Los represores Alfredo Astiz y Jorge “Tigre” Acosta, junto a otra treintena de acusados
por delitos de lesa humanidad, fueron procesados por el secuestro y desaparición de la joven sueca
Dagmar Ingrid Hagelin perpetrado el 27 de enero de 1977 durante la última dictadura militar.
En una resolución de 167 carillas, el juez federal Sergio Torres los responsabilizó por el
episodio registrado el 27 de enero de 1977 cuando la muchacha, por entonces de 17 años, fue baleada
y secuestrada el 27 de enero de 1977, en la bonaerense localidad de El Palomar.
Los procesamientos fueron ordenados por el magistrado en el marco de la megacausa Esma luego
de que la Corte Suprema de Justicia dispusiese, a mediados de diciembre último, que el secuestro de
la joven se incluyese en las investigaciones sobre el centro clandestino de detención que
funcionaba en ese instituto de formación naval.
La investigación por la desaparición de Hagelin tuvo marchas y contramarchas, fue cerrada por
prescripción y tras la derogación y declaración de “nulidad insalvable” de las leyes de
obediencia debida y punto final; la declaración de inconstitucionalidad de los indultos y la
ratificación que los delitos de lesa humanidad son imprescriptibles, finalmente fue reabierta.
Los ex marinos fueron indagados a principios del mes de marzo, ocasión en la que se negaron a
contestar preguntas, efectuaron genéricas negativas respecto de su participación en ese episodio y
sostuvieron “desconocer los hechos”.
De acuerdo a las constancias del expediente Hagelin fue secuestrada el 27 de enero de 1977
cuando iba a visitar a su amiga Norma Susana Burgos, quien fue esposa del dirigente montonero
Carlos Caride y que había sido privada ilegítimamente de su libertad el día anterior.
La joven fue secuestrada el 27 de enero de 1977 en horas de la mañana cuando “caminaba
por la calle Sargento Cabral en dirección a la calle Pampa, ambas de la localidad de El Palomar,
oportunidad en que personas armadas pertenecientes al Grupo de Tareas 3.3.2, comenzaron a
perseguirla y luego de darle la voz de alto, dispararon contra ella, con tal suerte que cayó al
piso herida sobre la calle Pampa”, recordó el magistrado.
Testimonios sobre el secuestro refieren que encabezaba el operativo un hombre “alto,
rubio, atlético y de ojos celestes” que posteriormente identificaron como Astiz y que el
objetivo del procedimiento era capturar a otra supuesta militante de esa organización “de
aspecto similar al de Dagmar, pero un poco más alta”.
Otros informes obrantes en la causa indican que la muchacha intentó escapar a la carrera y
que habría sido Astiz quien desenfundó su arma, puso la rodilla izquierda en tierra y al grito de
“parate, flaca que te tiro”, efectuó un disparo que impactó en la muchacha haciéndola
caer para luego atraparla y conducirla al centro clandestino que funcionaba en la Esma.
Ragnar Hagelin -padre de la víctima y quien testimonió en la “causa 13”- logró la
intervención del embajador sueco y de las autoridades de su país que exigieron, infructuosamente, a
los militares que habían usurpado el poder en la Argentina la liberación de Dagmar Ingrid, ya que
un acto de “barbarie y crueldad” como el secuestro de la jovencita “no puede ser
aceptado por los países que se consideren civilizados”.
“Privación ilegal de la libertad agravada por haber sido cometida por funcionario
público y sin las formalidades establecidas por la ley, en concurso real con homicidio en grado de
tentativa, en concurso real con robo de automotor con armas consumado” son algunos de los
delitos que Torres imputó a los procesados. (Télam)