Primera silla del palco bandeja derecho. Ricardo Lorenzetti, presidente de la Corte, escucha a CFK sentado entre la baranda que da al recinto y la procuradora Alejandra Gils Carbó, que no le hablará prácticamente durante las 3 horas y 40 minutos que dura el discurso. La presidenta lo alude de manera directa: “el Poder Judicial se independizó de la Constitución”. Lorenzetti no termina de creer lo que escucha.
“¿Cuál fue el resultado de la investigación que condujo la Corte sobre el atentado a la embajada de Israel?... ninguno”, profundiza CFK, luego de sugerirles a un par de diputados que colocaron un cartel con la consigna “Amia comisión investigadora”: “Si hay demora con el juicio de la Amia, miren para otro lado, para éste no”, disparó Cristina. Luego fustigó: “No me vengan con cartelitos sobre la Amia porque estoy hablando de la Amia desde 1994”.
Cristina contra Lorenzetti: fue el momento más vibrante de un día largo, que empezó a las 11 con el ingreso de más de 300 diputados y senadores al recinto. A esa misma hora llegaban a la zona de Congreso algo más de 100 mil manifestantes a escuchar a Cristina. Los adherentes y militantes kirchneristas, sueltos y organizados, jóvenes, de clases medias bajas y con amplia mayoría de Capital Federal y el Gran Buenos Aires, se apiñaron en los 27 mil metros cuadrados disponibles de la Plaza Congreso, y —los que no pudieron entrar a la plaza—, sobre unas 10 cuadras de avenidas circundantes.
La cruda descripción de Cristina sobre el rol de “sectores de la Justicia que pretenden gobernar con cautelares”, apuntando directamente al rafaelino Lorenzetti, confirma la hipótesis política del gobierno: en la Casa Rosada entienden que el sugestivo silencio del presidente de la Corte en relación al caso Nismam revela su cercanía con el “golpe blando” para destituir a la presidenta que incluyó la dramática muerte del fiscal, y que no alcanzó, por ahora, sus objetivos, al encontrarse con el demoledor fallo del juez Rafecas.
Cristina mostró capacidad de oratoria, matices, el tempo, inflexiones, humor, chicanas, datos, análisis, fervor y emotividad. Como en otros discursos, durante 220 minutos ponderó los grandes logros de la etapa kirchnerista, en especial el desendeudamiento, aumento de empleo y de poder adquisitivo de los salarios, y recuperación para el Estado del control económico.
Se sabe, CFK no lee discursos, se apoya en resúmenes y ayudamemorias. Aunque los momentos centrales de sus palabras no vienen previamente escritas en ningún lado.
La primera definición que levantó aplausos y consignas (“patria sí, colonia no”) en el recinto, ocurrió a 20 minutos de iniciado el discurso. “Hemos desendeudado definitivamente a la Argentina” definió la presidenta, luego de explicar en detalle cuánto se pagó y cuánto le falta pagar en los próximos años.
Mientras los diputados y senadores opositores presentes escuchaban en silencio, sin aplaudir ninguna de las intervenciones de la presidenta en su discurso, los oficialistas celebraron con fuerza una referencia a las 48 leyes sobre derechos laborales que se sancionaron desde 2003 hasta la fecha. “Para ampliar derechos, muy distinto a la ley laboral de 1998 (ley Banelco), que no concurrí al recinto, no di quórum”, recordó.
Sobre el final, y como ya es parte estilística de la presidenta, recogió una nota periodística de un medio de comunicación (La Prensa) donde se refiere a una “presunta incomodidad” que encontrarán los políticos opositores en el caso de tener que gobernar el país.
Para Cristina, la “comodidad” es la del pueblo, que obtuvo un largo listado de beneficios en los últimos años, y la “incomodidad” será, en todo caso, de los políticos “que intenten cambios”.