Los vecinos de la zona de Campbell y Juan B. Justo, uno de los sectores más empobrecidos del barrio Empalme Graneros, vivieron días de violencia muy intensos con el saldo de dos víctimas fatales y un herido de bala en distintos hechos. El jueves 1º de diciembre asesinaron a Miguel Ángel Benegas, de 22 años, y horas después la víctima fue una mujer: Yanet Barros, de 32 años, acribillada con disparos de ametralladora. En el barrio alrededor de ambos casos aparecen contextos posibles: disputas entre transeros que dejan víctimas ajenas a dichos conflictos y ataques a consumidores endeudados.
Yanet Mariela Barros tenía domicilio en Juan B. Justo y Campbell, donde vivía con su pareja y cuatro hijos, a metros de donde el jueves un pibe del barrio había sido asesinado y otro herido a balazos. Desde la mañana siguiente se vivían momentos de tensión en esa barriada, con vecinos hartos de los hechos violentos que se cobran la vida de familiares y amigos que en ocasiones no tienen que ver con los motivos de los ataques. Los rumores habían ligado el crimen del jueves a la disputa por el narcomenudeo. Broncas con epicentro en los alrededores de los distintos puntos de venta que hay en la zona y están identificados tanto por los vecinos como por investigaciones policiales.
Con ese telón de fondo Yanet, una piba que atravesaba consumo problemático de drogas, salió de su casa el viernes por la noche y caminó por Campbell hacia el norte hasta una casa ubicada a la altura del 1400, donde hay uno de los búnkeres de la zona. En un sector del barrio sin urbanización, el punto de venta funciona en una de las viviendas precarias ubicada en el ingreso a un pasillo sin salida. Faltaban unos minutos para las 22 cuando al menos dos personas en moto gatillaron en dirección a la vivienda, en el momento en el que Yanet estaba afuera junto a otras personas.
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Ella recibió dos balazos en el abdomen, dos en una pierna y uno en la espalda. Fue trasladada al Hospital de Emergencias Clemente Álvarez, donde falleció una hora después. Fuentes de la investigación indicaron que el ataque fue realizado con un arma tipo ametralladora y que en la escena del crimen se recogieron 16 vainas servidas. A su vez confirmaron que la vivienda atacada es un punto de venta de drogas, aunque todavía no se esclareció si la mujer estaba allí como vendedora o consumidora.
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Posibles contextos
Este lunes en Empalme Graneros, donde según registros oficiales la mujer vivía desde hace al menos cuatro años, sus vecinos coincidieron en que ella no estaba ligada al narcomenudeo pero que sí atravesaba problemas de consumo. También dijeron que sus hermanos viven en Ludueña y que ella solía visitarlos. Allí, en inmediaciones de Magallanes y Vélez Sarsfield, los vecinos confiaron que el conflicto de fondo por el crimen de Yanet pudo ser una deuda que la mujer había acumulado por su consumo de drogas.
A pocas cuadras, en una casa sobre calle Gorriti, los familiares y amigos de Yanet se habían reunido para realizar el velatorio. Allí dialogaron con La Capital y pidieron desmentir que estaba vinculada al narcomenudeo. "Jamás vendió, ella fue a comprar. Vamos a decir la verdad, ella compraba para consumir pero que vendía es mentira", contó su cuñado.
En tanto, fuentes de la investigación indicaron que la vivienda de los Barros en Ludueña había sido allanada en agosto pasado en el marco de la investigación por el crimen de Esteban Cuenca, un vecino que fue baleado al quedar en medio de un ataque por una bronca entre transeros. En la casa, que fue allanada por estar en el marco de ese conflicto, entonces estaban Yanet y otras personas que no fueron detenidas pero se les secuestró un teléfono celular.
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Luego del crimen de Miguel Ángel Benegas, ocurrido el jueves a unos 200 metros de donde mataron a Yanet, un vecino describió la mecánica de los grupos que se disputan de manera violenta los territorios para la venta de drogas. "Viven a los tiros, y como no les da para tirarse y matarse entre ellos, le tiran al primero que se cruzan", dijo para explicar el marco en el que había sido asesinado Benegas, de 22 años, hecho en el que también resultó herido su amigo Leonel G., de 19.
Alrededor de ambos hechos los rumores van y vienen en relación a si las víctimas estaban involucradas en actividades ilegales, si quedaron ocasionalmente en medio de ataques dirigidos a puntos de venta de drogas o si tenían conflictos no ligados a la venta pero sí al consumo. En ese contexto aparecen cada vez más variables en relación a los móviles detrás de los crímenes ocurridos en contexto narco, que durante 2022 alcanzaron su pico histórico.
Sin prevención
Lo que sí está claro, y queda a la vista en una recorrida con vecinos de esa zona de Empalme Graneros, es que los hechos no ocurrieron de manera aislada. Y que, por lo tanto, al menos podía preverse que después del crimen de Benegas podía suceder un hecho similar. El viernes por la mañana ese era el clima entre los vecinos, donde en la charla con este diario dejaron en claro que tenían miedo de sufrir una represalia o que se dieran más balaceras. Lo que efectivamente pasó después.
La antesala del crimen de Yanet Barrios pudo ser la balacera ocurrida horas antes contra su casa. Fue cerca de las 18.30 del viernes, cuando dos personas en moto negra balearon a dos viviendas del cruce de Campbell y Juan B. Justo. Tres horas después Yanet fue asesinada, también por hombres que se movían en una moto negra.
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No es la primera vez en el año que se dan hechos violentos con pocas horas de diferencia y a escasos metros de distancia, señales suficientes de un conflicto de fondo que está en ebullición. Un ejemplo reciente ocurrió en el marco del doble crimen de Valentín Solís y Eric Galli, el 24 de noviembre en Sanguinetti al 5600, dentro del complejo de Fonavi de la zona de Rouillón y Seguí. Unas 20 horas antes, a pocos metros de allí, habían sido baleados una adolescente de 15 años y uno de 14. Más atrás en el tiempo aparecen los dos crímenes que se sucedieron en abril de este año en la cuadra de Felipe Moré al 600 bis, barrio Empalme Graneros. El 20 de abril fue asesinado Joel Bulnette, de 31 años, y al anochecer del día siguiente fue acribillado David Paredes, un vecino de 40 años que había llegado a buscar a su hija a un cumpleaños.
De esas cuatro víctimas fatales solo una estaba involucrada a una banda. En ambos casos los crímenes se dieron en contextos de disputas entre bandas que no distinguieron a los blancos de los ataques por su participación o no en dichas broncas. Alcanzó nada más con pasar en moto o a pie y gatillar a mansalva contra personas expuestas a ese peligro, ya sea por las dinámicas propias de esos entramados o por la incapacidad de prevenir la reiteración de crímenes en las mismas escenas.