Procesado por asaltos calcados a taxistas

Tener método para robar a taxistas fue justamente su ruina: repetía su forma de asaltar, lo hacía en la misma zona de Arroyito, en un lapso de diez días. Pero no tanto la perseverancia en el modus operandi le pateó en contra, sino un aspecto físico que de tan peculiar quedaba grabado a fuego en la mente de los choferes. Todos decían haber sido asaltados por un hombre que usaba una singular arma punzante. Y que era de cabello rojizo, delgado y extremadamente alto.

Ayer el juez Juan Andrés Donnola dictó el procesamiento por cinco hechos de robo calificado contra Jaime Hugo Soria un pelirrojo de un metro noventa, de 34 años, al que reconocieron sin dudar varios de los taxistas que denunciaron robos casi calcados. Fuentes judiciales contaron que los atracos ocurrieron en el mes de marzo. El asaltante solía tomar taxis en avenida Alberdi, se hacía trasladar hasta el Banco Nación en la esquina de Juan José Paso y allí simulaba extraer dinero.

Luego pedía que lo llevaran a lugares cercanos, recorridos de no más de doce cuadras. Al llegar a destino ofrecía un billete que tenía la apariencia de falso. Cuando los taxistas se demoraban examinando el billete o exigían la entrega de otro el larguirucho pasajero extraía un arma blanca descripta siempre igual: una especie de cuchillo de 10 centímetros de hoja ceñido a un mango cilíndrico verde, como el de un destornillador, que colocaba en el cuello o las costillas de sus víctimas Así se apoderaba de las recaudaciones.

Fue el comentario de taxistas de la zona lo que rompió la rutina del ladrón: todos los robos eran tan iguales como el asaltante que los cometía. Y una apariencia tan particular no tardó en ser reconocida: uno de los taxistas asaltados advirtió al ladrón pelirrojo saliendo de una casa —era donde vivía—, llamó a la policía y lo hizo detener.

La policía le secuestró entonces su extraño cuchillo verde. Soria quedó procesado por cinco robos a mano armada entre el 7 y el 17 de marzo.