La persona que asesino a Emiliano Rodrigo Gómez no le dio tiempo a nada. No le dio espacio para la reacción. Gómez, de 31 años y cuatro hijos, quedó inerte en el asiento del conductor de un Renault Megane color verde estacionado sobre el Pasaje Peatonal 2169, a escasos metros de la autopista a Buenos Aires. Un auto con pedido de captura por haber sido robado a unos 400 metros de donde ocurrió del crimen La llave del auto quedó en contacto y su motor en marcha. Su cuerpo tenía nueve orificios y dos roces repartidos en rostro y tórax. “Este barrio cada vez está peor. Las mejorías se ven de acuerdo a quien esté adentro o haya salido. Nosotros somos vecinos que nunca vemos «la mejor». El barrio esta menos mal, pero siempre por debajo de lo malo”, explicó una de las pocas vecinas que aceptó charlar con el cronista. “A lo malo de todos los días ahora le tenemos que sumar que desde hace dos meses en el barrio se roban los cables y dejan a la gente sin servicios, sin cable, sin internet”, agregó otra mujer. Poco bueno parece pasarle a los vecinos que viven en ese sector popular del sur rosarino.
Barrio Las Flores es un vecindario que muestra a las claras la ausencia del Estado y el letargo de la política. Contenedores de basuras rebalsados, residuos por doquier, enjambre de cables de colgados, agua pestilente en algunas bocacalles, una sola línea de colectivos para entrar y salir supeditada en su andar a que no haya hechos de inseguridad. Del diálogo con los vecinos queda esa sensación fea de no sentirse considerados. En Las Flores, como en la mayoría de los barrios periféricos de Rosario, los vecinos no usan barbijos. Pero no lo hacen como una estrategia política ideológica a nivel de los “Médicos por la verdad”. No llevan barbijos porque en el barrio pueden suceder cosas peores que una enfermedad pandémica. En barrios como éstos te pueden matar desde un auto, una moto o de a pie. Te pueden matar a plena luz del día, rodeado de varios testigos que por el temor que cargan encima no dirán absolutamente nada. Porque en barrios como Las Flores matan y siguen. Matan y mañana será otro día. La muerte puede mirarte a los ojos sin la necesidad de convertirse en un spray virósico que contagie una enfermedad pandémica. No hay espacio para soñar con una solución. Los vecinos piensan “ojalá no me pase a mi o a mi familia”.
En la última semana en barrio Las Flores hubo tres ataques a balazos. En uno de ellos Ulises Juan I., de 22 años y sindicado por los vecinos como un ladrón de cables, el jueves de la semana pasada bajo la lluvia y sobre el mediodía, lo atacaron a tiros desde un utilitario color gris en Malvón entre Guardia Morada y Pasaje 519. Uno de los proyectiles le perforó la pelvis lado izquierdo. Un día más tarde, sobre el filo de la medianoche, un móvil policial fue tiroteado desde una moto en inmediaciones de calle 5 de Agosto y España, a escasos metros de donde fuera baleado Ulises. Y la noche del martes 25 de mayo, fue el turno de Emiliano Gómez a unos 600 metros del lugar del primer hecho. Siete días a sangre y plomo. “Los canales ya no vienen ni cuando hay un muerto”, dijo un vecino de la zona. “Este barrio no cambia más. Mucha falopa. Mucho pendejo enfierrado que gusta de jugar a ser dios y por ahí en el mejor de los casos te caga la existencia y en el peor te mata”, agregó un residente.
En un auto robado
Según se pudo reconstruir la tarde del 25 de mayo en Estrella Federal y la colectora de la autopista que conduce a la Ciudad Autónoma de Buenos Aires a un vecino le robaron su Renault Megane color verde. Un hecho de inseguridad que el vecino denunció en la comisaría y en las redes sociales. Nada se supo del auto del vecino hasta poco después de las 20.30, cuando se estacionó por el Pasaje Peatonal 2169 a unos 50 metros de 5 de Agosto y a otros 400 metros del lugar en donde fue robado.
Las Flores tiene media docena de calles bautizadas como Pasaje Peatonal. La reconocida como 2169 es un estrecho callejón o amplio pasillo de cemento con la particularidad de que en la mitad tiene una improvisada canaleta por la que fluye agua pestilentes y desagües pluviales. Y con una mínima iluminación nocturna, en un ya de por sí barrio oscuro. En el aire se nota que la mayoría de los vecinos no tienen intención de entrar en el juego de la empatía con el periodista porque saben que el riesgo es quedar comprometidos. Nadie en esa zona quiere más compromisos de los que pueda cargar.
Al volante del Megane verde estaba sentado Emiliano Gómez. ¿Estaba sólo? No. Estaba con otra persona con la suficiente confianza como para estar sentado a su lado en un auto robado. La principal hipótesis, no la única, que tiene la fiscal Georgina Pairola, a cargo de la investigación, es que la persona de confianza que Gómez dejó sentarse a su lado fue quien la asesinó gatillando una pistola calibre 9 milímetros al menos once veses. Al examinar el auto los peritos notaron que todos los disparos ejecutados habían hecho blanco en el cuerpo de la víctima. No hay impactos en el interior del auto, ni vidrios rotos, ni rastros de sangre. Gómez quedó atornillado al asiento con la llave en contacto y sin haber podido realizar un movimiento de defensa. Nada pudieron hacer para salvarlo. Dentro del auto quedaron vainas servidas. Por fuera del Megane, no hay rastros de que en el interior del vehículo hubiera ocurrido un homicidio salvaje.
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En el juego de las conjeturas, algunos vecinos indicaron que el asesinato de Gómez comenzó a gestarse la tarde del martes durante un partido informal entre vecinos en la canchita para fulbito de 9 jugadores que los vecinos conocen como “Los chichones”. “Se juntaron los pibes a patear, un picadito, y parece que hubo problemas con el muchacho fallecido. Y después la bronca siguió”, explicaron algunos. Otros, más allegados a la víctima, fueron directamente sobre la teoría de que a Gómez “lo entregaron”. Alguien “lo convocó en ese lugar para matarlo”, indicó un familiar completamente convencido. ¿Quién es esa persona? Silenzio stampa.
Gómez tenía domicilio radicado en el barrio Toba del sudoeste rosarino, a unas 70 cuadras de donde fue ejecutado. “No sabemos casi nada de lo que pasó. Lo único fue que como a los 20.30 nos vinieron a avisar los vecinos que mi hermano estaba muerto dentro del auto en la otra cuadra”, explicó una de las hermanas del hombre que está afincada en Las Flores y que, según sus dichos, hacía dos meses que no lo veía. La investigación quedó en manos de la fiscal Pairola, quien comisionó a efectivos de la Agencia de Investigación Criminal (AIC) para que trabajaran en el territorio recabando testimonios y a la búsqueda de cámaras de videovigilancia, algo que a simple vista no se visualizaba.