Natalia Obando López, una ciudadana colombiana de 31 años apodada “La Vieja”, se entregó el miércoles en los Tribunales Federales de Comodoro Py, en el barrio de Retiro, desde donde habían pedido su pedido de captura internacional está acusada de integrar la banda narco que intentó enviar a Africa, desde el puerto de Rosario, un cargamento de cocaína impregnada en arroz. Por la misma causa está imputado el reconocido médico oncólogo rosarino Gabriel Esteban Zilli, detenido en su casa del barrio Arroyito hace diez días junto a otro ciudadano colombiano acusado de cocinar la droga.
A las 14 de ayer, Obando López llegó a los tribunales federales de Retiro acompañada por su abogado Carlos Broitman. Allí se presentó ante el juez federal Sergio Torres, quien la semana pasada había ordenado su captura al acusarla por su presunta responsabilidad en la organización narcocriminal que planeaba traficar la cocaína oculta en un cargamento de arroz.
Tras negar las acusaciones y sostener que es inocente, por intermedio de su abogado Obando López pidió el beneficio de la prisión domiciliaria para cuidar a su pequeña hija de 6 años nacida en la Argentina. Sin embargo el magistrado pidió una serie de de estudios socioambientales y entrevistas con asistentes sociales antes de tomar una decisión. Es que con la misma situación fue beneficiado su ex marido y padre de la pequeña, el también ciudadano colombiano Juan Carlos López Cortez, detenido en 2012 y acusado en la denominada causa Luis XV ya que se pretendió enviar droga a Europa oculta en muebles de estilo.
Voceros judiciales dijeron a medios porteños que “La vieja” dijo ser inocente y explicó que tiene una relación de amistad con otros dos sospechosos de nacionalidad colombiana con pedido de captura, Víctor Camargo “Cachete” López y Edilberto “Mey” Varas Fernández, buscados junto a sus esposas.
Encuentros. Pero, según consta en el expediente judicial, el juez federal Torres sospecha que “La vieja” era una parte más de la organización narcocriminal liderada presuntamente por los hermanos Erman y Williams Triana Peña. “Los distintos encuentros y tratativas advertidas sugerirían que tendría directa vinculación con la obtención de la droga desde Bolivia”, sostuvo el juez en la resolución donde ordenó una serie de allanamientos y la detención de los integrantes de la organización.
Además, la joven mujer vivió en el mismo departamento que figuraba como domicilio legal de una de las nueve empresas que los investigadores judiciales sospechan utilizaba la organización criminal para lavar dinero. La empresa en cuestión es Hard Business SRL, que había declarado como actividad principal la exportación de productos alimenticios y sus domicilios legales eran Baigorria al 4600, en Monte Castro; Juan Manso al 1100, en Puerto Madero; y Arce al 400, en Palermo. “Este departamento figuraba como uno de los domicilios legales de Hard Business SRL y es el mismo donde habría residido Obando López”, sostuvo el juez Torres.
Con la entrega de Obando López aún quedan 14 personas con pedido de captura internacional por la causa que tiene su pata rosarina. Y entre los apresados están el abogado Guillermo Heisinger, el colombiano Mario Lara Guerra, quien vivía en el barrio Nordelta de Tigre junto a su novia y tenía una casa de comida china frente al country.
La pata rosarina. En cuanto a la pata local, en Rosario fueron apresados el pasado 17 de septiembre el mencionado oncólogo Gabriel Zilli, quien figuraba entre los principales especialistas del cuerpo de profesionales del Hospital Italiano Garibaldi y del Sanatorio Plaza; Juan Alberto Berasevich y Jorge Elises Ramírez Cuartas, de nacionalidad colombiana, al que le atribuyen ser el cocinero de la droga.
Los tres junto a los nueve detenidos en Buenos Aires están alojados en cárceles federales imputados de ser parte de una organización internacional de traficantes de drogas que planeaban exportar desde el puerto rosarino a la república africana de Guinea Bissau un cargamento de unos 35 kilos de arroz impregnado con cocaína.
En ese sentido, una hipótesis de la pesquisa es que los colombianos afincados en el país tendrían algún vínculo con el cártel colombiano del Norte del Valle (del Cauca) y serían quienes cocinaban la droga y la rociaban en el arroz, con una técnica no conocida en Argentina, de manera de disimularla en la mercadería de exportación.