La fábrica de pastas Riol, ubicada en Superí al 600, frente a la plaza Alberdi, fue blanco de una banda de ladrones. Con todo el tiempo del mundo, los delincuentes rompieron todo a su paso no sólo en el salón de atención al público sino también en el sector de elaboración de alimentos.
Los autores del hecho utilizaron una barreta para violentar una de las cámaras frío del negocio y robar absolutamente toda la mercadería comestible y demás insumos para fabricar pastas. Además sustrajeron máquinas como balanzas y alrededor del 25 mil pesos.
Los delincuentes aprovecharon que el negocio se encontraba cerrado hace varios días porque sus dos propietarias y dos empleados son personas en situación de riesgo de contraer coronavirus y por lo tanto habían adherido al aislamiento social obligatorio.
“Estamos devastadas. Nos vaciaron el negocio. Nos partieron por la mitad. Después de lidiar con la crisis que nos hagan esta maldad me hace sentir mucha impotencia”, afirmó Viviana Bocchio, una de las dueñas de la fábrica que es uno de los referentes de zona norte.
Viviana contó que la irrupción de los delincuentes fue registrada por el sistema de alarma con que cuenta el local. “El 24 de marzo a las 4 de la madrugada me avisaron los de alarma, mandaron a la policía, pero creo que los policía no ni se bajaron del móvil. El local está todo vidriado. Si los agentes hubiesen iluminado sólo con una linterna los hubiera visto sin mucho esfuerzo. La desidia fue total y absoluta”, agregó con amargura.
“Tenemos un seguro. Ya hicimos la denuncia, pero la póliza cubre sólo el 15 por ciento del total, no totalidad”, aclaró.
Bocchio manifestó que en la fábrica pastas hay cinco empleados. Y que cuando se declaró la pandemia decidieron cerrar por la cuestión sanitaria.
“Uno los empleados ya está jubilado, pero sigue trabajando con nosotros porque es alguien mucha de confianza y está bien de salud. Pero ante la eventualidad del coronavirus decidimos cerrar porque esta persona tiene 82 años. Además, el jefe de cocina tiene problemas cardíacos y no podía ir a trabajar. Entonces nos quedaban tres empleados, dos a la mañana en el producción y uno a la tarde”, contó a Canal 3.
Viviana agregó que ella misma y la otra dueña también están entre la población de riesgo porque tienen más de 60 años. “Somos fumadoras. Yo tuve neumonía, un ACV. Entonces decidimos por el bien de la gente y el nuestro, cerrar durante la cuarentena” a pesar de que la pyme estaba exceptuada de cumplir con aislamiento.
Viviana nunca imaginó que una banda de vándalos aprovecharía una situación tan delicada desde el punto de vista sanitario para aplicarles semejante golpe.