Santa Fe. — Los integrantes de la banda que asestó la noche del sábado un atraco al Banco Macro en Santa Fe y se alzó con un millonario botín no pudieron obtener el premio mayor: acceder a la bóveda del tesoro. Las amoladoras y las sierras eléctricas no resultaron suficientes para perforar la gruesa pared que protegía el sector más codiciado por los asaltantes, que al cabo de varias horas desistieron del gran objetivo. Por eso, conjeturan los investigadores, debieron conformarse con saquear 77 cajas de seguridad (de las cuales diez estaban vacías) de las 647 que hay en el piso superior de la sucursal bancaria ubicada en la peatonal San Martín.
El monto del quebranto hasta anoche no pudo ser establecido. El seguro de la entidad reconoce 50 mil dólares por cada una de las cajas cuyo incierto contenido fue sustraído. Más allá de las cifras lanzadas se tejen todo tipo de conjeturas acerca de la suma en que podría cotizar el sofisticado atraco.
Asimismo, ayer se supo que desde el domingo quedaron demorados los tres guardias (originalmente trascendió que eran sólo dos) de seguridad privada que estaban en el banco al momento en que ingresaron los ladrones. Los tres fueron encontrados maniatados cuando se descubrió el asalto.
Entendidos. "Estamos hablando de bastante gente, muy entendida en el tema, con una logística extraordinaria", fue la conclusión del titular de la Unidad Regional I, Omar Odriozola, ayer en rueda de prensa.
Hasta anoche predominaban más dudas que certezas en torno al atraco que copó la tapa de los diarios del lunes en todo el país y le estalló al jefe policial asumido la semana anterior en la departamental capitalina de la policía santafesina. Entre ellas, por qué la ventana balancín por la que se filtraron los delincuentes no estaba enrejada, según consignó ayer el reporte de los peritajes policíales, contra la primera versión que indicó que los delincuentes habían roto una reja. Otra incógnita es si funcionaron o no los sistemas de alarma y seguridad una vez que los ladrones ingresaron al edificio. "Se hicieron los peritajes y eso está siendo investigado por el juez", dijo al respecto, escuetamente, Odriozola.
Los autores del atraco, no menos de ocho individuos, se fueron por donde habían llegado poco antes de las 20 del sábado. De tal modo eludieron las cámaras de vigilancia de la peatonal huyendo por calle San Jerónimo desde el estacionamiento lindero a la parte trasera del banco. En ese lugar, relató ayer el encargado de la cochera a este diario, dejaron estratégicamente estacionados la nochecita del viernes un VW Bora, que fue hallado abandonado horas después del robo en la autopista, y un utilitario Renault Kangoo.
"Como no abrimos el fin de semana nos dijeron que los buscarían el lunes a primera hora. Se ve que conocían todos los movimientos del lugar porque el domingo después de romper el candado del portón huyeron por aquí", explicó el encargado, señalando por donde se fugaron los vehículos cargados con el jugoso botín.
La policía descuenta que además de los sujetos que ingresaron al edificio, la banda debió contar con el apoyo logístico de otros vehículos para efectuar un eventual recambio de móviles, expertos en seguridad y alarmas, como también en el manejo de máquinas y químicos de los que se valieron para perforar paredes y violar las cajas. De allí la frase "estamos hablando de bastante gente" del jefe de policía. No sólo la suma es difícil de mensurar, también la cantidad de gente que pudo haber participado de un golpe con una "extraordinaria logística".
Encapuchados. Odriozola confirmó también que las 77 cajas violentadas "pertenecen a un pequeño sector" del total de casi 650 cajas y que los asaltantes actuaron encapuchados, con máscaras de gomas, guantes y gorros. Además indicó que se usaron sofisticadas herramientas. "Algunas no se consiguen en la ferretería de la esquina", consignó el jefe policial.
"Nos vemos"
Como salida de la pantalla en la saga hollywodense “La gran estafa” protagonizada por George Clooney y Brad Pitt, los delincuentes del banco Macro de Santa Fe dejaron una humorada garabateada en el piso: “Nos vemos”. Más escuetos que los boqueteros del Banco Río de Acasusso, que al irse de la entidad en enero del 2006 escribieron: “En barrio de ricachones, sin armas ni rencores, es sólo plata y no amores”. A los autores de la gracia los atraparon.