rural con Menem en el Cadillac, y después no votó en Diputados la ley por el peón rural. Eso no es peronismo. Y después (José Ignacio) De Mendiguren, que habla de los trabajadores, pero cuando vendió la empresa Coniglio no le importaron los trabajadores. Y en el séptimo lugar, Adrián Pérez, que era del ARI y no votó nunca nada a favor de los trabajadores. Ni siquiera la movilidad jubilatoria.
—¿Massa será el candidato a vencer para el kircherismo?
—Massa no se va a sostener. Es un tipo con cero formación intelectual, con cero formación política. Es un océano con un centímetro de profundidad. Massa no conoce nada de nada. Por ahora está sostenido por la televisión, lo muestran con sus poquitas virtudes y le ocultan todo lo que no sabe. Cuando avance la campaña, la realidad de la milanesa va a poner las cosas en su lugar.
—Usted muestra habilidad y humor para polemizar en los medios de comunicación, incluso en contextos adversos. ¿Cultiva esa característica? ¿la valora?
—Ese perfil me ayudó en algunos momentos, en otros no. Me tocó la responsabilidad de defender las políticas del gobierno y me hago cargo, con orgullo. A la vez poner la cara todo el tiempo para defender las políticas tampoco es saludable. Ahora, si la pregunta es si me arrepiento de haber puesto la cara por el gobierno, le contesto: ni en pedo. Si vuelvo atrás, haría lo mismo.
—¿Cómo sigue la película de los precandidatos del FPV? No parece razonable que la media docena de hoy lleguen efectivamente a presentarse en las Paso.
—En lo personal lo voy a intentar hasta el punto de ver si estoy o no efectivamente en situación de ganar una interna. Luego, si veo que no soy competitivo y me toca bajarme, me bajo. Como decía Perón, jamás sería contumaz, obstinado en el error.