Era un hombre feliz. Con amigos con los que se iba de pesca y compartía asados. Le gustaban el folklore y las peñas. Gerardo Gini tenía 30 años y era dueño de un taller mecánico de motos en Fray Luis Beltrán en el que varios muchachos se juntaban para preparar y arreglar motores, y de vez en cuanso, asar lechones. Hábil con las pinzas, además trabajaba como empleado de mantenimiento en el Policlínico Eva Perón de Granadero Baigorria. El 10 de julio pasado un hombre joven entró a su taller con el plan de robarle algo de dinero y su moto Yamaha Twister 250. Pero Gerardo no quiso que le robaran. Entonces peleó hasta que una bala le perforó el intestino. Pasó por tres operaciones y el 25 de julio murió en el mismo hospital en el que trabajaba. Dos semanas después sus hermanos dicen: "No se investiga la muerte de Gerardo. No se sabe quién lo mató y la Justicia no avanza. Estamos desamparados".
Los Gini eran cinco hermanos: tres mujeres y dos varones. Su padre falleció y su madre sufre la pérdida de uno de sus chicos. Son oriundos de Granadero Baigorria y eran muy amigos de Edgardo Giménez, el comerciante de esa localidad que murió resistiendo un asalto en octubre de 2014 en una situación similar a la de Gini (ver aparte). En su vida, Gerardo supo "amar al libertad", según dicen sus hermanos, y vivía solo en una casa del barrio Martín Fierro de Baigorria junto a sus inseparables perras: Victoria y Gloria.
Según sus vecinos y algunos amigos, el 10 de julio Gerardo fue a la casa de su madre alrededor de las 12.30. Comentó que debía pagar el alquiler del taller que tenía en Fray Luis Beltrán y por eso debía entregar al menos dos de las cuatro motos que tenía para arreglar y así cobrar el trabajo y saldar la deuda.
Con una 9. Gini llegó al taller cerca de las 14 y se puso a reparar las motos para entregarlas. A las 15.30 entró un hombre joven y armado (según contó el mismo Gerardo a sus familiares) y apuntándolo con una pistola calibre 9 milímetros lo increpó: "Dame la plata y el celular", le dijo. Tras ello le preguntó de mala manera de quien era la Honda Twister. "Mía", le respondió Gini. Y entabló una pelea cuerpo a cuerpo para evitar que le robaran el vehículo. Fue así que el ladrón le acercó la pistola al abdomen y disparó. "Me dieron un tiro, vení", le dijo a su cuñado por teléfono antes de las 16 de ese 10 de julio.
El ladrón huyó y Gerardo no le dio importancia al tiro. Tal vez no sintió el dolor o la adrenalina lo sostuvo y le tendió una trampa. Así, malherido y sin saberlo, perdió mucho tiempo. Entró las motos que estaban en la puerta del taller, fue hasta lo de su vecina para avisarle a sus hermanos que estaba baleado y esperó una ambulancia que no llegó nunca. Gerardo fue trasladado a un efector de salud en Fray Luis Beltrán por un móvil policial y dos horas después fue derivado al Policlínico Eva Perón a bordo de un móvil del Comando Radioléctrico. Una vez allí fue sometido a tres operaciones. Estuvo atendido y cuidado por su "millón de amigos", como dijo Silvana, una de sus hermanas.
Ella lo fue a ver a la guardia ese mismo día y Gerardo, que estaba consciente y lúcido, le relató cada uno de los detalles del robo: que un hombre entró solo y le quiso robar la billetera, el celular y la moto y que cuando disparó el lo corrió. "El siempre decía que nunca lo iban a robar, que no les iba a dar nada y le robaron la vida", dijo Silvana.
Lo que Gerardo no le dijo a Silvana fue quién era el hombre. En realidad le comentó que no lo conocía. Luego de las tres intervenciones a la que lo sometieron en un lapso de 15 días, sus hermanos contaron que murió de septicemia el 25 de julio.
Pedido de testigos.PUNCTUATION_SPACELos Gini y sus allegados están convencidos de que la fiscalía debe investigar, que debe citar a testigos, hurgar en la causa y de que "llega un momento en que se naturaliza la muerte, que pasa a ser un trámite y uno se siente como un pollito mojado, muy desamparado", cuenta Silvana.
En ese orden, los vecinos de la zona tiene algunas hipótesis de por qué se produjo el robo y la posterior muerte de Gerardo. Sostienen que hay en la zona algunas familias que comercializan motos robadas y hacia allí apuntan.
Por otro lado, los familiares de Gerardo son conscientes de que él "arreglaba muchas motos que son buscadas por ladrones. De entrada era fanático de la Honda Twistter, y en el taller había ese tipo de motos además de Honda Tornado y Yamaha, que son muy buscadas".
Los hermanos Gini dicen que no pararán hasta que la Justicia llegue al final y se descubra quién y por qué mataron a Gerardo. Y aseguran que si tienen que cortar calles, recorrer Granadero Baigorria en moto o "entrevistarse con quien sea", lo harán para que su hermano descanse en paz.
Reapareció un estafador conocido en Rosario
Su nombre es Javier Bazterrica, pero sus seudónimos son muchos: Máximo Blaquier, Máximo Nazar Anchorena o el más modesto Javier Baigorria. Es un estafador serial y su última víctima fue Adriana, la hermana de Flavio Mendoza, el performer estrella de la porteña avenida Corrientes que está al frente de "Stravaganza", la compañía en la cual la mujer es productora. Fue ella quien escribió en su muro de Facebook que este hombre la había engañado como a tantas otras mujeres y referenció la nota que el 4 de agosto de 2013 publicó La Capital, cuando el estafador engañó a una joven estudiante de derecho de Rosario.
Bazterrica usa redes como Facebook, Badoo o Twitter con innumerables alias y luego comienza una parodia de dinero y poder. Javier tiene el don de que cree todo lo que dice y muchas mujeres también. En esta ciudad se supo de él cuando Fernanda Vergara denunció ante este diario que la había estafado en 80 mil pesos diciéndole que era agente de bolsa, propietario de una avioneta y un auto blindado, dueño de campos y de propiedades en distintos lugares del mundo. Sin embargo vivía en una pensión de Palermo en la cual debía tres meses de alquiler.
En la casa. Adriana Mendoza creyó la repetida historia del joven alto, con mirada lánguida, pelo lacio y desprolija barba candado que siempre viste chombas de marca y a veces botas, cómo si fuera a entrar a una cancha de polo. La mujer colgó esta semana en Facebook : "He sido una tonta. Le di 5.000 dólares a este hombre para que invirtiera en la Bolsa de Valores y me engañó. Sé que estafó a otras y hago público ésto para que no vuelva a suceder".
El farsante tiene bajo su nombre verdadero más de 20 causas por estafas, una en Rosario, y esta semana estuvo demorado por algunas horas en la seccional 49ª de la Policía Federal. Lo detuvieron por estar a bordo de un auto robado y con pedido de secuestro, pero luego quedó libre.
"Desde que me contactó por Facebook hasta que nos vimos, pasó un mes. Fue muy intempestiva la relación que entablamos. A los 15 días, no me pregunten cómo, ya estaba viviendo en mi casa y lo hizo por tres meses", contó Adriana, una mujer que ronda los 40 años y es madre de dos niños. Ella le dio "todos" sus ahorros y días después "Máximo" se escapó como un novio fugitivo, sin dejar en la mesa de luz ni siquiera una romántica carta de despedida.