Los treinta comensales de un restaurante del barrio de Pichincha se quedaron atónitos el lunes a
la noche cuando dos jóvenes armados alteraron el distendido momento de la cena. Los intrusos
actuaron con decisión y en no más de tres minutos despojaron a los clientes. Billeteras con dinero,
documentos, tarjetas y teléfonos celulares fueron a parar a manos de los ladrones. El dueño del
negocio no eludió el mal trance: los malhechores se llevaron los cuatro mil pesos de lo recaudado
hasta entonces.
El atraco ocurrió en Itamae Sushi, un restaurante de esa especialidad culinaria japonesa situado
en Güemes y Riccheri. El local tiene un pequeño entrepiso apenas se atraviesa la puerta. Las mesas
están decoradas con velas y las luces revestidas con portalámparas de mimbre. Las paredes externas
tienen una pátina amarillo y las interiores rosa. Unos globos detrás de la barra completan el
paisaje.
Cerca de las 22.30 del lunes, Día de los Novios, el local estaba repleto de parejas y clientes
en general sorprendidos por la irrupción violenta de dos muchachos. “Esto es un
asalto”, anunció uno de los recién llegados. La situación fue presenciada por los mozos y
cocineros, que quedaron inmóviles cuando los intrusos exhibieron las armas de fuego.
Los malhechores recorrieron cada una de las mesas. “Queremos todo lo que tengan, no se
hagan los locos”, exclamó uno de los ladrones encañonando a los comensales en un silencio
abismal. El paso siguiente consistió en quitarles las billeteras y los teléfonos celulares. Cuando
terminaron de despojar a los clientes, caminaron hasta la barra y, tras amenazar al dueño,
recogieron los cuatro mil pesos de la recaudación.
Cuando la tarea delictiva ya había finalizado, los ladrones se marcharon. Una vecina que paseaba
circunstancialmente su perro a esa hora de la noche contó después a algunos clientes que vio a los
jóvenes salir corriendo e irse en una moto.
“Eran adolescentes”. Una mujer que estaba en el lugar sentada junto a dos personas,
y que pidió reserva de su nombre, describió la situación. “Serían las 22.30 y todas las mesas
estaban completas. Entraron dos varones muy jóvenes, tal vez eran adolescentes. Cada uno tenía un
revólver. Gritaban que nos iban a quemar y todo el mundo se quedó en silencio”, relató a este
diario.
Según la testigo, los dos muchachos se repartieron por sectores y fueron despojando a los
clientes de sus pertenencias. “Uno de los chicos era el más violento y parecía ido. Disparó
varias veces el arma y no salieron las balas probablemente porque estaba descargada. Pero se
escuchó claramente en el silencio el chasquido del gatillo”, señaló.
Los comensales quedaron paralizados por las advertencias de los ladrones. “Le dijeron en
voz muy alta al dueño: «dame la guita porque te quemo». A partir de ese momento no se oyó más un
ruido. Estaban a cara descubierta y vestidos de manera informal. Uno tenía una gorrita y remera
azul. El otro usaba remera roja. Los dos tenían jeans. Pasaban por las mesas apuntando y la gente
les iba entregando las cosas”.
En la mochila. Se llevaron los celulares de una treintena de clientes, billeteras y carteras.
“Metían todo adentro de una mochila. A mí me dejaron sin documentos, tarjetas de crédito y
dinero en efectivo”, sostuvo. La mayoría de los que estaban allí sufrieron el mismo
despojo.
La presencia inesperada de los intrusos, sus órdenes vociferadas a gritos y la exhibición de las
armas hizo que un par de chicas estallaran en un llanto ahogado cuando los ladrones se iban.
“Resultó increíble pero en ese momento, saliendo, advirtieron eso y uno de ellos dijo:
«Perdón por el mal momento que les hicimos pasar»”, contó la testigo y víctima del robo.
“Fue todo muy rápido, no duró más de tres minutos”, comentó.
Una fuente policial señaló que, unos cinco minutos antes del atraco, una patrulla de la
comisaría 7ª —que controla la zona donde ocurrió el robo— pasó por el restaurante
asaltado, pero los uniformados no advirtieron nada extraño. El vocero consultado indicó que el
negocio no tiene cámaras de seguridad ni personal de custodia como una manera de explicar la
vulnerabilidad del local frente a la presencia de malhechores.
En la tardecita de ayer, un cronista de
La Capital llegó al negocio para conocer detalles del atraco. El propietario
declinó con amabilidad brindar detalles del hecho.