El Papa Benedicto XVI se interesó ayer por la situación de la pobreza en
Argentina, los efectos de la crisis internacional en el país y convocó al Episcopado y al gobierno
a "robustecer el diálogo y la colaboración". Lo hizo al recibir las cartas credenciales de Juan
Pablo Cafiero como embajador argentino ante la Santa Sede.
El Pontífice pidió también "no derogar ni dejar a merced de
consensos partidistas" derechos "fundamentales de la persona" y "valores irrenunciables", como la
"erradicación de la pobreza", "la familia basada en el matrimonio entre un hombre y una mujer" y
"la defensa de la vida humana desde la concepción hasta su término natural", en alusión a los
proyectos de ley de aborto y matrimonios entre personas del mismo sexo.
En su discurso por escrito, el Papa expresó "los mejores
deseos de que se robustezca el diálogo y la colaboración entre las autoridades argentinas y el
Episcopado en aras del bien común de toda la población."
Joseph Ratzinger destacó que la llegada del embajador
"representa un momento de particular importancia en el camino de las relaciones bilaterales" entre
Roma y Argentina, y anheló que sean "cada vez más fluidas y fructíferas".
Benedicto XVI recibió a Cafiero en la biblioteca privada de
la Casa Pontificia del Vaticano. El embajador presentó sus credenciales, luego intercambiaron los
discursos escritos, como es tradición, y finalmente tuvieron una audiencia privada.
Puertas adentro, el Papa consultó a Cafiero sobre el
impacto de la crisis internacional en Argentina y la situación de la pobreza. Allí, el embajador
advirtió sobre las víctimas religiosas en los últimos conflictos armados, en especial en Irak, y
propuso a la Argentina como país receptor de perseguidos por motivos de credo.
El Papa mostró especial interés en la propuesta. Luego,
tras 25 minutos de diálogo y una breve disquisición sobre el texto "Razón y religión", un diálogo
entre Ratzinger y el filósofo Jurgen Habermas, Cafiero se despidió y se dirigió a la Sala
Clementina, donde se reunió con el secretario de Estado, Tarcisio Bertone.
Cordialidad. Allí, el embajador argentino ratificó la intención de analizar con
el Vaticano el futuro del obispado castrense, que el gobierno quiere eliminar pero la Iglesia se
opone.
En otro momento de su discurso, el Papa agradeció las
"atentas palabras" de Cafiero y a los "deferentes saludos" de la presidenta Cristina Fernández, y
dijo "acompañar" con su oración "toda iniciativa que aliente la concordia, la justicia y la
consecución del bien común en esa amada tierra".
"Los argentinos saben bien que ocupan un puesto de singular
relieve en el corazón del Papa", declaró, y agregó: "Pienso en ellos y presento a Dios sus
proyectos, sus gozos y también sus preocupaciones, de modo que se abran para todos horizontes de
prosperidad, de un presente rico en fecundas realizaciones y de un futuro luminoso y sereno".
Por su parte, Cafiero expresó que el gobierno "anhela
subrayar todos los aspectos que unen a esta antigua y fecunda relación con la Santa Sede" y
agradeció "una vez más" en nombre del pueblo argentino "la mediación papal llevada adelante Juan
Pablo II", que evitó una guerra con Chile por el conflicto del Beagle. l