Dos detenidos por el demencial ataque a la comisaría 14ª, donde el domingo a la noche retumbaron más de 40 disparos por motivos que siguen siendo una incógnita, fueron acusados de tentativa de homicidio y quedarán en prisión preventiva sin plazo tras una reñida audiencia que se extendió ayer por siete horas. Los dos fueron detenidos por acudir con heridas de bala al hospital Carrasco y la fiscal Andrea Vega jugó como carta fuerte que ambos fueron reconocidos por los policías. Pero los acusados, de 30 y 18 años, declararon que fueron baleados en otros lugares y que se estaban atendiendo en el hospital a la hora del ataque a la seccional. Sus defensores ofrecieron pruebas para demostrarlo y cuestionaron los señalamientos porque, antes de la rueda, las fotos de los sospechosos circularon por las redes sociales con un inquietante mensaje: "Estos son los cacos que intentaron copar la comisaría 14ª de Rosario. Recomendamos que todo el personal policial los tenga bien identificados por las dudas".
El debate entre la acusación y las defensas estuvo tan lleno de contrapuntos que el juez Gonzalo López Quintana ordenó un cuarto intermedio de dos horas y media antes de resolver. Su decisión alcanzó a Abel Fernando Pereyra, de 18 años; y a Guillermo Daniel Nieri, de 30. En el dictamen, el magistrado no hizo lugar al pedido de nulidad de los reconocimientos, no concedió morigeraciones de prisión y dispuso el traslado a dependencias penitenciarias por seguridad.
Un tercer detenido quedó en libertad porque en la rueda de personas no lo apuntaron y no había elementos en su contra. Había sido apresado porque vive a metros de la casa de Pereyra y tiene el mismo apellido, aunque sin parentesco. El cuarto, Emanuel G., de 18 años, seguía anoche internado con una herida de bala en el Heca y sería sometido hoy a una audiencia imputativa.
Pedido. La fiscal Vega pidió una dura imputación: intento de homicidio a miembros de fuerzas de seguridad perpetrados con el concurso premeditado de dos o más personas. Pidió la prisión preventiva sin plazo por estar acusados de un delito con pena mínima de 10 años. Además, pidió que se le impute a Nieri la portación de un arma calibre 22, delito por el que había estado preso diez horas antes del embate a tiros en la misma seccional. Su relato, con las declaraciones de las víctimas ya incorporadas al legajo, ajustó datos de las primeras versiones.
Así, dijo que a las 21.30 del domingo tres policías fueron sorprendidos por tres hombres que rompieron el vidrio de una ventana en la seccional de Marcos Paz 6650 y abrieron fuego. En la guardia estaban los policías S., R. y M. alrededor de un escritorio. El primero alcanzó a salir a un patio desde donde pidió refuerzos y no efectuó disparos. R. fue herido a través de un vidrio en el maxilar y el brazo izquierdo. M. se ubicó detrás de una puerta y empezó a tirar perforando la chapa a ciegas hasta vaciar el cargador.
Esto al parecer puso en fuga a los agresores. Tras ellos salieron S. y M., quien en un nuevo intercambio de tiros fue herido en el muslo derecho. Los atacantes se fueron corriendo y arrojaron dos armas. En la seccional, además de manchas de sangre en pisos y muebles, casquillos y perforaciones, quedaron diseminadas 42 vainas. De ese total, 16 pertenecen a un arma policial Taurus 9 milímetros del policía R.; 17 aún no cotejadas a otra arma del mismo calibre; 8 a una pistola 11.25 que no fue secuestrada y una última vaina al revólver 32 Doberman de los agresores. No hay rastros de disparo de la otra arma abandonada, un revólver 32. Las manchas de sangre en la huida hicieron presumir que los atacantes estaban heridos y por eso salieron a buscarlos a las guardias de hospitales.
En el hospital. Guillermo Daniel Nieri tiene 30 años, secundario completo, trabaja "en blanco" en una empresa de limpieza, está en pareja desde hace 10 años y tiene una nena de 7. Su hermanastro, Lucas Ezequiel Escalada, fue asesinado en junio de 2014 en villa Banana en una pelea de bandas. Cumplió una condena de 3 años y medio de prisión por un robo calificado de 2004.
El domingo el Comando Radioeléctrico lo apresó en Cerrito y Camilo Aldao a las 4.30, cuando estaba con otro hombre y dos mujeres y a los policías les pareció sospechoso que él le pasara un "elemento" a una mujer. Al acercarse constataron que era un arma. Lo llevaron a la 14ª y lo acusaron de robo calificado, pero las personas que estaban con él dijeron no ser víctimas de nada. Que el muchacho les había pedido fuego y al acercarse el patrullero se deshizo del arma. Además, confirmaron que fue golpeado por los policías.
"Le voy a decir la verdad. Yo estaba ebrio", declaró ayer Nieri dirigiéndose al juez. Contó que al acercarse la policía corrió "del miedo" y le dispararon pero en ese momento, por la borrachera, no advirtió que estaba herido. Dijo que lo llevaron a la 14ª, que le pegaron, que lo trasladaron a un hospital por los golpes, que desaparecieron los 775 pesos que tenía y que un médico policial constató la golpiza por la que ya se abrió una causa aparte. Al mediodía lo soltaron por orden fiscal.
En ese momento, contó, fue con su mujer al hospital Carrasco porque le dolía la planta del pie y notó que estaba herido por el roce de una bala. "Estaba cansado y había mucha gente en espera. Me fui a mi casa. Me dormí. A las 20.50 mi señora llama al remís de vuelta al Carrasco. Me dijeron: «Tomá asiento y esperá que te llamen por orden de llegada». A las diez y pico llega la policía y me empiezan a golpear en el hospital. No entendía nada. No tenía noción de porqué estaba detenido. De todo esto me entero al llegar al reconocimiento. Yo no tiroteé la comisaría".
Dos policías (los heridos ya fueron dados de alta) lo apuntaron en rueda de personas. Le endilgan ser quien rompió el vidrio de un culatazo. Su abogado, Jorge Bedouret, señaló contradicciones entre los efectivos, dijo que ya declaró el remisero que lo trasladó al Carrasco y pidió peritar el teléfono para constatar el horario del llamado al remís. Entregó un celular de la madre, que por la tarde cruzó mensajes diciendo que su hijo estaba baleado.
Pero sobre todo cuestionó los reconocimientos porque desde el mediodía del domingo circularon por las redes sociales y en el perfil de Facebook "Círculo Policial Argentino" las fotos de Nieri golpeado, con la remera rota y sangre en la cara; Pereyra en el patrullero con la misma ropa que tenía en la audiencia; y Emanuel G. con el abdomen vendado en una silla de ruedas.
Por eso pidió la nulidad de esa medida: "Es obra y gracia de la magia o la casualidad, los únicos reconocidos fueron los de las fotos. No cabe ninguna duda de que el Facebook y las redes sociales marcaron el camino a seguir en los reconocimientos. Esta es la única prueba que tiene la fiscalía, es una prueba viciada".
En colectivo. Abel Pereyra tiene 18 años, sólo terminó la escuela primaria y tras la muerte de sus padres vive con su hermana y un sobrino en villa Banana. "El domingo a las 20.30 sufrí un disparo de un soldadito y me fui al Carrasco. Cuando volví tenía a toda la policía en mi casa. Me decían que yo tiroteé la comisaría 14ª y yo no entendía nada", declaró. Lo apuntaron tres efectivos por balear al policía R. desde la ventana.
"Buscaron heridos en los hospitales en una caza de brujas. Así surgen los imputados", dijo la defensora pública María Eugenia Carbone, quien se empeñó en demostrar que a la hora del hecho Pereyra se estaba atendiendo en el Carrasco. Con ese fin entregó los boletos de colectivo que tomaron el joven y su hermana para ir yu volver del hospital. "Es complicado que haya estado en dos lugares al mismo tiempo", analizó. "Se habla de personas osadas y peligrosas, pero sería torpe que se vayan a atender a nosocomios brindando sus propios domicilios". También atacó los reconocimientos. Dijo que su defendido estaba por participar de la rueda cuando a ella misma le llegaron las fotos de los acusados al WhatsApp.