Un joven de 23 años comenzó a ser juzgado este miércoles por el asesinato del hijo de quien entonces era su concubina, un niño de un año y ocho meses, ocurrido en Villa Gobernador Gálvez en noviembre de 2018. Se trata de Brian Ezequiel Ferrer, quien se sentó en el banquillo ante el tribunal oral conformado por los jueces María Isabel Mas Varela, Ismael ManfrIn y Hernán Postma.
Al momento del trágico episodio, el acusado había alegado que el niño se le había caído en la vereda y golpeado con un objeto contundente que le había causado un golpe mortal. Sin embargo una serie de contradicciones en sus relatos, así como los informes forenses, dieron a entender que Ferrer le había ocasionado las lesiones por lo cual la fiscal Georgina Pairola lo imputó de homicidio simple y, en tal sentido, este miércoles pidió en su alegato de apertura una pena de 20 años de cárcel.
Inexplicable
“El tenía adoración por mi hijo. Siempre lo cuidó como si fuera suyo. Lo trataba adorablemente. No era violento, jamás lo golpeó”. Ante un cronista de este diario, Noelia no terminaba de entender las circunstancias en las que su hijo Josué Matías había muerto la noche anterior. Sus familiares demostraban el mismo asombro. “No sabemos qué fue lo que pasó. No nos cierra que él (por Brian) lo haya matado, pero si lo hizo deberá pagar por ello”, coincidían.
Noelia sabía lo que era el maltrato luego de su experiencia con el padre biológico del niño, de quien se había separado hacía un año porque éste los golpeaba. Incluso tenía una restricción para acercarse a la casa de la madre de la joven en pasaje 2 al 2200, entre Rosario y Liniers, en el barrio San Enrique de Villa Gobernador Gálvez. Allí vivían Noelia, Josué y Brian, un vecino del barrio con quien ella planeaba casarse.
Según contó la joven, pasadas las 20.30 del jueves 22 de noviembre de 2018 Brian salió a caminar como solía hacerlo con Josué. Noelia acomodaba la casa cuando, diez minutos después de haber salido, su concubino regresó con el nene en brazos. “Me dijo «se me cayó». La verdad no sé qué pasó, cuando volvió tenía a mi hijo muerto en brazos”.
La joven pareja salió en busca de ayuda caminando hacia el Hospital Anselmo Gamen, ubicado a unas 15 cuadras. Cuando pasaron ante un grupo de jóvenes que tomaban algo en la vereda éstos los ayudaron a buscar un auto que los auxiliara. Así un vecino los llevó hasta el centro de salud. Al llegar Brian le contó a los médicos que el nene se había caído solo y que había impactado contra una loza. Pero minutos después se rectificó y dijo que en realidad se le había caído de los brazos cuando él lo mecía para que dejara de llorar.
Los médicos sospecharon que podían encontrarse ante un caso de maltrato y llamaron a la subcomisaría 26ª. Ante la policía, Brian seguía cambiando su relato. Incluso llegó a trascender una supuesta confesión del crimen en la cual el joven habría admitido haber arrojado al piso al menos dos veces al niño porque lloraba. Cierta o no, la declaración fue desestimada porque no fue brindada en sede judicial.
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Finalmente Josué murió tras 40 minutos de reanimación cardiopulmonar en vano. En tanto, Brian quedó detenido y al día siguiente fue imputado de homicidio.
Triste silencio
Si bien no se descartaba que en aquella audiencia imputativa el joven declarara lo que supuestamente había confesado en la subcomisaría, Brian sólo habló para confirmar su nombre y se mantuvo en silencio. La fiscal Pairola citó un informe preliminar de autopsia que ya entonces permitía descartar la versión del muchacho, ya que las lesiones no eran compatibles con la caída desde los brazos de un adulto. Además tenía fracturas en la clavícula izquierda y en dos costillas.
El examen estableció la muerte del niño a raíz de una hemorragia “originada por el estallido del hígado como consecuencia de más de un golpe”. Según la acusación, el niño había sido golpeado contra una loza de cemento partida en dos, de 60 centímetros por 60 y con hierros que sobresalían, ubicada en la esquina de Rosario y pasaje 2. Para la fiscal los golpes habían sido más de dos y asestados con mucha fuerza y contra una superficie dura.
En esa audiencia también se leyeron declaraciones de testigos —ninguno había presenciado el hecho— como la madre de Josué. La joven afirmó que jamás había percibido actitudes violentas de Brian, que no tenía antecedentes penales ni consumos problemáticos, ni con ellos ni con terceros.
Comprensión
Si bien al terminar la audiencia quedó en prisión preventiva por el plazo de ley de hasta dos años —luego prorrogado hasta el juicio oral iniciado este miércoles— el joven acusado fue sometido a estudios y pericias para constatar si era imputable, es decir si comprendía la criminalidad de los actos que se le atribuyen. En tal sentido, fuentes de la fiscalía indicaron que el acusado fue examinado por el psiquiatra del consultorio médico forense y se conformó una junta de salud mental que lo evaluó y concluyó que tiene una discapacidad intelectual leve que no le impide comprender la ilicitud del hecho y las implicancias del proceso penal.