Mientras la madre y el sobrino de “Ema Pimpi” Sandoval se reponen de las heridas recibidas tras haber sido baleados el miércoles a la tarde en Cavia 1300, “Guacho Brian”, de 23 años, fue acusado por la fiscal de la Unidad de Investigación y Juicio Cecilia Brindisi como coautor de dos hechos de abuso de armas y tenencia ilegal de arma de uso civil. Para la acusación “Guacho Brian” es uno de los cuatro tiratiros que en motos hirieron a balazos a María Elena P., madre de Ema Pimpi; su nieto Mateo, de 5 años; y un vecino de la misma cuadra. La jueza de primera instancia Melania Carrara le dictó prisión preventiva por el plazo de ley, es decir por al menos años con posibilidad de extenderlo a un tercero. Por el ataque hay tres prófugos.
Las muertes y las detenciones han dejado al territorio compuesto por los barrios El Churrasco, Parque Casas, La Cerámica, Cristalería y Nuevo Alberdi sin una organización, banda o gavilla que predomine claramente. Los asesinatos de Emanuel Sandoval, Marcelo “Coto” Medrano y los encarcelamientos de Olga "La Tata" Medina, Norma “La Tía” López, Tania Rostro, Lucas Sandoval (hermano de Ema Pimpi), Hernán Ramón “Lichi” Romero y otros miembros de su familia dejaron el territorio atomizado. Un lugar donde el campo de juego quedó en manos de segundas y terceras líneas que cumplen las órdenes que llegan desde los pabellones carcelarios o que, ante la muerte, comenzaron a jugar su partido.
Y con ese escenario Cavia al 1300, donde viven los Sandoval, se transformó en una cuadra de doble mano en la que ya no sólo disparan los nativos sino que otros llegan para disputar poder y marcar territorio. Y algo de eso sucedió el miércoles a media tarde cuando dos motos con cuatro tiratiros llegar a la zona y comenzaron a disparar. Según la acusación contra Brian Ezequiel “Guacho Brian” P., podría interpretarse que los motociclistas armados fueron a disparar contra un pibe de la cuadra y aprovecharon para atacar a la madre de Ema Pimpi cuando recibía a su nieto Mateo, de 5 años, que llegaba del jardín de infantes. María Elena P., recibió un disparo en uno de los dedos del pie derecho y Mateo, un impacto en el muslo izquierdo.
“Acá cada balacera, cada herido, cada muerto suma a la venganza. No hay otra. Así se va generando una dinámica de «vueltos» que es de nunca acabar. Balean una casa en El Churrasco y balean una casa en Parque Casas: 1 a 1. Hieren a uno en Parque Casas y los tiradores erran en El Churrasco: 1 a 0. Es como un partido de fútbol cuyo resultado es en daño, heridos o muerte”, explicó una vecina que reside en la zona.
La casa, una referencia
Este miércoles a la tarde Cavia entre Sorrento y Washington era una romería de vecinos que caminaban haciendo mandados y de pibes en las esquina no haciendo nada claro. En ese escenario la casa de la madre de Ema Pimpi Sandoval, asesinado la madrugada del 25 de octubre de 2019 en una casona de La Florida junto a otros dos jóvenes, no es una residencia ajena al vecindario. Vivienda de dos plantas, de material, pintada de violeta en el amplia mayoría de su fachada, con cámaras de videovigilancia con sus puertas y ventanas enrejadas. Una vivienda baleada y allanada en múltiples oportunidades en los últimos ocho años. La casa de la madre de Ema Pimpi es un mojón de referencia en Parque Casas.
De acuerdo a la acusación esgrimida este viernes por la fiscal Cecilia Brindisi alrededor de las 17.50, María Elena P. recibía con los brazos abierto a su nieto Mateo que llegaba del jardín. Mientras la mujer de 57 años le sacaba el delantal al nene, aparecieron en escena dos motos (una negra y otra roja, negra y blanca) con cuatro personas que en apariencias corrían a balazos a un muchacho desde calle Washington. El muchacho, que vive en aparente situación de calle, corrió por su vida hasta que pudo salirse de la mira de los tiradores.
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Las motos continuaron circulando y cuando estuvieron frente a la casa materna de Ema Pimpi, los acompañantes comenzaron a disparar hacia la vereda en la que María Elena estaba con su nieto. La peor parte la llevó Mateo, quien recibió una herida en un muslo. Su abuela un roce en uno de los dedos del pie. A Mateo familiares lo llevaron primero al Hospital de Niños Zona Norte y de ahí lo derivaron al Víctor J. Vilela.
A partir de ese escenario la usina de rumores comenzó a funcionar. En la cuadra de los agredidos dijeron haber reconocido a dos de los tiradores: “Guacho Brian” y el “Gordo Chicho”. Y más adelante, y en declaraciones a los noticieros, dos pibes del vecindario fueron más lejos aún: “Son de El Churrasco. Tienen arreglos con la policía y todos los días pasan disparando a todo el mundo”, indicaron. Esta declaración activó la grieta. “Esos dos son dos tiratiros de los Sandoval que andan tirando mierda. ¿Por qué no denuncian ante la policía para que se investigue?”, escribió alguien con nombre de fantasía en la red social Facebook.
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Con esa data en carpeta, efectivos del Comando Radioeléctrico que patrullaban por la zona más empobrecida de barrio Sarmiento vieron que un muchacho subía a un VW Fox. Era “Guacho Brian”. Estaban a 12 cuadras de distancia, en inmediaciones de Pacheco al 600, y habían pasado casi dos horas de la balacera en Cavia al 1300. ¿Causalidad o causalidad? Tras detenerlo revisaron el auto y en el asiento del acompañante llevaba un revólver con tambor volcable de 8 alveolos y cachas de color marrón que en su caño tenía como inscripción “32 Long CXG”. Debajo del asiento había tres proyectiles intactos calibre 9 milímetros. El aroma en el barrio es que esta historia continuará. No está cerrada.
Este viernes desde el centro de detención provisorio de la Unidad Penitenciaria 5, “Guacho Brian”, acompañado por un abogado privado, escuchó vía Zoom la acusación en boca de la fiscal Brindisi: coautor de dos hechos de abuso de armas y la tenencia ilegítima de arma de fuego de uso civil. La jueza Carrara le aplicó prisión preventiva por el plazo de ley.