Un vigilador privado de 27 años resultó gravemente herido en el tórax cuando un compañero de
trabajo lo hirió de bala al parecer de modo accidental mientras manipulaba un arma en la fábrica
Cerámica Alberdi, en la zona norte de Rosario. El joven permanecía internado tras ser sometido a
una cirugía, sedado y conectado a un respirador, aunque “estable”, según el parte que
brindaron los médicos a sus familiares.
“Lo único que nos preocupa es que salga de esto. Sobre lo que pasó
no sabemos nada y no queremos hablar por el momento. Sólo nos interesa que Matías
evolucione”, dijo en la puerta del Hospital de Emergencias el suegro del muchacho, Jorge,
rodeado de otros familiares.
El joven, Matías Echegaray, quien ayer cumplió 27 años, trabaja desde
hace tres meses como empleado de la agencia de seguridad privada Avipar en la planta de Cerámica
Alberdi, de Molina al 2600. Sus conocidos, quienes dijeron desconocer si el muchacho portaba armas
en su horario de trabajo, contaron que ingresó tras presentar un currículum y cumple el horario de
18 a 6.
El miércoles a la noche el joven estaba preparándose para cumplir con
una ronda de rutina junto a su compañero cuando se produjo el disparo que le atravesó el estómago.
“Nos avisaron a las 11 de la noche y nos vinimos para acá. Pasamos toda la noche sin dormir.
Recién cuando él se recupere voy a averiguar qué fue lo que pasó”, agregó Jorge, quien contó
que a su yerno lo operaron y que su pronóstico era reservado.
Fuentes de la comisaría 30ª, que investiga el suceso, indicaron que todo
ocurrió en una oficina que ocupan los vigiladores de Avipar en el acceso a la fábrica. Alrededor de
las 23 el compañero de Matías, Javier Ernesto Pérez, de 26 años, extrajo de un casillero un
revólver calibre 38 registrado a nombre de la empresa de seguridad para realizar un chequeo de
rutina, antes de que salieran juntos a recorrer el predio.
Según contó el muchacho a la policía, el arma estaba dentro de una funda
y él intentó extraerla para examinarla, pero fue entonces cuando se le escapó un tiro que hirió a
su compañero, quien en ese momento estaba sentado y apoyado sobre un escritorio. La bala hirió a
Matías debajo de la axila izquierda y le atravesó el abdomen hasta quedar alojada en la piel, de
donde la extrajeron los médicos al operarlo. “El proyectil le lesionó el estómago, el
páncreas y el colon transversal”, precisó el comisario Claudio Chimento, titular de la
comisaría 30ª.
Luego de convocar al Sies y a la policía, el vigilador Pérez prestó
declaración y quedó acusado de lesiones culposas en el juzgado Correccional en turno, aunque en
libertad. Según las fuentes consultadas, los custodios no solían portar arma pero guardaban el
revólver 38 en la oficina para “casos de extrema necesidad”.
Para los investigadores está claro que se trató de un accidente.
“Los dos vigiladores son bastante compinches”, señaló un vocero. Los policías presumen
que el arma quedó guardada con el martillo hacia atrás y “cuando el vigilador intentó
desenfundarla el martillo volvió hacia adelante”, lo que accionó el arma como si hubiera sido
gatillada. De todos modos, para precisar cómo se efectuó el disparo esperan el resultado de las
pericias que se harán sobre el revólver secuestrado, que contenía 6 proyectiles.
Matías vive en pareja en Granadero Baigorria y tiene dos hijos de 6 y 5
años de una relación anterior. Ayer al mediodía sus conocidos aguardaban su evolución para volver a
disfrutar de los “asados con truco” que, aseguraron, comparten todos los domingos.