“Sabía perfectamente lo que iba a pasar. Fue a su casa, eligió el arma y tomó a la víctima sin posibilidades defensa. Lo corrió, lo mató y siguió agrediéndolo en el piso”. El fiscal Florentino Malaponte relató así el crimen de Norberto Nicolás Mansilla, ocurrido dos años atrás en el barrio La Florida norte, al pedir 23 años de prisión para Héctor Emanuel “El Elfo” Funes en los alegatos finales del juicio contra el joven de 20 años. La misma pena requirió el querellante Marcos Cella, quien sostuvo que “los únicos tristes en este juicio son los padres del joven asesinado” . En contraste, la defensora pública Daniela Asinari planteó que el acusado no quiso matar sino lesionar a Mansilla en una zona que no siempre es letal y pidió que lo condenen por homicidio sin intención, atenuado por emoción violenta.
Los planteos se presentaron en la última jornada del juicio oral contra Funes, antes de la sentencia que emitirán el martes a las 13 los jueces Gonzalo López Quintana, José Luis Juárez y Hebe Marcogliese. Ellos deberán definir entre condenarlo por homicidio simple, con 8 a 25 años de prisión; o atenuar la pena por una reacción emotiva violenta que rebaja la pena de 1 a 6 años.
Versiones encontradas. El crimen ocurrió el 26 de julio de 2014, entre las 5.30 y las 6. En una casa de Tierra del Fuego al 1200 (bulevar Rondeau al 3900) hubo un cumpleaños al que fueron Nicolás, de 22 años, y varios pibes del barrio. Según el fiscal todo se desató cuando echaron de la fiesta a Funes, quien no estaba invitado y según la defensa era marginado y sufría bullying por parte de los demás. Este muchacho fue a su casa y volvió con una cuchilla. Buscó a Mansilla y pese a que otros jóvenes intentaron frenarlo, lo atacó en la esquina y lo hirió en la fosa ilíaca izquierda lo que afectó una arteria y le causó la muerte.
“Me miró mal (Mansilla), me pegó un cachetazo y le pegué un par de piñas. Me entraron a correr a piedrazos. Eran tres o cuatro, y después se me vinieron todos. Me cagaron a palos. Empecé a los cintazos para que se fueran. Entonces el pibe se cayó con el cuchillo que tenía en la mano. Ahí se me vinieron todos encima y tiré cuchillazos para todos lados”, dijo Funes durante la reconstrucción del hecho.
En sus alegatos finales, el fiscal Malaponte planteó que esa versión es falsa y que no existió una reacción defensiva. Señaló que el acusado se encontraba “en dominio de sus facultades mentales” y que dos de sus hermanos esa noche intentaron frenarlo pero él “agredió al que intentó interponerse”. Sostuvo que el arma (que no se secuestró) tenía “una capacidad ofensiva” poco común ya que “eligió un arma blanca con filo, dos centímetros de ancho y 12 de profundidad”. Justificó el alto pedido de pena en el “daño causado”, teniendo en cuenta que la víctima era “una persona tranquila, un buen amigo, sencillo. Sus únicas preocupaciones eran su novia, su moto y el fútbol”.
“En esta sala la verdad ha sido revelada”, dijo luego el abogado querellante Marcos Cella, quien representa a los padres de Mansilla. Recordó que Funes fue a una fiesta “a la que no había sido invitado”, que solía utilizar cuchillos y que Mansilla sufrió más de una estocada además de ser pateado en la cabeza por Funes cuando cayó al piso desvanecido. “Estamos frente a un verdadero asesino”.
Acosado. Otro fue el tenor de la exposición de la defensora pública. Asinari admitió que Funes cometió el crimen. Pero dijo que no lo hizo con intención de matar. Que no tenía un motivo para hacerlo sino que fue una reacción “irreflexiva, un acto que no pudo evitar”, tras sufrir hostigamiento y bullying de los amigos de Mansilla: “No quiso matar. Ni siquiera se lo representó”.
Según indicó, quería pertenecer a ese grupo pero lo agredían. “Vos no sos de los nuestros, andate, ya te lo dijimos. Tus hermanos son del barrio. Vos no, aunque vivan juntos”, recordó que le dijeron para impedir que entrara al cumpleaños. “Ese es el grupo que le decía Elfo, Orejón, Dumbo y lo humilló delante de chicos y chicas de su edad”.
Para la defensora, centrarse sólo en el ataque “sería injusto”. Citó un estudio psicológico según el cual actuó “de manera automática, por una invasión de la emoción a la conciencia” que no pudo contener.
“Soportó toda la noche sin reaccionar. Le dieron una piña en el ojo, lo empujaron y lo echaron”, enumeró Asinari, y recordó que “al enterarse de la muerte de Mansilla se quedó duro, petrificado. Decía «perdoname, yo no quise» y se cortó la pierna”, ya que solía autolesionarse. “Fue una herida de intensidad mediana en una zona que no necesariamente es mortal. ¿Acaso sabía Funes, que no terminó tercer grado, que en esa zona hay una arteria?”.
Pidió que lo condenen por un homicidio preterintencional en estado de emoción violenta. De no admitirse, solicitó que se encuadre como lesiones dolosas en concurso con homicidio culposo. O que, de aplicarse el homicidio simple, la pena no sea “desproporcionada” sino que atienda a “las condiciones personales de Emanuel”. Siempre con el atenuante de la emoción violenta.