Un nuevo robo en un barrio cerrado puso en duda la seguridad de esos complejos inmobiliarios. Esta vez fue en el country del club Logaritmo, en la localidad de Ibarlucea, a unos 5 kilómetros al noroeste de Rosario. "Me llevaron electrodomésticos, dinero, joyas y cosas de los chicos. Es una locura y la seguridad del lugar no funcionó", dijo la víctima en diálogo con La Capital, dentro de su vivienda revuelta.
"Nos vinimos buscando seguridad y nos encontramos con esto", dijo Guillermo R., quien junto a su mujer y sus dos hijos vive hace dos años y medio en el lugar. El joven es abogado, familiar de la jueza federal Laura Cosidoy y se desempeña como relator en los Tribunales de bulevar Oroño al 900, donde estaba la mañana de ayer cuando le avisaron lo que había ocurrido.
A media mañana. El robo se produjo cerca de las 10 de la mañana y el alerta lo dio el chofer de un camión volcador que pasó por una calle lindante al barrio cerrado y observó a un joven salir a las corridas de uno de los chalet portando un televisor. "Apenas lo vio, el camionero se fue hasta la entrada del country y los de seguridad que estaban allí se movieron un poco", sostuvo Guillermo.
Al parecer habrían actuado al menos dos ladrones: "Fueron a mi cuarto y lo revolvieron de arriba a abajo. Se llevaron una cuantiosa suma de dinero, joyas y relojes de marca. Pero dejaron lo que entendieron que no les servía", agregó Guillermo.
Al reconstruir el caso se evidencia que posiblemente los ladrones hayan tenido datos puntuales: "En la casa hay gente algunos días por la mañana pero el jueves, justamente, no había nadie. Además, el dinero lo encontraron inmediatamente, no hizo falta que revolvieran mucho ni en demasiados lugares", dijo el hombre. Como prueba de eso mostró que el costado derecho del placard de la habitación matrimonial estaba intacto.
El chalet no es demasiado grande, dos dormitorios y dependencias. Y está rodeado de un amplio jardín al que se accede fácilmente desde la calle. Las puertas vidriadas dan a las galerías y, a pesar de que tiene un sistema de alarmas, no funcionó. Ayer, los pesquisas de la policía científica sólo encontraron huellas en los vidrios de la puertas traseras de la vivienda que ahora se analizan porque podrían pertenecer a los intrusos.
En el cuarto de los niños los ladrones prácticamente no husmearon. De allí faltaron un reproductor de DVD y una Play Station. Los peluches y los placares estaban intactos. "Ahora el tío me va a regalar una play que él no usa", dijo el hijo del matrimonio a este cronista.
Las otras dependencias de la casa tampoco mostraban mayores indicios de haber sido registradas. Los sillones estaban en su lugar, al igual que las mesas y el resto del mobiliario. "Lo único distinto es que dejaron dos bolsos vacíos arriba de la mesa que usarían para guardar lo robado", acotó la víctima.
En concreto, de la vivienda se robaron un televisor con pantalla led, una notebook, dos reproductores de DVD, una importante suma de dinero que Guillermo no quiso especificar, joyas y una Play Station. "Los dos televisores que no son leds ni los tocaron, un discman viejo ni lo olieron y dejaron relojes y bisutería barata desordenada fuera de los cajones de la cómoda", explicó el joven abogado.
Insegura. La vivienda está ubicada dentro del country que se erige a la vera de la ruta 34, en el kilómetro 4. Junto a la casa pasa una avenida de ripio de unos cinco metros de ancho que separa el barrio, con un precario cerco perimetra, de un campo. Los investigadores dicen que los ladrones habrían cortado ese cerco para ingresar e irse.
Acerca de la custodia del lugar, brindada por una empresa privada, se limita a un hombre por turno de día y otros dos por la noche, los que realizan recorridas a caballo por las 5 hectáreas del predio. "Recorrer todo sin entrar a las calles interiores lleva unos 45 minutos y si entramos, el tiempo es una hora y cuarto", dijeron los vigilantes apostados ayer en la puerta del country.
"Con la empresa estamos en conflicto, siempre hay robos menores de bicicletas, cortadoras de césped y esas cosas, pero esto fue demasiado", dijo finalmente Guillermo R., totalmente ofuscado.