Siete personas oriundas de Rosario que fueron detenidas el fin de semana a partir del secuestro de 80 kilos de cocaína de máxima pureza en la provincia de Salta fueron indagadas ayer por el juez federal Carlos Vera Barros. El magistrado les imputó una figura que prevé penas severas: tenencia conjunta de estupefacientes y transporte para fines de comercialización Todos permanecerán detenidos.
Una de las personas que integra el grupo es una mujer de 60 años que vive en Fisherton llamada Reina Quevedo. Es hermana de un hombre que tuvo abultado prontuario delictivo por tráfico de drogas: Arturo Quevedo, alias Carau, quien tuvo un final cruento en extremo cuando fue ejecutado a balazos en la puerta de su casa de Villa Gobernador Gálvez, en la calle Casilda al 1800, en octubre de 2012 (ver aparte).
Carau Quevedo era marido de Elba Cuello, "La japo", condenada en agosto del año pasado a seis años de prisión por comercialización de estupefacientes. A la vez Elba Cuello era la madre de Miguel "Japo" Saboldi, que murió a raíz del incendio intencional de la alcaidía mayor de Jefatura ocurrido el 12 de abril de 2013 junto a otras tres personas.
Además de esta mujer están presos dos familiares directos: un hermano de Quevedo y la madre de ambos, una mujer de 80 años. Ellos tres fueron detenidos en Rosario el domingo a la tarde en el marco de una batería de medidas: 14 allanamientos en el centro rosarino, en Fisherton y en Funes. De esos procedimientos la mayoría no arrojó resultado positivo. Pero en otros domicilios se encontraron elementos distintivos de una cocina de cocaína: una botella de solvente, bidones con otros precursores químicos y al menos una balanza.
La organización. Estas detenciones, según fuentes judiciales, consolidan la pista hacia una organización de narcotraficantes de Rosario que empezó a ser investigada el año pasado por iniciativa de Juan Patricio Murray, por entonces a cargo de la fiscalía federal Nº 2. Esa pesquisa fue seguida por la funcionaria que sucedió a Murray en el cargo, la fiscal Adriana Saccone.
La mañana del domingo, en una estación de servicio de la localidad salteña de San José de Metán, agentes de la Policía Federal apresaron a cuatro personas que se desplazaban en dos vehículos de alta gama y les secuestraron 80 kilos de cocaína de máxima pureza. Esas personas, confirmaron las fuentes, son de Rosario. Como lo era el destino de la partida de droga incautada.
A las 10 de la mañan del domingo en una YPF que se erige a la vera de la ruta nacional 34, en el tramo urbano de San José de Metán, había un intenso movimiento de autos, fundamentalmente de turistas. En ese momento una camioneta Volkswagen Amarok que transitaba de norte a sur llegó a cargar combustible y a los pocos minutos arribó una Toyota Rav 4 que se puso detrás. Entonces dos autos cercaron a las camionetas y aparecieron en escena varios agentes de la División Operaciones Federales de la Superintendencia de Drogas Peligrosas de la Policía Federal.
"Todos al suelo", gritaron los efectivos que en pocos segundos redujeron a dos hombres y dos mujeres, una de ellas con una beba, que viajaban en las camionetas. Los playeros, las personas que cargaban combustible, quienes estaban en el minimarket, todos quedaron atemorizados. Algunos, incluso, atinaron a salir corriendo al ver a los policías armados. Uno de los hombres sería de apellido Acosta y lo apodan Pelusa.
Tras aguardar la orden de la Justicia, que intervino a partir de una orden judicial de Vera Barros, los investigadores revisaron los vehículos.
De la camioneta Amarok los policías secuestraron documentación, una pistola, dinero y celulares. Y del baúl de la Honda Rav 4 los ladrillos de cocaína de máxima pureza que estaban tapados con un cobertor y que pesaron unos 80 kilos. De ese vehículo también incautaron un revólver del alto calibre.
Alita peruana. De acuerdo a los pesquisas, la cocaína provenía de Bolivia, aunque elaborada en Perú. Sería alita de mosca, una variedad de máxima pureza, con destino de exportación desde Argentina hacia puertos de ultramar. En su camino hasta Metán la partida finalmente incautada habían sorteado varios controles de Gendarmería Nacional y de las policías de Jujuy y Salta.
Siete balazos en la puerta
“Llamaron a la puerta y salí a atender. Un muchacho en moto me preguntó por mi hermano. Me dijo que traía una citación para Tribunales. Cuando salió, el muchacho lo saludó, hizo como que buscaba unos papeles, sacó un arma y lo mató”. Delia relató como el martes 31 de octubre de 2012, a las 21, frente a su casa de Villa Gobernador Gálvez, un sicario asesinó de siete balazos a Arturo Alejandro “Carau” Quevedo, de entonces 58 años que cumplía prisión domiciliaria por problemas de salud tras ser condenado a cuatro años por comercialización de drogas.