El Senado aprobó ayer por unanimidad y sin debate el pliego de designación de Eduardo Valdés como nuevo embajador ante el Vaticano, en un trámite rápido que incluyó el aval de la comisión de Acuerdos y del pleno de la Cámara alta.
El pliego que lo habilita como embajador extraordinario y plenipotenciario fue aprobado sobre tablas con 50 votos afirmativos horas después de que Valdés concurriera a Acuerdos, que le dio dictamen favorable a su nombramiento.
La comisión, que preside el senador del Marcelo Guinle (FpV) escuchó a Valdés, quien ponderó ante los senadores la figura del Papa Francisco al afirmar que “apuesta a una visión plural, interreligiosa”.
Durante la audiencia, el flamante embajador dijo además que espera ser “un fiel y digno representante del Estado argentino ante el Vaticano”, donde reemplazará a Juan Pablo Cafiero.
Tras agradecer “la confianza de la presidenta” Cristina Kirchner, Valdés indicó que el Papa “ese pluralismo político lo practica desde todos los sectores que lo van a ver desde Buenos Aires y desde todos los lugares del mundo”.
“Ya le he pedido al Papa, me encantaría que vayan todos y que por la embajada no sólo pasen todos los actores de la política sino todos los religiosos, musulmanes, judíos y que en ese lugar haya una capilla de credo ecuménimo que la puedan usar cada uno de los que van a Roma”, adelantó sobre la posibilidad de ampliar el inmueble.
Más recursos. En este sentido, planteó su intención de “hacer de la embajada argentina en el Vaticano la más importante de Argentina”, ya que aseguró “hoy está muy reducida”: precisó que tiene 80 metros cuadrados y 13 empleados pero consideró que, dada la importancia de tener un Papa argentino debería contar con más recursos.
Además, definió a Francisco como un “generador de puentes y un destructor de muros” y sostuvo que quien concurra a Roma “con la idea de generar puentes va a encontrar en él un aliado y el que quiera generar muros no lo va a encontrar”.
Valdés, cuyo pliego había sido impugnado por la diputada Elisa Carrió, tiene una buena relación con Jorge Beroglio desde antes que asumiera su pontificado, cuando se desempañaba como cardenal y arzobispo de Buenos Aires.