Un hombre de 34 años que está detenido desde el pasado mes de febrero acusado de asesinar a un policía en pleno centro de la ciudad y del intento de homicidio de un abogado frente al edificio de Tribunales aparece como un sicario conectado a la banda de Los Monos. Así lo señalan varias referencias que surgen de las escuchas telefónicas de la investigación sobre bandas criminales que conduce el juez Juan Carlos Vienna y consta en la pesquisa de la División Judiciales de la Unidad Regional II.
La persona en cuestión es Pablo Andrés Peralta, de 34 años, quien está imputado en una secuencia de hechos de extrema violencia que sacudieron la ciudad en los meses pasados. El último fue el homicidio a sangre fría del policía Carlos Dolce, ocurrido el 5 de febrero último en 3 de Febrero al 1000. Ese ataque se concretó cuando el policía, quien cumplía servicios de custodia adicional en la cuadra, intentó frenar a dos hombres que salían apurados de la clínica de 3 de Febrero 1045 donde acababan de golpear y amedrentar al médico y farmacéutico Omar Ulloa. Entonces intentó detenerlos y requisarlos, pero como respuesta recibió balazos en el tórax, el abdomen y la cabeza que le quitaron la vida casi en el acto (ver aparte).
Peralta cayó preso minutos después de ese hecho, al cabo de transitar en auto unas 20 cuadras en una febril persecución policial. Junto a él también fue apresado su cómplice: Hernán Matías Núñez.
Para entonces Peralta ya estaba identificado por la Fiscalía NN de los Tribunales como sospechoso de ser el hombre que, cinco meses antes, había acribillado con tres balazos al abogado penalista Alberto Tortajada en el palier del edificio de Montevideo 2026 donde el letrado tiene su estudio. El profesional sobrevivió al ataque porque los balazos no le afectaron órganos vitales y además al agresor se le trabó el arma. Por eso, El gallego pudo reconocer a Peralta como quien lo ejecutó desde dos metros de distancia.
El cambio. De físico robusto, cara redonda, ancho de hombros y tez oscura, Pablo Andrés Peralta tiene una historia aún no esclarecida de súbito crecimiento económico. Había vivido con su familia en Sanguinetti al 5600 (bulevar Seguí a la misma altura), en el barrio Moderno, zona oeste de la ciudad. Luego se estableció con su novia Natalia cerca de allí, en pasaje Cerrillo al 3600, hasta que se trasladó a la zona de la costa central próxima a la avenida Wheelwright.
La reconstrucción judicial de su vida indica que no terminó el colegio secundario, que trabajaba para una empresa familiar de carrocerías ubicada en Rivarola al 7700 donde ganaba unos 4 mil pesos por mes y que hasta el día que lo detuvieron por el asesinato del policía Dolce no tenía antecedentes penales.
Cuando lo apresaron, sin embargo, a Peralta ya lo seguían como sospechoso del ataque al abogado Tortajada y por eso le habían intervenido el teléfono. La constancia domiciliaria del acusado indicaba que era inquilino en un edificio de Wheelwright entre Dorrego y Moreno. Pero una verificación de los pesquisas puso en claro que había dejado de vivir allí: el consorcio había hecho un pedido a la inmobiliaria para expulsar al locador por inconductas reiteradas. Los investigadores de la Fiscalía NN intentaban allanar su domicilio porque sabían, por las escuchas, que allí podía haber evidencia significativa a ser secuestrada.
El llavero. El modo en que los pesquisas dieron con el domicilio de Peralta fue una combinación de astucia y azar. Tras el crimen de Dolce, Peralta escapó a bordo de un Chevrolet Corsa negro que debió abandonar por el reventón de una cubierta en Ocampo al 300. Dentro de ese auto se encontraron los dos teléfonos Balckberry sustraídos en el consultorio de Ulloa y un manojo de llaves del cual colgaba un llavero plástico con un papel que dejaba ver un domicilio: "Brown 1800". En ese llavero había además un dispositivo electrónico de apertura de puertas.
Dos policías fueron entonces a hacer una inspección y empezaron a caminar a lo largo de esa cuadra. Se acercaron al ingreso de cada edificio hasta que frente a uno de ellos la puerta de entrada emitió un chirrido y se abrió. Tardaron poco en averiguar que en el 10º piso departamento B vivía Peralta. Allí secuestrarían una llave del mismo Chevrolet Corsa en el que el hombre había huido.
Cruz verde. Peralta tiene una perspectiva de prisión perpetua si prospera la imputación en su contra. Por el caso de Dolce está acusado de homicidio doblemente agravado por alevosía y la condición de policía de la víctima.
Ese asesinato se concretó tras la amenaza al médico y farmacéutico Carlos Ulloa, quien había sido destinatario en enero pasado de dos atentados a balazos en el frente de su casa de Santiago al 3000. Según declaró Ulloa al día siguiente del homicidio del policía, uno de los dos hombres que entraron a la clínica le había dicho: "Yo soy el que reventó a tiros la puerta de tu casa en calle Santiago". También, según Ulloa, el maleante le había dado el motivo: "No abras la farmacia de Maipú y San Lorenzo". En efecto, Ulloa tenía intención de inaugurar un comercio allí, lo que no pasó de eso.
El avance de la investigación del atentado al abogado Tortajada, en tanto, evidenció que el móvil del ataque también tiene que ver con oscuridades en el ámbito farmacéutico. El letrado representaba a una profesional de ese ramo que había quedado en problemas legales por inconsistencias del inversor que utilizaba su firma para expender medicamentos. En Tribunales sospechan que este inversor, que está identificado, contrató a Peralta para dos encargos: eliminar a Tortajada en septiembre de 2012 y amedrentar a Ulloa en su consultorio a principios de este año. Este caso, frente a su inesperada aparición, derivó en el crimen de Dolce.
Las interceptaciones telefónicas al aparato de Peralta también lo ligan a un tercer hecho sangriento aún en proceso de ser probado: un ataque a balazos en octubre de 2009 contra un joven que salvó su vida. Se estableció que el acusado es familiar de una persona en el establecimiento comercial donde trabajaba la víctima. Y que una discordia ocurrida allí pudo haber propiciado la orden de liquidar al muchacho, que escapó a la muerte tras recibir dos balazos de cinco ejecutados.
El juez Vienna está a cargo del expediente donde Peralta está acusado por estos hechos. El mismo magistrado investiga a tres grupos vinculados en una asociación ilícita dedicada a cometer homicidios por encargo, acopiar armas y comercializar drogas entre otros delitos, entre los que se encuentra la banda de Los Monos liderada por la familia Cantero. En el organigrama confeccionado por la División Judicial sobre los sicarios de la organización, es decir los que se dedican a asesinatos por encargo, aparece la fotografía de Peralta. Lo conectan con Ramón Monchi Machuca, hermano de crianza del asesinado Claudio Pájaro Cantero, que tiene pedido de captura como uno de los jefes u organizadores de estas redes.