Cristian Nahuel Alvarez hurtó una mochila, el dueño lo corrió y pidió ayuda a vecinos. Luego de cruzar un arroyo, el ladrón intentó guarecerse en la casa donde una mujer estaba con dos de sus hijos. En ese marco, familiares de ella ingresaron para protegerla y tratar de retenerlo hasta que viniera la policía y eso originó una pelea cuando el ladrón opuso resistencia. En ese marco ingresaron más familiares y vecinos, alrededor de una decena de personas que terminaron golpeando violentamente a Alvarez, que dos horas más tarde murió en la comisaría.
Por esa secuencia ocurrida el miércoles a la tarde en el barrio Norte de San Lorenzo el fiscal Carlos Ortigoza imputó el viernes a tres personas como coautores de homicidio en exceso de la legítima defensa y el juez Carlos Gazza les dictó prisión domiciliaria con salidas laborales por 60 días. Más que en otros casos, esta figura y calificación del delito es provisoria ya que el resultado de la autopsia que se realizará la semana próxima podría despejar algunas dudas y agregar otras certezas. Es que no se puede descartar que Alvarez haya muerto por otros golpes que pudo haber sufrido en la comisaría, incluso autoinfligidos, o que la causa del deceso haya sido otra.
La muerte de Cristian Alvarez es otra historia de la violenta miseria que intenta imponerse en el límite entre San Lorenzo y Puerto San Martín, una zona que viene siendo castigada por enfrentamientos de bandas de narcomenudeo que dirimen sus disputas a tiro limpio contra viviendas y vecinos, y los robos y hurtos que se vienen incrementando sin pausa en los últimos tiempos. Una zona donde la vida cotidiana se va tiñendo de una saña que, tal como describiera una vecina el jueves a este diario, hace que "entre los propios vecinos se terminen corriendo a machetazos por cualquier cosa".
El miércoles esa furia latente terminó con la vida de un joven sindicado por el hurto de una mochila que no tenía más de cien pesos. Según pudo reconstruir la investigación a partir de los primeros datos y testimonios, Alvarez se puso al hombro la mochila de un operario que hacía trabajos sobre el arroyo San Lorenzo para el municipio de Puerto San Martín y salió corriendo.
El dueño lo vio y fue tras él, mientras pedía ayuda a quienes se iban sumando como observadores o perseguidores. Alvarez cruzó el arroyo por el puente y la escena se trasladó a San Lorenzo. El ladrón comenzó a saltar tapiales hasta que entró a la casa de Melisa, madre de cuatro hijos pequeños que al parecer en ese momento estaba con dos de ellos.
Eso fue notado por un familiar de la mujer que estaba entre quienes corrían al fugitivo. Así fue cómo Miguel Angel G. se metió en la casa con la intención de frenar la huida del ladrón y que no causara daños a sus familiares. Pero según los testimonios Alvarez no quería dejarse agarrar y así comenzó una pelea a golpes que en cuestión de segundos dejaría de ser mano a mano.
Pronto ingresaron a la casa cerca de diez personas, entre ellas al menos tres hijos de Miguel que comenzaron a golpear violentamente a Alvarez y lo retuvieron hasta que la policía se lo llevó a la comisaría 7ª de San Lorenzo, donde el joven de 21 años murió tres horas después mientras lo fichaban por el hurto.
La muerte de Alvarez generó dos cosas: la aprehensión de cinco miembros de la familia G. como sospechosos de haber participado de la golpiza y la orden de realizar la autopsia según el protocolo de Minesota que se aplica, entre otras circunstancias, cuando alguien muere en custodia policial.
Agresión legítima
Si bien los testimonios pusieron en la mira a Miguel Angel y sus hijos Lucas y Luis G. —además de otros dos adolescentes que quedaron a disposición de la Justicia de Menores— no se descarta que pueda haber más imputados ya que se presume que hubo más participantes en la golpiza que, a priori, derivó en la muerte. El fiscal los imputó de homicidio en exceso de la legítima defensa y pidió prisión preventiva por 90 días, pero el juez les dictó la medida pero por 60 días, en modalidad domiciliaria y con salidas laborales.
Sobre el delito atribuido, el fiscal explicó que el ladrón era perseguido por un delito y que cuando lo alcanzaron se excedieron en su conducta y le provocaron los golpes. Sin embargo, en función de los testimonios, la agresión de los vecinos es legítima porque Alvarez generó las situaciones de agresión.
"Más allá del hurto por el que lo perseguían, después se metió por la fuerza en una casa y allí se trabó en lucha cuando alguien quiso detenerlo. Las personas que lo golpean se excedieron, pero estaban defendiendo en este caso a la gente que vive en la casa donde se había metido Alvarez", explicó el fiscal sobre por qué escogió esa figura.
Información clave
No obstante, Ortigoza admitió que el resultado de la autopsia que se realizará el próximo miércoles en el Instituto Médico Legal (IML) podría aclarar o incluso darle otro rumbo a la investigación. En principio, no se puede descartar que Alvarez haya sido agredido en la comisaría donde murió. Al respecto hay testimonios de personas que lo escucharon gritar y quejarse mientras estaba detenido y por ello no puede descartarse que haya recibido más golpes, incluso que se los haya autoinfligido.
En ese marco el fiscal no descarta nada. Por ahora la imputación es provisoria y se asienta en la secuencia acreditada sobre la golpiza, sus autores y la posterior muerte. En tanto, habrá que esperar qué dice sobre el caso el resultado de la autopsia.