Luego de unos tres meses la crónica policial rosarina volvió a dar cuenta de una salidera desde un banco céntrico. El viernes al mediodía el tesorero de la Cooperativa de Trabajo 4 de Octubre fue emboscado en el semáforo de Santa Fe y Callao tras retirar dinero de la sucursal del banco Supervielle de Córdoba al 1400. “Estaba en el semáforo pensando en mil cosas cuando vi que un tipo a cara descubierta se acercó a mi ventanilla y le pegó con la culata de un arma. Como en el auto tengo polarizado de seguridad, la primera vez no pudo romperlo. Le dio otra vez y lo rompió. Me miró y me dijo: «Dame el maletín que tenés atrás». Me di cuenta de que no había espacio para nada y se lo di. Huyeron en moto”, explicó el contador víctima de la salidera. Se llevaron 40 mil pesos destinados al pago de sueldos.
Salidera, entradera, escruche, rompepuertas. Definiciones rápidas y conmocionantes a las que los vecinos se fueron acomodando para entender, y hasta normalizar, algunos hechos delictivos que se repiten a diario. “Cuando estás trabajando todo el tiempo en la calle y movés algo de dinero para pagar proveedores o sueldos sabés que en algún momento te va a tocar. No hay medidas de seguridad que puedas adoptar que hagan que alguna vez no te pase”. Esta reflexión surgió en medio de la conversación en la que el tesorero de la cooperativa, un contador de 30 años que pidió la reserva de su identidad, relató pormenorizadamente cómo el viernes pasadas las 14.30 fue asaltado cuando esperaba la luz verde en Santa Fe y Callao.
Itinerario. La Cooperativa de Trabajo 4 de Octubre es un emprendimiento colectivo de vecinos del Fonavi de Guatemala y Viamonte (ver aparte). El viernes por la mañana el profesional de 30 años hizo varios trámites en distintos puntos de la ciudad. Varios de los clientes de la cooperativa, por problemas de liquidez, no cumplieron con los pagos y entonces el contador tomó la decisión sobre el mediodía de pasar por la sucursal céntrica del Supervielle para retirar dinero de la caja de seguridad y pagar sueldos.
“Nadie de la cooperativa sabía que yo iba a retirar dinero. Esto pasó porque se cayó el pago de dos o tres clientes y debí pasar por el banco. No es un movimiento rutinario y tampoco somos una cooperativa que mueva fortunas. Como todos nos conocemos del barrio, no es un problema variar el lugar de pago de sueldos que, como en toda la construcción, es los viernes”, explicó.
Pasadas las 13.45 el profesional estacionó su Ecosport modelo 2008 roja en el estacionamiento de Paraguay y Rioja. Tomó el atajo por el salón de una reconocida librería y salió a la peatonal. Caminó unos pasos hasta el banco. Ingresó al área de cajas de seguridad, donde estuvo unos diez minutos, e hizo el camino inverso.
A las 14.16 salió del parking. “Al salir el playero indicó que como Paraguay y Rioja estaba cerrado por refacciones había que salir por Corrientes. Así hice. Luego doble en Santa Fe y fui hacia el oeste. Hasta el semáforo de Callao”, relató. Al llegar al semáforo el contador no lo notó pero un vecino vio cómo un utilitario Renault Kangoo blanco se le puso por delante cerrándole el paso.
Encerrado. “El muchacho no se percató, pero la Kangoo se le puso adelante casi cerrándole la línea. Eso fue raro porque dos de las tres manos de Santa Fe estaban vacías y la Kangoo después no dobló por Callao”, contó un ocasional testigo de lo ocurrido. Con la Kangoo por delante el profesional bajó levemente la mirada para ver qué hora era en el celular y al levantar la vista se topó con el rostro del ladrón sobre la ventanilla del lado izquierdo.
Como si fuera parte de un manual, el delincuente golpeó con la culata de una pistola la ventanilla para romperla. El polarizado impidió el primer intento pero sucumbió al segundo. Con la ventanilla rota, el cruce de miradas sirvió para que el contador entendiera su rol de víctima. La frase “dame el maletín que tenés atrás” sólo fue un disparador para la entrega del estuche. Acto seguido el ladrón rodeó el auto, subió a una Yamaha XTZ 125 y huyó con un cómplice por Santa Fe al oeste.
“El ladrón estaba súper tranquilo. Cuando me miró con el arma en la mano me di cuenta que ya estaba. Le di el maletín. Cuando se fueron, muchas vecinas se empezaron a juntar a mi alrededor y estaban tanto o más conmocionados que yo. Lo único que les pedía era un poco de agua”, recordó la víctima.
El robo es investigado por el fiscal de Flagrancia Alvaro Campos, quien comisionó a efectivos de la Policía de Investigaciones (PDI) para que realizaran el trabajo de campo en la escena. Una de las medidas estuvo centrada en conseguir las filmaciones de las cámaras de videovigilancia que hay en la zona. El tesorero no sufrió lesiones.