Una mujer de 68 años fue engañada vía telefónica por delincuentes a quienes les entregó 50 mil dólares en efectivo tras creer que tenían cautiva a una hija suya. Según fuentes policiales, la víctima cayó en lo que se conoce como "secuestro virtual" y sin dudar metió el dinero en una bolsa que dejó junto a un contenedor en la esquina de su casa del macrocentro.
Según confirmó un portavoz policial, la estafa se perpetró ayer alrededor de las 5 de la mañana cuando sonó el teléfono fijo en el domicilio de G. C., en Dorrego al 300. La mujer de 68 años oyó entonces la voz de una mujer que primero pensó que era su hija. Sin embargo, esa persona le estaba diciendo que su hija había sido secuestrada por un grupo de seis personas y, en ese contexto, le exigió 150 mil dólares y joyas para liberarla.
Al parecer, G. creyó sin dudar en lo que le decían sus interlocutores por lo cual respondió que si bien le era imposible reunir ese monto, sí podía juntar 50 mil dólares. El falso secuestrador aceptó la oferta de la víctima y le dijo que dejara el dinero junto a un contenedor de residuos en la esquina de Catamarca y Dorrego.
Según el vocero consultado, la mujer introdujo el dinero en una bolsa de plástico negro y fue caminando hasta el contenedor, dejó junto a éste la bolsa y volvió caminando a su casa.
Fuentes allegadas al caso señalaron que luego de dejar la bolsa con el dinero, una vez de vuelta en su casa la mujer despertó a su marido y le contó lo sucedido. Entonces decidieron llamar a su hija, quien —como suele suceder en estos casos— estaba a salvo en su casa ajena a lo ocurrido.
La víctima fue denunciar la estafa en la comisaría 3ª, a dos cuadras de su casa. "Estaba enojada con ella misma por haber sido estafada de esta manera", la describió una fuente allegada al caso que investiga la Fiscalía Regional.
En boga. Atravesados por una notable violencia psicológica, los falsos secuestros son una modalidad que consiste en convencer a la víctima de pagar un rescate para que liberen a un familiar que dicen tener secuestrado. Surgió hace unos años con llamadas efectuadas desde cárceles por presos que pedían como rescate números de tarjetas telefónicas, con gran valor en los presidios. Cada vez más en boga, y con variantes que se van incorporando, suelen tener un éxito relativo ya que no se sabe cuántos intentos fracasan.
La última semana de enero pasado trascendieron varios casos en el centro rosarino, como el de una mujer de 69 años dejó en la calle unos seis mil pesos y alhajas a los supuestos secuestradores de su hijo, que dormía a salvo en su casa. Por esos días asomaba una novedad en la modalidad: cuando la víctima atendía la llamada a su teléfono fijo se topaba con la voz de alguien que aseguraba ser un familiar hablando en situación de cautiverio. Lo mismo le pasó por entonces a una octogenaria que reunió unos 20 mil pesos que dijo luego haber entregado a "un joven de apariencia humilde" para que liberaran a su hija.
El 18 de junio una mujer de 70 años tiró por el balcón de su departamento de Buenos Aires al 1700 un monedero con dinero y joyas tras un llamado mediante el cual un joven la convenció de que era su hijo y estaba secuestrado.
Días atrás un hombre de 80 años entregó 8 mil pesos a quienes le dijeron que habían raptado a su hija, aunque este ardid tuvo otro asidero poco frecuente: los embaucadores recitaron el DNI de la mujer y la víctima no dudó en dejar dinero en la puerta de su casa.
Al parecer la modalidad viene creciendo al punto que ya trascienden casos en los que las víctimas no caen. Como Juan, un hombre de 88 años que logró comunicarse con su hijo y constatar que se estaba bien antes de caer en la trampa.
Y tanto se va extendiendo el ardid que incluso ya hubo detenciones de personas acusadas de haberlo perpetrado. Dos meses atrás, por ejemplo, cinco personas aceptaron en juicio abreviado condenas entre tres y cinco años por ocho casos. Sin embargo, el acuerdo no fue homologado y cuatro de ellas deberán ir a juicio.