Mientras el futuro de Vicentin se juega en estas horas en la Corte Suprema de Justicia de la provincia, al final Avellaneda no será el laboratorio del frente opositor XXL, una idea cada vez más fría en el campo no peronista.
Por Mariano D'Arrigo
Mientras el futuro de Vicentin se juega en estas horas en la Corte Suprema de Justicia de la provincia, al final Avellaneda no será el laboratorio del frente opositor XXL, una idea cada vez más fría en el campo no peronista.
La ciudad sede de la empresa protagonista de un default multimillonario debe elegir intendente para completar el mandato de Dionisio Scarpin, elegido el año pasado como senador nacional.
Con un padrón de solo 22.580 personas -media cancha de Newell’s y de Central-, la previa de las elecciones en Avellaneda despertaba atención por las pistas que podía arrojar sobre el 2023.
Al contrario de lo que querían los dirigentes opositores más entusiasmados con montar ya este año el nuevo tinglado que contenga a radicales, macristas, socialistas y otras tribus, en la localidad del departamento General Obligado el espacio que representará al no peronismo es Juntos por el Cambio. La alianza incluye a la UCR, el PRO, el ARI, la Ucedé, UNO y Unidos.
Con una presencia casi testimonial en la ciudad, el PS y el javkinismo -que intenta hacer pie fuera de Rosario- no jugarán. Al menos, formalmente.
En las Paso del 28 de agosto también competirán el partido Pais y en el PJ competirán dos listas. Las elecciones generales serán el 16 de octubre.
El que pica en punta para mantenerse en el poder hasta 2023 es Gonzalo Braidot, actual intendente a cargo. En un distrito históricamente hegemonizado por el radicalismo, Braidot es apadrinado por Scarpin y el senador departamental Orfilio Chacho Marcón.
Un detalle: en 2019 todos fueron elegidos por el Frente Progresista Cívico y Social. Tras la muerte de Miguel Lifschitz, en mayo del año pasado, se mudaron a Juntos por el Cambio.
Por diferencias políticas, ausencia de grandes electores que atraigan socios a fuerza de votos y un escenario político nacional atravesado por la incertidumbre, a poco más de medio año para que se definan las alianzas y las candidaturas en Santa Fe el frente de frentes parece, al menos hoy, una idea lejana.
Además, declaraciones como las de Elisa Carrió -que acusó a Antonio Bonfatti de cómplice con el narcotráfico- alimentan las desconfianzas y alejan la posibilidad de acuerdo.
En este marco, los potenciales candidatos a gobernador -Maximiliano Pullaro, Carolina Losada, Pablo Javkin- y los espacios políticos hacen su propio juego y pulen su posicionamiento. Sobre todo, nadie quiere exponerse al desgaste de convocar a una iniciativa que no camina.
Por ahora, la única experiencia de unidad seguirá siendo Venado Tuerto. Allí, el radical Leonardo Chiarella logró reunir a todos bajo un mismo paraguas político, llamado Primero Venado. Hasta acá, el experimento es exitoso, al menos en el plano electoral.
La oposición pudo ganarle al peronismo después de 24 años y controlar seis de las diez bancas del Concejo. Por ahora, el caso de la ciudad de General López es la excepción y no la regla.