Herminia Severini tiene 81 años. Desde hace 31 busca los restos de su hija Adriana Bianchi, abatida en un supuesto enfrentamiento con fuerzas de seguridad el 4 de enero de 1977 en Santa Fe.
Herminia Severini tiene 81 años. Desde hace 31 busca los restos de su hija Adriana Bianchi, abatida en un supuesto enfrentamiento con fuerzas de seguridad el 4 de enero de 1977 en Santa Fe.
Tenía fundadas esperanzas en un estudio de ADN hecho a uno de los cuerpos hallados en una fosa común en marzo de 2000 en el Cementerio Municipal santafesino, pero el lunes le informaron que los restos que se creían de su hija corresponden a otra joven asesinada por la dictadura: María Justina Mujica.
Esta confirmación revela dos equívocos: la familia Mujica había inhumado en Buenos Aires el cuerpo que creía de su hija, el que luego hizo cremar, y la entonces fiscal Griselda Tessio (hoy vicegobernadora) afirmó el 14 de marzo de 2000 —en ocasión de la exhumación de cinco cuerpos NN en una fosa común— que hasta ese momento la única identidad confirmada era la de Adriana Bianchi.
Ya no podrá saberse a quién correspondían las cenizas esparcidas en Buenos Aires. Herminia no quiere hacer suposiciones (podrían haber sido las de su hija): "No puedo pensar que esos restos eran de Adriana". "La seguiré buscando, porque no podemos formar una sociedad sobre supuestos; debemos preservar la memoria", reafirma.
Adriana tenía 21 años cuando fue ametrallada en uno de los tantos "enfrentamientos" de los que daba cuenta la prensa de entonces. Hacía poco se había recibido de analista de sistema en la UTN; era maestra de inglés, traductora de italiano y trabajaba en John Deere.
Tras la muerte de su hija a Herminia le quisieron entregar un cuerpo al que no reconoció y cinco años después unos huesos, que tampoco aceptó.
Antes de seguir buscando a Adriana, hará retirar el nombre de su hija de la placa colocada sobre sus supuestos restos en el cementerio de Santa Fe.
Por Lucas Aranda
Por Facundo Borrego