Las fotos de Tamara Merlo se movían agitadas por el viento de la mañana. "En nuestra casa falta Tamara", decía uno de los carteles que ayer cubrieron el frente del Centro de Justicia Penal al inicio del juicio oral por su muerte. El caso es considerado un femicidio por su familia y organizaciones contra la violencia de género que asistieron al debate, categoría que no se trasladó a la acusación. Para el fiscal Luis Schiappa Pietra es un homicidio calificado por el vínculo —sin agravante de género— y bajo ese enfoque pidió prisión perpetua para Fernando Damián Godoy, quien afirma que el tiro se le escapó. "La única verdad es que fue un accidente", dijo el acusado.
Tamara, de 18 años, fue baleada en el pecho la noche del 10 de junio de 2017 en la casa de Villa Gobernador Gálvez donde vivía con Fernando y el bebé de ambos, de un año y medio. Había ido con el nene a un cumpleaños en un salón frente al club Talleres. A las 21 Fernando la fue a buscar, volvieron a su casa de Alvear al 3200, a 12 cuadras, y minutos después retumbó el disparo.
El salió desesperado a pedir ayuda. El padre de Godoy llevó a Tamara al Hospital Gamen, pero llegó sin vida. Esa noche Fernando contó a la policía y la familia de Tamara que unos encapuchados los habían seguido desde el cumpleaños y les tiraron al llegar a casa. Luego modificó su versión y dijo que el arma se había disparado sola.
"Hubo maniobras para ocultar lo ocurrido. El arma fue arrojada a un cañaveral", acusó el fiscal al pedir perpetua por homicidio calificado por el vínculo y la portación del revólver Italo Gra 22 corto gris plomo luego hallado por la policía al rastrillar cerca de la casa. Para el fiscal, que no aludió a violencia previas en la relación ni encuadró el crimen como un femicidio, se probará que el disparo fue intencional.
"No tenía motivos"
Godoy lo niega. "Fallé en cambiar las versiones. Estaba muy nervioso, se cruzaron muchas cosas por mi mente. El miedo a perder a mi hijo, perder un montón de cosas. No tenía motivos para querer quitarle la vida a la madre de mi hijo", dijo ante las juezas Patricia Bilotta, María Trinidad Chiabrera y Mónica Lamperti el albañil de 23 años, que cursó hasta primer año del secundario.
En la sala lo escuchaban unas 20 personas, entre familiares y miembros de organizaciones sociales. "Tamara tenía un cumpleaños familiar. No quise ir, preferí quedarme y me puse a desarmar el revólver", dijo el joven. Al volver de la fiesta siguió manipulando el arma en el dormitorio. "Ella entró a la habitación y se sentó en una esquina de la cama. Yo estaba con el arma desarmada apretando el gatillo que no andaba y queriendo poner un resorte cuando estaba el martillo hacia atrás. Se escuchó el tiro y fue un momento de desesperación. Ella se paró, intentó salir corriendo. Cuando llegó al frente de la cama cayó y yo salí a pedir auxilio", relató. Todo ocurrió frente al bebé, que estaba en la pieza. Godoy sostuvo que nadie lo atendió y por eso llamó por teléfono a sus padres.
Respondiendo sólo preguntas de la defensa, Godoy contó que conoció a Tamara cuando él trabajaba en un lavadero frente a la casa de la abuela de ella. "Empezamos como una amistad", dijo. Contó que la madre de Tamara le advirtió que era portadora de VIH de nacimiento, "para que no juegue con ella", pero decidió seguir. "La acepté como era. Tenía que ir a chequeos y tomar medicación todos los días. En el embarazo le pasaban medicamentos para que el nene no naciera con la enfermedad". Luego se mudaron a la casa que les prestó la madre de Tamara.
Accidental
La defensora pública Andrea Siragusa aseguró "de manera contundente" que fue un accidente y que será "crucial" la pericia balística. "Si bien dio versiones que no coincidían, hay que tener en cuenta el estado de desesperación con que salió de la casa", advirtió.
Siragusa dijo que no pedirá la absolución sino un "correcto encuadre jurídico del hecho", lo que anticipa que el debate se centrará en determinar si el tiro fue accidental o voluntario.
El recuerdo de un momento horrible
Graciela se despidió de su hija tras el cumpleaños, la última vez que la vio con vida. Al rato sonó el teléfono, le dijeron que estaba baleada en el hospital y se le cayó el mundo. “Fue horrible. Salí corriendo, no encontraba a nadie, la calle se me hacía larga. No entendía nada, no creo que lo vaya a entender”. Dijo que Tamara no hablaba de su relación pero nunca advirtió que estuviera golpeada.