La presidenta Cristina Fernández de Kirchner anticipó que el índice de desempleo
será del 7,8 por ciento en el tercer trimestre del año, tres décimas menos que el mismo período del
año pasado. El dato, basado en la tendencia de la Encuesta Permanente de Hogares para el período
julio-septiembre, fue adelantado por la jefa de Estado durante el discurso que pronunció en Arroyo
Seco, donde encabezó la inauguración oficial de la nueva planta industrial de la fábrica de zapatos
Grimoldi.
Cristina destacó la reducción interanual de la tasa de desocupación como un dato
que refuerza la solidez del modelo económico "iniciado en 2003" y mediante el cual la
administración Kirchner "mostró que la buena gestión fiscal no significa hambrear a los
trabajadores". Dijo que el gobierno "tiene la responsabilidad" de sostener este proceso por los
próximos años y, en implícita relación con el pago de deuda al Club de París, subrayó que "el gran
desafío ahora es volver al mercado de capitales y obtener financiamiento internacional ya no para
especular sino para producir".
Salarios. El apoyo a la producción fue el eje del discurso de la mandataria,
quien prometió hacer "todo lo necesario" para proteger a la industria nacional del "dumping social"
que ejercen otros países emergentes, felicitó al anfitrión, Alberto Grimoldi, como ejemplo de los
empresarios que no vendieron sus empresas a capitales externos y pidió el compromiso de los
industriales para mejorar el salario de los trabajadores, agregar valor a las exportaciones y
superar la histórica tensión entre el abastecimiento del mercado interno y externo.
Recordó que Argentina "sigue teniendo el mayor salario mínimo de América latina"
e instó a bajar el nivel de conflictividad para sostener el crecimiento. "Agraviando, insultando o
incendiando no se resuelve nada, tenemos que tirar todos juntos para el mismo lado y luego decidir
en cada elección", subrayó.
La consigna no pasó desapercibida en el primer viaje que Cristina realizó a
Santa Fe luego del conflicto agropecuario. El sur de la provincia fue uno de los focos más duros de
la protesta, y ayer mismo un centenar de productores de la región intentó una secuela, que lejos
estuvo de reeditar aquellas grandes movilizaciones (ver página 4).
La presidenta no suspendió el viaje, como ocurrió 24 horas antes en San Nicolás,
y desplegó una protocolar cordialidad con el gobernador Hermes Binner. "Tuvo una posición diferente
en el conflicto por las retenciones pero eso no quita que tengamos una relación institucional como
corresponde, porque es el que gobierna la provincia", destacó el ministro del Interior, Florencio
Randazzo, uno de los pocos funcionarios nacionales que acompañaron a Cristina.
Paces. La presidenta mencionó una vez a Binner en su discurso, cuando compartió
su convicción de apoyar a la producción trabajando a través de las cadenas de valor. "Santa Fe no
quiere exportar sólo poroto de soja", había asegurado minutos antes el mandatario, quien también
exhibió la sanción de la ley de creación de los comités mixtos de salud y seguridad laboral como
política para "superar la conflictividad" y promover "la amistad entre trabajadores y
empresarios".
Binner concurrió a la inauguración de la planta de Grimoldi, acompañado por unos
pocos colaboradores. Más numerosa fue la presencia de dirigentes justicialistas y también la de los
intendentes y presidentes comunales de la región, que despidieron a Cristina con un aplauso
sostenido. En su recorrida por la planta, la presidenta estuvo flanqueada permanentemente por el
presidente del bloque de diputados del Frente para la Victoria, Agustín Rossi.
La nueva fábrica de Grimoldi demandó una inversión de 5 millones de dólares y
permitirá duplicar la producción a un millón de pares de zapatos anuales, además de incorporar a
150 nuevos trabajadores.
El presidente de la firma, Alberto Grimoldi, quinta generación de una empresa
familiar con 113 años en el país, respaldó el modelo económico pero pidió mejorar las condiciones
de acceso al financiamiento de largo plazo.
Destacó especialmente la "capacidad" de los trabajadores de Arroyo Seco, donde
asentaron su principal operación industrial desde la década del 90, y agradeció el apoyo del
intendente de esa ciudad, Darío Gres, el jefe de gobierno local más joven de la provincia, como se
encargó de remarcar la propia presidenta.