No detectan falta de dinero u objetos en la casa de un jubilado asesinado

El crimen de León Eduardo Leibovich, el jubilado de 72 años que fue hallado estrangulado el viernes en su casa del barrio Belgrano, persistía ayer sumido en el misterio. Aunque en un primer momento se consideró que la motivación del homicidio era el robo, los hijos de la víctima no detectaron que faltara dinero en la vivienda. A este dato se suma que los policías que investigan el caso cuentan con el testimonio de una vecina que, la madrugada de ese día, escuchó una discusión que habría mantenido el hombre fallecido con otra persona, pero no trascendieron los detalles de la disputa verbal.
  La noticia de este homicidio sobrevino en simultaneidad con acciones policiales relativas al esclarecimiento de la saga de crímenes de barrio Parque (ver página 30). Este nuevo episodio se considera sin ninguna relación con aquellos casos.

La salida. Los pesquisas tampoco habían determinado si de la vivienda de Leibovich había desaparecido dinero pero sí sabían que el agresor no se había llevado objetos personales de la víctima.
  “Los hijos nos dijeron que a primera vista no faltaba dinero”, explicó un oficial de la comisaría 14ª, a cargo de la investigación del caso.
  Leibovich había trabajado en una entidad financiera hasta su jubilación y vivía solo desde que su esposa falleciera en su casa situada en Ecuador 1074. Su vida transcurría sin sobresaltos económicos ya que tenía una jubilación, la pensión de su mujer y algunas propiedades en alquiler.
  El hombre era visitado diariamente por su hija de 25 años. La chica tiene un hermano de 33 años. Fue precisamente esa joven mujer la que poco después de las 19 del jueves vio con vida por última vez a don León. El vienes, cuando esa familiar volvió a la casa paterna al principio no advirtió ninguna anormalidad. Tanto la puerta de calle como las ventanas que dan al frente estaban intactas. De hecho la muchacha utilizó su propia llave para abrir.
  Enseguida la mujer se encontró con la amarga noticia. Unos minutos más tarde, agentes de la seccional 14ª, ubicada a tan sólo 200 metros de la vivienda, y de la sección Homicidios fueron los que finalmente accedieron al lugar. Allí se dieron cuenta de lo que había pasado: cada rincón de la casa estaba dado vuelta, con los cajones tirados en el piso, la ropa desordenada y algunos objetos rotos. En su recorrida por la vivienda los policías se toparon con don León en el baño. “Estaba boca abajo. Sólo tenía puesto un calzoncillo y una remera. Al parecer había sido estrangulado con un cinturón. También presentaba un golpe en la cabeza que probablemente sea efecto de la caída”, dijo la fuente policial. El vocero supone que “al hombre lo sorprendieron durmiendo o a punto de irse a la cama” porque sólo tenía puesta la ropa interior en un día tan frío.
  Los pesquisas observaron la escena del crimen y advirtieron que quienes irrumpieron en la casa de Leibovich no repararon en un televisor, un equipo de música y una guitarra. A su vez, también llamó la atención de los investigadores el hallazgo de un teléfono celular y un chip tirados en el suelo. “La hija nos dijo que encontró dinero en la casa”, comentó un oficial de la Jefatura. Además, sobre una mesa aparecieron ante los ojos de los policías talonarios de recibos por los cobros de las propiedades alquiladas. “Si bien lo manejaban sus hijos, él era dueño de las viviendas que arrendaba”, explicó el portavoz.

Aparente conocido. Lo que no está en duda es que el jubilado le franqueó el ingreso a su atacante ya que las aberturas no estaban forzadas. Eventualmente, entre otras hipótesis, los investigadores no descartaban de que el hecho tenga una motivación pasional.
  Un oficial consultado indicó que el jubilado llevaba una vida rutinaria y sólo salía de su casa para “hacer mandados”, aunque otro portavoz policial señaló que Leibovich solía viajar al exterior. Hasta anoche el episodio estaba lejos de acercarse un esclarecimiento.