La presidenta Cristina Kirchner reapareció ayer con anuncios en un acto público en la Casa Rosada luego de haberse mantenido en silencio desde la noche del cacerolazo contra el gobierno nacional, el jueves pasado, pero evitó hablar de la protesta. Además, la jefa de Estado tampoco utilizó la cadena nacional para la transmisión del acto, un recurso que incrementó en los últimos meses para difundir los anuncios de su administración. El que sí tomó posición fue el jefe de los senadores oficialistas, Miguel Pichetto, quien se mostró contrario a la realización de un contracacerolazo.
"No creo en la conveniencia de una contramarcha. Seguramente haremos algún acto de respaldo al gobierno. Se acercan fechas importantes, como el 17 de octubre. Pero no una contramarcha", señaló Pichetto.
Para el legislador justicialista, "la presidenta de la Nación tiene que seguir gobernando, ocupándose de los temas importantes del país".
Pichetto se diferenció así de sectores del oficialismo que habían advertido que "también" pueden ganar la calle tal como lo hicieron las personas que la semana pasada se manifestaron en contra de distintas políticas del gobierno nacional.
Paralelamente, el senador Aníbal Fernández volvió a criticar el cacerolazo del jueves 13 y acusó a los participantes de pertenecer a un "sector que ha perdido privilegios". También dijo que "el nivel de odio de esa manifestación no fue saludable. No había una consigna en esta marcha. El Grupo Clarín, motorizador y gestor de este movimiento, no sacó un solo testimonio de una sola persona porque sabía que la mayoría hacía ese tipo de gestos".
El día posterior al cacerolazo, Fernández había calificado a la protesta como "importante", pero su discurso se endureció y se sumó a las voces oficiales que pretenden minimizar la protesta. "No movieron más de 20 mil personas en la ciudad de Buenos Aires. Si tomamos la foto se arriba se los cuenta uno por uno", expresó. Asimismo, sostuvo que los cacerolazos son protagonizados por "gente que está ofuscadísima porque son objeto de juicios por lesa humanidad. Ninguno de los que ha ido a la marcha puede decir que no le ha mejorado la vida este gobierno". Luego agregó: "Una parte de la gente que se movilizó la volvería a votar a Cristina".
La opinión inicial de Fernández contrastó con la del jefe de Gabinete, Juan Manuel Abal Medina, quien descalificó a los manifestantes diciendo que estaban más preocupados "por lo que pasa en Miami que en la provincia de San Juan".
Precisamente, quien salió al cruce de los dichos del funcionario fue el diputado del Frente para la Victoria Facundo Moyano, quien definió al jefe de Gabinete como la mejor expresión del "cristinismo bobo".
El hijo del líder de la CGT opositora, Hugo Moyano, insistió en que el gobierno "tiene que gobernar para todos no sólo para el 54 por ciento que lo votó".
Cristinismo bobo. "Algún sector del kirchnerismo ni siquiera es kirchnerismo. Yo lo catalogo como cristinismo bobo. Esto habla de una pobreza intelectual llamativa. Abal Medina tiene una carrera intelectual importante, pero ante las protestas del jueves pasado acude a la simple descalificación", advirtió. Y sumó: "Que un funcionario del gobierno descalifique esa protesta diciendo que estaban más preocupados por lo que pasaba en Miami que en San Juan, habla de una pobreza intelectual alarmante".
Para el diputado y titular del sindicato de los trabajadores del peaje, el gobierno "está lejos de un proceso revolucionario" y consideró que en el oficialismo "algunos utilizan el mismo argumento que utilizaba (Fernando) De la Rúa, que después se terminó yendo en helicóptero de la Casa Rosada".
Facundo Moyano extendió su crítica a la "matriz vanguardista de un sector, que dice «nosotros que leemos, que tenemos una trayectoria académica, le decimos a la gente qué es lo que tiene que hacer»", y pidió "dejar la ideología de lado y discutir realidades".
Quien incorporó otra visión a la disputa fue el legislador de la provincia de Buenos Aires, Fernando Chino Navarro, quien cuestionó las especulaciones acerca de una consideración negativa de parte de Cristina acerca de los cacerolazos.
"Si la presidenta no dijo nada, ¿por qué suponer que está enojada?", se preguntó. Anoche, la presidenta pareció darle la razón: no se expidió sobre las masivas protestas.